Por Guillermo Cherashny/El Informador.-
El intendente de Tigre se resiste a reconocer su alianza con el PRO para evitar la fuga de votos peronistas.
Esta semana el Gobierno de la Ciudad inauguró dos obras, una de ellas importantísima, el Metrobus de la 9 de Julio, y dos estaciones del subte de la línea B. La respuesta a esto fue que un sector de piqueteros vinculados al intendente K de Florencio Varela, Julio Pereyra, paralizó la ciudad el jueves pasado y ayer los metrodelegados, en su mayoría colonizados por el cristinismo, alegaron razones de seguridad para no estrenar las estaciones nuevas del subte.
Se logró operar entonces los trenes gracias al personal superior aportado por la empresa Metrovías. A estos dos sabotajes falta agregar el episodio de la batalla de la barra de Boca Juniors el domingo pasado, en el que murieron dos personas.
La propia presidente y el Secretario de Seguridad Sergio Berni tratan de atacar al macrismo que gobierna Boca Junios. En efecto, el juez Manuel Campos, que investiga, incluye una supuesta “asociación ilícita” relacionada con la barra de Boca y la dirigencia y el crimen de Ernesto Cirino que implica a líderes de la barra, reportaría a Berni. Campos acredita varias sanciones dispuestas por el Consejo de la Magistratura y logró lo que no pudo su colega en el fuero Federal Claudio Bonadío. Esto es, dejar presa a una persona por un delito que es excarcelable, como fue el caso del ex arquero de San Lorenzo Pablo Migliore. Y ahora estaría dispuesto a cargar responsabilidades penales sobre el presidente de Boca, Daniel Angelici, y a sus responsables de seguridad, el fiscal Carlos Stornelli y el juez Ariel Lijo, que se niegan a sobreseer al vicepresidente Amado Boudou en la causas que se siguen por enriquecimiento ilícito y el caso Ciccone.Se logró operar entonces los trenes gracias al personal superior aportado por la empresa Metrovías. A estos dos sabotajes falta agregar el episodio de la batalla de la barra de Boca Juniors el domingo pasado, en el que murieron dos personas.
La prioridad: el voto peronista
Al mismo tiempo que el cristinismo ataca al PRO para que Daniel Filmus retenga su banca de senador, incomprensiblemente Macri le exige definiciones a Sergio Massa acerca de si es opositor o no al gobierno y que reconozca públicamente que ambos son aliados en la provincia de Buenos Aires. Es fácil advertir que si el tigrense asume estas definiciones sufriría los embates del kirchnerismo acusándolo de acordar con la derecha, aunque parece claro que el PRO no sólo no responde a los parámetros de un partido de derecha sino que sus dirigentes se avergüenzan de que los califiquen de esa manera y hasta a veces insinúan que son centro-progresistas. La realidad es que cientos de miles de votantes anti-k que apoyaron en el 2009 a Francisco de Narváez en su alianza con el PRO y Felipe Solá desconfían de Massa y lo califican de neokirchnerista. Esta franja conforma un núcleo duro de cerca del 15%, que le seria fiel a De Narváez. Así es que Massa está obligado a maniobrar para buscar el voto masivo de los peronistas, que probablemente no lo seguirían si hoy se sacara una foto con Macri. La sensatez en el PRO vino del jefe de gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, íntimo amigo de Sergio Massa, que bajó el tono del “apriete” y dijo: “con Sergio está todo bien”.
