HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

jueves, 14 de junio de 2012

LA "BLITZKRIEG" DE KICILLOF.



El anuncio del plan ProCrear dio pistas precisas de hacia dónde piensa llevar la economía la Administración de Cristina Kirchner. El rol “estelar” del viceministro neocamporista y la capacidad de adaptación de los empresarios argentinos. La inminente llegada a la Argentina del impacto de la crisis financiera internacional ha apurado una serie de medidas y anuncios de parte del Gobierno nacional. VER MÁS
La presidente Cristina Kirchner ha tomado nota de la nueva situación y es probable que haya recordado aquella frase de Juan Domingo Perón que decía que “la política puramente nacional es algo casi puramente de provincias (ya que) hoy todo es política internacional, que se juega adentro o afuera de los países”. 

De aquella afirmación sobre que el país estaba “blindado”, emitida el año pasado por el inefable vicepresidente Amado Boudou frente a la debacle global, al anuncio este martes del plan “ProCrear”, que supone la construcción de 400.000 viviendas en los próximos cuatro años con una inversión de 20.000 millones de pesos, algún torrente ha pasado bajo el puente.

Con su anuncio, Cristina dio una serie de claves acerca de cómo enfrentará su Gobierno el vendaval que se avecina, según algunos con una recesión que ya está instalada y sólo falta admitir técnicamente. Dijo la primera mandataria que continuará impulsando “políticas de inclusión” porque “no es racional que la economía pueda crecer si se le restringe a la gente el acceso a todo”. En efecto, el plan de construcción de viviendas que anunció, de corte neokeynesiano, está dirigido a sostener el nivel de actividad.

Ya en otras ocasiones -tres- el kirchnerismo en el poder produjo lanzamientos de planes de viviendas con el fin de reactivar la actividad económica. El contexto es notablemente distinto: ahora un programa como éste es absolutamente necesario si se trata de que el Estado tome las riendas de la actividad económica, como es el caso del modelo que promueve la Presidente a instancias de su viceministro “estrella”, el de Economía.

La novedad de este plan, más allá de su tamaño, es que se hace cargo del fracaso de los anteriores y propone una línea de créditos para distintos segmentos sociales, en pesos y a tasa fija pero diferenciada según el ingreso. “Es notable la necesidad, y surge de una falta de política hipotecaria de parte de la banca privada, que usufructuó el consumo y las tarjetas de crédito, hijas de este modelo porque los que hemos impulsado la demanda agregada somos nosotros.

(Pero) nos hubiera gustado que las formidables ganancias las hubieran dedicado también a la generación de nuevas viviendas”, reclamó CFK. En realidad, los planes de los bancos privados han naufragado porque después del “default” las entidades financieras debieron pagar el “costo argentino” de esa salida tempestuosa del mercado financiero internacional, lo que elevó las tasas de apalancamiento a niveles que han impedido que presten dinero en el mercado doméstico. Ni hablar los bancos de capital nacional. Por eso la única manera de resolver este entuerto es con tasas subsidiadas por el Estado, con el consecuente costo fiscal añadido.

La Presidente enfatizó que este programa no es para comprar viviendas hechas sino solo para construir nuevas, porque de lo contrario se estaría promoviendo la generación de una “burbuja inmobiliaria”, dijo. Con esta medida, subrayó Cristina, “hacemos política macroeconómica y política social”.

Tal cual viene el mundo, nos anotició la primera mandataria, “vamos a necesitar mucho trabajo y compromiso para continuar luchando contra las desigualdades (porque) no hay igualdad sin libertad y no hay libertad sin igualdad”, concluyó.



Este programa es una fase más del plan de aumento de la intervención estatal en la economía que aplica el gobierno con un conductor visible, Kicillof, que en las últimas semanas ha tomado el control de lugares clave de la Administración con los cuales espera garantizarse un “tablero de control” centralizado. Todos estos movimientos anuncian que el Gobierno avizora un aterrizaje forzoso de la economía. La estatización de YPF y el plan ProCrear son escalones hacia un mayor intervencionismo, que en las semanas que siguen se completarán con otras decisiones semejantes sobre empresas o servicios que el Estado dejó en manos privadas durante los noventa.

Cuando termine el año y las secuelas de la crisis europea -que no cede sino todo lo contrario- se hayan instalado definitivamente en estas costas, Kicillof espera haber completado una “blitzkrieg” sobre la economía que le permita operar sobre la realidad de manera rápida y efectiva. ¿Seguirá sirviéndole entonces el supersecretario Guillermo Moreno? Las opiniones dentro de su equipo se dividen: hay quienes creen que aún sí y están los que consideran que su ciclo ya está terminado. Los empresarios de varios sectores desesperan por conocer cómo se dirime esta cuestión.

Lo que es evidente es que en los próximos años el “modelo” centralizado de gestión económica será la manera de resolver los desafíos que enfrenta la Administración Kirchner, entre ellos, el más complejo, dosificar adecuadamente los dólares necesarios para mantener el nivel de producción sin que decaiga la actividad. Los cuellos de botella que hoy enfrentan distintos sectores son producto, dicen los economistas vinculados a Kicillof, de cuestiones de “adaptación” a la nueva realidad e irán resolviéndose con el paso de los meses. Las quejas de los industriales, añaden, en su mayoría son “lobbies” sectoriales del pasado que no entienden la situación actual de la Argentina. Así liquidan la discusión.

El propio Ignacio de Mendiguren, el titular de la UIA que abrazó el “cristinismo” con euforia -ya lo hizo antes con el duhaldismo-, ha comenzado a advertir que no basta con Moreno cerrando grifos. Reclama soluciones más “creativas” que presionar a los comerciantes para que produzcan aquí lo que, con mucho margen y sin los problemas de todo tipo que implica producir en el país, se limitaban a traer de afuera. El cambio de hábitos es una de las cuestiones más difíciles de manejar de la economía, tanto para estos “industriales” de ocasión, hábiles dominadores de los vaivenes internos del dólar, como para los empresarios de mayor monta.

Estos últimos, no obstante, se adaptan rápido a las nuevas circunstancias. El propio plan ProCrear dejará ver, por ejemplo, a los eternos industriales de la construcción -que como dijo la Presidente no son muchos- aprovechando esta nueva “vaca lechera” en un mercado notablemente concentrado.

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