Kicillof lo hizo: SIDERAR bajó un 63% sus ganancias.
Tiempo atrás, Axel Kicillof participó como invitado de una edición de 6,7,8. Entonces se jactó de que podía llegar a abrir la importación de productos siderúrgicos y fundir así a Siderar-Techint. El viceministro de economía continúa, además, siendo Subgerente de Aerolíneas Argentinas y Subinterventor de YPF. Y también es director por el Estado en Siderar, por lo que se calcula que gana alrededor de 170.000 pesos mensuales. Pese a su omnipresencia en múltiples funciones que, cada una, agotarían a cualquiera, el superfuncionario no se olvidó de SIDERAR. Sin necesidad de abrir las importaciones, logró que las ganancias de la empresa bajaran un 63% el año pasado y ayer las acciones de Ternium, el complejo de las empresas de Techint, se derrumbaron en Wall Street el 7%. Esta disminución de las ganancias de la empresa emblema del país se debe sobre todo a la estanflación que generaron la presidente, Guillermo Moreno, Mercedes Marcó del Pont, Hernán Lorenzino, Débora Giorgi y, por supuesto, el propio Kicillof, quien se metió de lleno en el manejo de la firma siderúrgica.
Así como el cepo cambiario es para el gobierno un mito urbano, la estanflación tampoco existe en el vocabulario oficial. Pero demuestran lo contrario la pérdida de ganancias de SIDERAR y la baja de la producción de gas y petróleo de YPF, pese a que la presidente dijo que este año se terminó la caída de la producción de esta empresa. Pero estas conclusiones surgen de comparar con el 2011, cuando hubo récords de huelgas. Para muestra, están los números del último trimestre de YPF, que son alarmantes.
Le peor, por venir
Sin embargo, lo peor que está pasando en este inicio del año es que el Banco Central perdió 1278 millones de dólares de reservas, debido a la salida de depósitos en dólares del sistema público y privado. Pero cerca de 500 millones salieron de los depósitos en dólares que tiene la ANSES en bancos públicos y que se utilizan para intentar bajar, sin éxito, la disparada del dólar blue, que ya tocó los 8 pesos. Serían 35 millones de dólares por día que se le venden al precio oficial a bancos, casas de cambio y mesas amigas para que el blue no cruce la barrera de los 8 pesos. De estas sumas, la diferencia entre el oficial y el blue se repartiría entre algunos amigos del poder y los operadores de La Cámpora.
Anteayer, el BCRA y el Nación vendieron 120 millones de dólares para que no suba más el dólar oficial, porque hubo compras por importaciones y muy pocas liquidaciones por exportaciones, ya que la cosecha de trigo fue un fracaso. Esto, a pesar de que hay 4 millones de toneladas para exportar, lo que el gobierno prohibió por miedo a que el mercado interno sufra desabastecimiento. La apuesta diaria del gobierno vendiendo 35 millones de dólares en el mercado blue tiene su historia. En el mismo se movían hasta un mes atrás 20 millones de dólares. Luego, rápidamente pasó a 50 y actualmente es de U$S 70 millones. Es que hay muchos vendedores de 200 a 1.000 dólares y bastantes compradores de hasta 100.000. Y si el Central sigue con esta tesitura, en pocos meses el mercado se lo puede llevar puesto. El gobierno está esperando que a mediados de marzo se empiece a liquidar la cosecha gruesa. Es decir, soja, maíz y girasol, que se sembró tarde en su mayor parte. Y lo que puede estar disponible a partir del 20 de marzo, si se la Mesa de Enlace decide el cierre de la comercialización, haría que el gobierno se vea en serios problemas. Esto, aunque la realidad es que muchos productores están necesitados en vender para pagar gastos.
Con la cosecha en veremos, queda por analizarse el otro milagro que se esperaba: el crecimiento de Brasil, que el año pasado fue de 0,7% y este comienzo de año no mejora, porque la inflación pasó del 6% anualizado y el banco central está pensando en subir la tasa Selic, que está en 7,25% después de sucesivas bajas. Ahora, con la inflación que afecta el crecimiento, los brasileños deberían entonces subir las tasas. Así las cosas, con cosecha tardía y menor a la esperada y Brasil en duda, los acontecimientos pueden obligar al gobierno a devaluar. De ahí que el laboratorio del llamado Plan Federal siga funcionando a toda máquina.
