CFK decidida a que el dólar no pase de 8 pesos.
Empieza a notarse la desesperación del gobierno ante la disparada del dólar blue, cuyo mercado movía 20 millones de dólares diarios apenas dos meses atrás y ahora está cerca de los 70 millones por día. El gobierno no quiere que lo obliguen a devaluar y por eso trata de impedir que la corrida cambiaria lleve a que el blue supere los 8 pesos. La razón es que la Casa Rosada de ningún modo quiere devaluar antes de que se hayan definido los aumentos en las paritarias, que según sus intenciones no deberían pasar del 25%.
Si este objetivo es de por sí difícil, mucho más lo sería si se ve obligado de devaluar y entonces los reclamos gremiales se multiplicaran. Pero ahora hay un nuevo actor, que son los depositantes en pesos, que al vencer su plazo fijo -por el que les pagan el 13% anual- leen que los principales economistas dicen que a fin de año el blue estará a 10 pesos. Por lo tanto, si compraran en el mercado blue obtendrían una tasa de interés del 23%, muy superior al que les pueden ofrecer los bancos de plaza.
Si este objetivo es de por sí difícil, mucho más lo sería si se ve obligado de devaluar y entonces los reclamos gremiales se multiplicaran. Pero ahora hay un nuevo actor, que son los depositantes en pesos, que al vencer su plazo fijo -por el que les pagan el 13% anual- leen que los principales economistas dicen que a fin de año el blue estará a 10 pesos. Por lo tanto, si compraran en el mercado blue obtendrían una tasa de interés del 23%, muy superior al que les pueden ofrecer los bancos de plaza.
Batallar contra los mercados
En Venezuela, por ejemplo, la brecha cambiaria es de más del 200%, pero no trae mayores inconvenientes porque el 88% de las exportaciones son del Estado y concentradas en el petróleo. En cambio, en la Argentina hay una brecha cambiaria del 55%, con un blue a $ 7,83 y el 100% de las exportaciones son privadas.
Hay que considerar entonces que una brecha como la actual nos conduce a tres escenarios posibles, a saber: bajo crecimiento, nulo crecimiento o una leve recesión.
Todo esto aunque la cosecha sea mayor que la del año pasado, aun sin ser récord, y también aunque ayude algo el lento crecimiento de Brasil. En otras palabras, que la estanflación que se instaló en el 2012 vino para quedarse. Sin embargo, una cosa es vivir con estanflación y otra muy distinta es que se produzca una explosión cambiaria, si bien las expectativas más razonables apuntan a un proceso de deterioro progresivo. Esto no quita que al gobierno empiecen a faltarle herramientas para enfrentar la situación y que la Bolsa de Buenos Aires haya tenido una caída de más del 4%, arrastrada por el declive de las acciones de siderúrgicas, petroleras y de los bancos. Ayer comentamos la pérdida de ganancias de Siderar, a lo que se agrega la salida del país de la petrolera brasileña Petrobras. Por último, caen las acciones de los bancos por la fuga de los depósitos en pesos y en dólares.
Es cierto que ayer se cayó el mundo, como le gusta decir a la presidente, porque en las minutas de la Reserva Federal de los Estados Unidos varios directores dijeron que hay que poner fin a la expansión monetaria. De ser así, la economía americana no tendría más incentivos. Esto repercutió en los mercados de Europa, donde las bolsas cayeron más del 4%. Pero la crisis argentina tiene motivaciones propias, ya que el Banco Central no puede comprar reservas sino que se ve obligado a vender. Y además utiliza los depósitos de la ANSES en dólares para que el blue no pase de 8 pesos. Sin ir más lejos, ayer, cuando la divisa tocó los $ 7,90, los amigos del poder vendieron 40 millones de dólares para bajarlo a $ 7,83.
