
No sólo Mauricio Macri y Roberto Lavagna enfriaron sus contactos, sino que José Manuel de la Sota dijo que si tuviera que optar entre votar a Cristina o a Macri lo haría en blanco. Coincidentemente, en la provincia de Buenos Aires, De Narváez y Macri no se ponen de acuerdo para armar listas, mientras el tiempo se agota. Otra causa de la exasperación presidencial sería que la inminencia de nuevas y resonantes denuncias de corrupción, en este caso el escándalo tendría relación con el anuncio que realizó la semana pasada el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, sobre la puesta en marcha de la compra a la empresa china SCR de 300 nuevos coches de trenes para la línea Roca por un monto de 327 millones de pesos.
Furia, negación, impotencia
Pero el blanco central de la furibunda retórica presidencial fue ayer Daniel Scioli, a quien tácitamente le recriminó por no defenderla. También se refirió a los dirigentes que tienen protección mediática, una categoría en la que entran por igual Macri, Sergio Massa y por qué no de Narváez. Lo cierto es que el lenguaje verbal y gestual que Cristina usó ayer revela el estado mental en el que se encuentra. Actuó, además, como una asumida heroína que lucha contra las grandes corporaciones. Hace un tiempo comentamos que la presidente sería fanática de la biografía de Isabel I de Inglaterra, que interpretó magistralmente Cate Blanchett, en la cual ésta se consagra a la unión con su pueblo. Así las cosas, critica justamente a los dirigentes que tienen más intención de voto, algo que para ella empieza a escasear. En su discurso autista, no advierte que ni remotamente Scioli, Macri y Massa tienen denuncias de corrupción de la gravedad de las que jaquean a su gobierno. Tampoco se les descubren docenas de bóvedas ni redes de lavado de dinero. Ayer Cristina también remarcó que no está cansada de gobernar. Pero los indicadores de la realidad convergen en que si Jorge Lanata sigue descubriendo la ruta del dinero k y la justicia le voltea al gobierno la ley que regula las cautelares contra el Estado y la elección popular del Consejo de la Magistratura, ella puede quedar acorralada en cuestión de semanas más. Entonces, sin salida, habrá que ver cuál es su reacción.