Por Guillermo Cherashny/El Informador.- Ayer el Ministerio de Agricultura de la Nación estimó que la cosecha total del país en 2012-2013 fue de 93 millones de toneladas. Como siempre, hay una mentira de por medio, ya que fue de sólo 90 millones de toneladas, como sostuvo hace un mes Felipe Solá, que algo sabe de esto. Lo peor es que el Ministerio señala que el año pasado sólo alcanzó 86 millones de toneladas por la sequía, en lo se consideró una mala cosecha.
Y este año se produjo un aumento del 6,5%, lo que implica que la liquidación de divisas del campo sigue a ritmo lento, porque se sembró tarde, los rendimientos son malos y en general los que alquilaron campos perdieron plata. Así que no cabe esperar que haya derrame en los pueblos del interior, como sí lo hubo en agosto y octubre del 2011. Entonces el gobierno obtuvo un alto porcentaje de votos en las zonas agrarias, porque el derrame de lo gastado por los productores fue muy grande. Además, a dos años de las últimas elecciones, ahora hay una brecha cambiaria del 70%, lo que hace que a un productor le paguen en Rosario 1800 pesos la tonelada de soja. Se fomenta de este modo el contrabando, porque los paraguayos pagan 300 dólares por camión y se lo llevan a su país por vía terrestre o marítima, a veces con la vista gorda de Gendarmería y Prefectura.
El síndrome del 2009
Por estas causas y también por otras, la liquidación de divisas en el mercado oficial va ser menor, Entonces, no pocos productores guardan lo cosechado en silos bolsa esperando una devaluación. Los economistas cercanos al oficialismo apostaban a que la cosecha sería un 25% superior a la del año pasado y con ese pronóstico fundaban que la economía crecería en el segundo trimestre el 4%. Pero con estos números del agro y la exportación de autos en abril, a lo sumo habrá un crecimiento del 1,5% para el segundo trimestre, que será el mejor del año. El tercero y el cuarto bien pueden ser estanflacionarios, como el año pasado. En tanto, el humor electoral sería muy parecido al del 2009, cuando el cristinismo obtuvo en todo el país, con sus aliados incluidos, el 32%. Esto podría reflejarse en que el Frente para la Victoria mantenga un número de diputados similar al actual. Esto lo obligaría, a su vez, a seguir ganando votaciones por uno o dos diputados y lo alejaría mucho de la posibilidad de la reforma constitucional. Tampoco hay que descartar que la oposición pueda ganar la elección para consejeros de la Magistratura, si es que sigue vigente la ley que la ordena, usando consignar como la inmediata suspensión de Norberto Oyarbide. Un resbalón electoral del kirchnerismo habilitaría a que los jueces federales empezaran a investigar con más entusiasmo las denuncias de corrupción que hoy lidera Jorge Lanata. O sea, la sombra de un mani pulite argentino. En el peronismo disidente, por ejemplo, hay conversaciones para que monseñor Joaquín Piña, el obispo jesuita que frenó la re-re de Roberto Rovira en el 2006 en Misiones, sea candidato a consejero.
