Por Guillermo Cherashny/El Informador.- El gobierno puso en marcha todo tipo de operaciones de acción psicológica, con la colaboración de importantes encuestadores, tratando de instalar que Martín Insaurralde se le acercó 3 ó 4 puntos a Sergio Massa. En la realidad, este acortamiento de distancias estaría lejos de darse. Es que las chances electorales del intendente de Lomas de Zamora están ligadas a que la presidente se ponga la campaña al hombro y que Julio de Vido prometa obras públicas en el interior de la provincia, en donde el oficialismo está en malas condiciones.
En este marco, no extraña que los barones de la tercera sección electoral manden a sus empleados municipales a cortar la avenida 9 de Julio para aguarle fiesta de la inauguración del Metrobus a Mauricio Macri. El metrobus en esa avenida favorece a los trabajadores de la zona sur que trabajan en la Capital.
Todo esto teniendo en cuenta que Macri está aliado con Massa. O sea que, en vez de tratar de descontar distancias con el tigrense, se dedican a perturbar con piquetes la ciudad. Claro está que Macri tiene su cuota de responsabilidad, porque debió que intervenir la Guardia de Infantería de la Policía Federal con carros hidrantes para disolver el piquete, tarea que podría haber cumplido la Policía Metropolitana. Pero sobre el gobierno porteño pesa el denominado “complejo del Borda”, o sea, la batahola de dos meses atrás en la cual la Metropolitana actuó según los protocolos y la izquierda política y mediática armó un escándalo que las encuestas demuestran que no tuvo ningún efecto electoral. De hecho, ya nadie se acuerda de la represión en el borda.
En este marco, no extraña que los barones de la tercera sección electoral manden a sus empleados municipales a cortar la avenida 9 de Julio para aguarle fiesta de la inauguración del Metrobus a Mauricio Macri. El metrobus en esa avenida favorece a los trabajadores de la zona sur que trabajan en la Capital.
Cuando el marketing no alcanza
Parecería que el macrismo le teme a María José Lubertino, Gabriela Cerruti, Francisco Tito Nena y varios impresentables más del cristinismo en el distrito, lo que hace dudar del futuro presidencial de Macri. Volviendo al gobierno nacional, su estrategia de campaña se centra en mentir, con distintos matices de efectividad, en relación al crecimiento económico, la cosecha y también con el consumo. Claro está que en los temas donde juega la percepción directa de la gente, es difícil engañarla. Según Orlando Ferreres, la economía creció el 2,3% en el primer semestre y, si se descuenta el aumento demográfico del 1%, seguimos en estanflación. Por otra parte, el consumo bien medido en los super y los shoppings cayó cerca del 5%. Parece evidente que la inflación está matando al consumo después de 7 años seguidos de dos dígitos. Además, el cepo cambiario completa el oscuro panorama electoral del cristinismo, en el cual la realidad económica se impone sobre el relato, las mentiras y el marketing. En cambio, a Massa su marketing sí le está dando muy buenos resultados a medida que va sumando a su libreto el pedido de mano dura contra la delincuencia y la crítica a la inflación. Así las cosas, el gobierno, a partir de este sábado, no podrá anunciar obras ni hacer publicidad en el Fútbol para Todos de acuerdo a la normativa electoral. Sin embargo, de alguna manera se las ingeniaría para violar las restricciones, posiblemente a través de los relatores del fútbol.
