HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

martes, 2 de octubre de 2012

EL BURDO INTENTO K DE DISTORSIONAR LA REALIDAD


Es realmente llamativa la forma en que la presidenta Cristina Kirchner, en sus discursos, intenta distorsionar la realidad. Es tal la manipulación que hasta niega lo evidente, lo que está a la vista de todos los ciudadanos, como es el cepo cambiario. Argumentar -como lo hizo la primera mandataria- que los ciudadanos que no pueden adquirir dólares, para preservar el valor de sus ahorros (el peso ya es cartón pintado, producto de una inflación galopante que desvaloriza el valor de la moneda), es producto de que “están flojos de papeles”, es una verdadera tomada de pelo.
El cepo cambiario es una medida stalinista, un manotazo de ahogado, ante la descontrolada fuga de capitales que se registra en la Argentina, que se debe principalmente a la desconfianza que hace rato despierta el rumbo del Gobierno K. El kirchnerismo no ha llevado adelante políticas para fortalecer el mercado interno. Nunca tuvo voluntad política para impulsar la producción con valor agregado ni la creación de empleo genuino. Por el contrario, se buscó tapar la desocupación real con un clientelismo atroz, que es la peor forma de hacer política, y se aumentó de forma exorbitante el empleo público. No es casualidad que, al igual que lo que sucedía en los años ‘90, la Argentina siga siendo un país de servicios y sus ingresos por exportaciones dependan, casi exclusivamente, de la cotización del “yuyito” (la soja), que prácticamente se está transformando en un monocultivo. Otra tomada de pelo se dio cuando, al recordar los tristes incidentes que se dieron en el año 2006 durante el traslado de los restos de Juan Domingo Perón, la Presidenta pidió: “A los muertos hay que honrarlos, pero nunca hay que arrastrar los cajones para lograr identidad política”. Nadie puede estar en desacuerdo con esa afirmación. El problema es que la primera mandataria debería, en algún momento, comenzar a predicar con el ejemplo, ya que, desde que murió su marido en el año 2010, está haciendo todo lo contrario. De forma recurrente y sistemática, la Presidenta hace un uso político de su luto, mandó a construir un mausoleo y hasta utiliza el Estado para adoctrinar e intentar hacer creer que su marido muerto fue un “héroe nacional”. La realidad es abismalmente diferente: el único mérito que tuvo Néstor Kirchner es haber tenido la suerte de estar en el momento y en el lugar indicados. No más que eso. El gobierno de Néstor no cambió para nada la historia del país, y tampoco lo hizo la actual Presidenta, pese a haber contado con ocho años de crecimiento macroeconómico ininterrumpido, favorecido por condiciones internacionales excepcionales. Una clara muestra del fracaso K es que en el Conurbano bonaerense hay dos de cada cuatro familias viviendo en condiciones de pobreza. Existen bolsones de indigencia estructural donde miles de argentinos, y hermanos de países limítrofes, viven en condiciones infrahumanas, muy similares a las que se registran en las naciones más pobres de Africa. Y ello resulta imperdonable porque se da en un país como la Argentina, que tiene capacidad para alimentar a 300 millones de habitantes. Asimismo, antes de hablar del creador del justicialismo, la primera mandataria debería empezar a revisar un poco la historia reciente de nuestro país. Perón, en 1974, echó de la Plaza de Mayo a varios de los que hoy forman parte del Gobierno nacional, en cargos estratégicos. En aquel entonces, los trató de “estúpidos” e “imberbes” porque era la mejor forma de decirles que estaban equivocados, que el proyecto de país que ellos querían instaurar no era viable para la Argentina, y mucho menos teniendo en cuenta el golpe que había ocurrido en Chile, tras la intervención de la CIA, y que tuvo su correlato en nuestro país con la sangrienta dictadura iniciada en 1976. Los Montoneros tuvieron mucho que ver en ese proceso, ya que cometieron asesinatos y buscaron jaquear a un gobierno democrático, avalando la destitución de una gestión gubernamental cuando faltaban seis meses para las elecciones. Pasaron casi 40 años de aquella expulsión de la plaza, y evidentemente los “imberbes” de ayer,que son los funcionarios de hoy, no aprendieron la lección.

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