Hernan de Goñi Subdirector Periodístico/Cronista .- A comienzos de año, el Gobierno se ilusionó una vez más con la posibilidad de anclar las paritarias con aumentos menores a 20%. Para ese momento, ya era conciente de que la combinación de inflación alta con tipo de cambio atrasado estaba provocando un incremento de costos en dólares que restaba competitividad a las empresas. Pero en el oficialismo todavía apostaban a lograr un reclamo moderado por parte de los gremios, después de haber concedido en enero una suba del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias de 20%. Esa posibilidad, sin embargo, se fue resquebrajando a medida que algunos precios comenzaron a soltarse (como el de la nafta) y la actividad económica profundizaba su desaceleración.La señal más preocupante para el Gobierno, sin embargo, no fue la ampliación de la brecha entre el dólar oficial y el blue, sino la retracción que se vio en el consumo y la menor creación de empleo, factores que podían tener impacto político en octubre. Por eso en las últimas semanas, la Casa Rosada procuró retomar la iniciativa. El blanqueo de dólares actuó como un techo para el blue y contuvo la expectativa devaluatoria. El congelamiento hizo bajar la inflación anual de 26% a menos de 24% y se apuró la firma de paritarias en igual valor. No se apostó a resolver los desequilibrios, sino a ganar tiempo con un empate.
