Por Carlos Tórtora/El Informador.-
Bajo el paraguas de la desaparición pública de CFK, la política del gobierno pasa hoy por una sucesión de cortinas de humo. Como ejemplos están los “lanzamientos” de las candidaturas presidenciales de Florencio Randazzo y Aníbal Fernández y las propuestas para trasladar la Capital a Santiago del Estero por parte de Julián Domínguez y a Viedma, según propuso la senadora Silvia García Larraburu.
Se trata de distracciones obviamente ínfimas como para que la opinión pública deje de pensar en la escalada del dólar blue y la inflación. Sin embargo, el gobierno -es un dato interesante- no recurre a operaciones mayores y se limita a esta mediocridad escénica que está muy lejos de los antecedentes del kirchnerismo. Como ejemplo cabe recordar solamente la espectacular operación de confiscación de YPF cuando el gobierno se complicaba en las encuestas o las embestidas contra el grupo Clarín, de cuya adecuación a la ley de medios dividiéndose en seis unidades empresarias ya ni siquiera habla Martín Sabbatella.
Es evidente que el gobierno ha elegido este plan minimalista para pasar enero, mientras Axel Kicillof prepara un paquete de medidas que incluirían la mayoría estatal en EDESUR y EDENOR y nuevas medidas cambiarias para tratar de frenar la estampida.
Fuerte censura
Tampoco cabe duda de que el silencio presidencial es estudiado y de ningún modo espontáneo. Una interpretación es que el gobierno intenta favorecerse con el vacío de poder que él mismo genera ante el obvio desconcierto de la oposición, que no se atreve a subir el tono de sus criticas por miedo a la acusación de golpismo. La instrucción presidencial a Jorge Capitanich para que modere sus excesivas exposiciones a la prensa es altamente significativa. Ella no admite una apertura real de la información sino apenas una parodia. O sea que el esquema clásico de hermetismo y desinformación se mantendrá. Todo indica que esta etapa de las pequeñas cortinas de humo es muy transitoria y que en Olivos se está preparando algo mayor, que obviamente ocurrirá antes de marzo.
De este modo, el kirchnerismo innovó en sus métodos pero no cambió en su sustancia. Al contrario, pasó de los métodos verborrágicos del populismo al más cerrado criterio comunicacional de los absolutismos.