HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

jueves, 12 de abril de 2012

YPF VERSIÓN "K"

Se acerca la nueva YPF versión “K”, con un enorme interrogante que va más allá de quiénes serán sus dueños. Capitales mixtos, control del Estado, participación de provincias en el directorio y accionistas privados. Todos estos conceptos se entremezclan y agigantan especulaciones sobre el modelo “Petrobras a la Argentina”. Pero la cuestión societaria se ve sobrepasada por aspectos incluso más problemáticos. En pocas horas se conocerá la forma que tendrá la "nueva YPF", versión K. Toda la atención y las especulaciones están puestas en si será estatal, si mantendrá un esquema mixto, si habrá socios privados nacionales o extranjeros, si se seguirá el "modelo Petrobras" o el que había antes de la llegada de Repsol. Pero hay otra cuestión que va más allá de cómo será la futura composición societaria. Y es, justamente, el aspecto más relevante de todos: quién pondrá la plata necesaria como para que la endémica caída de reservas pueda tener un punto de inflexión. Ver más

Ese es el verdadero "debate oculto", que se agiganta por detrás del ruido político y mediático sobre si se "recuperará" o no a la empresa más grande del país.
Es que no es poco el dinero del que se habla: para los expertos en la materia, debe pensarse en una inversión inicial de entre u$s25.000 y u$s30.000 millones, si es que se quiere buscar una solución de fondo y no solamente "parches" para la actual pérdida de autonomía energética.

"El problema es que no alcanza con aumentar la inversión en las áreas que le fueron revocadas a Repsol, sino que hay que poner a producir los yacimientos no tradicionales, y eso es muy caro", afirma Manuel Solanet, ex secretario de Hacienda y consultor experto en servicios públicos regulados.

Solanet hace referencia a la necesidad de empezar a explorar el llamado "shale oil", tal como se conoce en la jerga petrolera al hidrocarburo que no se encuentra en un pozo sino que está contenido dentro de la roca. Estas existencias son muy grandes, al punto que -en su momento- fueron motivo de un eufórico anuncio. Pero su extracción es mucho más difícil y costosa que la de los pozos tradicionales.

"Este tipo de actividad tiene mucho riesgo geológico. El grueso de la inversión energética que necesita el país debería ir a exploración y desarrollo, que es donde se concentra el gasto. Así que el Estado debería meditar muy bien dónde va a poner los recursos, si va a comprar papeles o si va a acrecentar sus activos físicos", advierte Alieto Guadagni, quien ocupó en dos oportunidades la Secretaría de Energía.

Guadagni sostiene que ese, y no otro, es el verdadero debate de fondo.
"Hay que preguntarse hasta qué punto es negocio darle dinero a la Caixa de Catalunya para tener una participación en YPF. Esto puede ser una buena idea solamente si se asegura que haya un privado que invierta. Si no, no veo el negocio", dispara el experto.
Pero, sobre ese punto, las cartas parecen estar echadas. Lo que en el inicio fue apenas un rumor, luego ya pasó a tener voceros oficiales, como el gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, y el ex viceministro de Economía, Roberto Feletti.

Sapag develó hacia dónde apuntan las intenciones oficiales: una empresa de participación mixta, con el Estado en el control de la gestión, las provincias petroleras en el directorio y con una política asociativa con jugadores internacionales. Incluso, mencionó la posibilidad de atraer capitales chinos, árabes y estadounidenses.
Tarifas árabes, costos argentinos
En definitiva, lo que resulta claro es que hay una fuerte necesidad de capitales para revertir una crisis ya indisimulable.
Los números al respecto son contundentes:
Desde 2002, el consumo de gas aumentó casi un 50%. En tanto, la producción no sólo que no acompañó, sino que empezó a caer a partir del 2005.
La dependencia del gas importado ya llega a 20% del total consumido, con tendencia ascendente.
El año pasado se tuvieron que traer 50 barcos con gas natural licuado (además del que se importa por cañería desde Bolivia). Este año, el Gobierno llamó a licitación a 80 barcos.
Mientras el precio del gas en el mercado interno está clavado (u$s2,75 por el millón de BTU), el costo de importación desde Bolivia es cuatro veces más alto (u$s10,75), con probabilidades de que en breve aumente a u$s12.
Consultoras como Economía & Regiones estiman que el déficit energético será este año de u$s7.500 millones.
Y, como los tiempos en la industria son largos, aun en el mejor de los escenarios (con una fuerte inversión en los nuevos yacimientos de shale gas) no se puede esperar un resultado visible en menos de cinco años.

Ello explica el fuerte escepticismo de los analistas ante la posibilidad de que un cambio en la composición accionaria de YPF pueda implicar, de por sí, una reversión de la crisis energética.

"YPF puede volver a ser estatal, pero ello no resolverá el problema de la declinación de la producción. La caja oficial no está en condiciones de financiar el aumento de la inversión necesario para revertir la declinación de la oferta", advierte el economista Federico Muñoz.

Y pone el dedo en la llaga al señalar otro de los problemas fundamentales que desincentivan la actividad exploratoria: el mantenimiento de tarifas muy por debajo de los precios internacionales.

"La única opción viable, de ahora en más, será el sinceramiento del precio local de la energía, terminar con el despropósito de que paguemos los combustibles a precios de Venezuela o del sultanato árabe", agrega.
Y este no es un tema menor, habida cuenta de que la política de tarifas bajas ha sido un pilar fundamental del modelo K para apuntalar, entre otras cuestiones, el consumo interno.
En la misma línea, Daniel Montamat, otro ex secretario de Energía, también relativiza la influencia que pueda tener una mayoría estatal en YPF: "Más que un tema de actores del mercado, acá lo que importa es la película. Es decir, las reglas determinan la gestión y no al revés. Y, en este sentido, no hay un panorama a largo plazo".

Incluso manifiesta preocupación respecto de que los cambios que se avecinan en YPF puedan hasta hacer más lenta la toma de decisiones, como consecuencia de cierta parálisis que se produce con cada traspaso de mando en las empresas grandes. Esto puede suceder en momentos en que el faltante de energía "arde".

"La Presidenta debería analizar cuidadosamente si las propuestas que se manejan la van a ayudar o la van a complicar más", observa Montamat.

Y agrega: "Lo único que ve es la urgencia de que se le complican las cuentas externas, pero cuidado con que eso no la lleve a una situación en la que hasta tenga que importar más combustibles que ahora".

Con los grandes players en la mira
El "nuevo modelo petrolero" deberá sumar, entonces, desde el primer día la llegada de grandes jugadores internacionales que quieran asociarse en la extracción de "shale oil".

A esta altura, parece claro que la española Repsol no será ese socio. En particular, porque ya no cuenta con el aval oficial, luego del fuego cruzado con el kirchnerismo.

Como botón de muestra, basta ver la medida tomada este miércoles por la provincia de Santa Cruz, que terminó revocando una nueva área petrolera a YPF, aun cuando la empresa había prometido una inversión de u$s4.379 millones para un período de cinco años.

Incluso hay quienes sostienen que el único motivo por el que Repsol no sería desplazado de la empresa es por el temor a las consecuencias en los tribunales internacionales.

"Hay derechos y obligaciones por ambas partes. Y varias de las provincias que ahora revocan los contratos, hasta hace muy poco se mostraban contentas y le extendían los plazos. Esta situación obliga a actuar con responsabilidad, porque puede haber lugar a demandas y eso, a su vez, derivar en una parálisis de actividades", advierte Jorge Lapeña, ex secretario de Energía.

En tanto, el mercado habla con insistencia del "modelo Petrobras" como una posible solución.
La empresa del país vecino cuenta con mayoría accionaria del Estado, cotiza en varias bolsas del mundo y tiene por política asociarse con grandes jugadores del mercado mundial en cada búsqueda de petróleo que encara en el territorio nacional.

Con ese modelo en mente, en los últimos días comenzó a correr con insistencia la versión de que se buscaría esa fórmula, tal vez con la invitación a la poderosa empresa china CNOOC, socia de los Bulgheroni en Pan American Energy, la segunda petrolera del país.

No ha habido confirmaciones por parte de las empresas involucradas, y más bien el rumor parece alimentado por el hecho de que Pan American fue una de las pocas empresas cuyas reservas aumentaron en los últimos años, lo cual llevó a que tuviera una buena consideración por parte de los gobiernos provinciales.

Yacimientos de confianza se buscan
Para aplicar el modelo de gestión de Petrobras se requieren dos condiciones que existen en Brasil, y que en la Argentina, al día de hoy, no están presentes: una es la seguridad jurídica, la otra es el reconocimiento del precio internacional en los combustibles.

"Hay que tener cuidado con los traslados de experiencias de un país a otro. Brasil tiene una cultura diferente, donde hay reglas que en este país no se tienen y hay códigos que no se rompen", comenta off the record el director de una consultora que asesora en regulación energética a varios países de la región.
Además, sostiene: "Por eso allí las sociedades son confiables. En Argentina, se puede hasta dar el caso de que alguien entre como socio sin poner un peso".

También Solanet apunta en la misma dirección: "En realidad, el modelo Petrobras es muy parecido al que tenía YPF en la etapa de José Estensoro, cuando recién se abrió el capital de la compañía pero el Estado argentino era el socio controlante y se inició una expansión internacional".
No obstante, remarca que "no está seguro de que el Gobierno piense en volver a ese modelo de gestión".

Su principal duda radica en si se podrá dar certidumbre en cuanto a la cuestión tarifaria. Mientras hoy el precio del barril de crudo a nivel global está en torno de los u$s100, el Gobierno sólo acepta reconocer u$s70, si el combustible está destinado al mercado interno, o u$s42, si es para la exportación.

De mantenerse las actuales condiciones, "no parece muy realista pensar que los grandes jugadores internacionales quieran desembarcar con fuerza en la Argentina. Y no solamente por las tarifas deprimidas, sino por la falta de certidumbre sobre el futuro. Porque ni siquiera se les puede asegurar que la situación de hoy vaya a cambiar en un tiempo", sostiene Solanet.

Sin embargo, no todos son tan escépticos. Así ve el actual momento un ejecutivo de una de las principales petroleras que actúan compitiendo contra YPF: "No hay que olvidarse de algo, que seguramente es lo que las provincias argentinas tienen en mente, y es que un informe de Estados Unidos dice que en la Argentina está el tercer reservoreo de shale gas del mundo".
Es decir, "para quien tenga visión de largo plazo, hay una buena oportunidad de sacar petróleo y exportar", señala.

¿Alcanzará con eso para revertir la situación de un país que perdió su independencia energética y que cada vez tiene relaciones más tirantes con los socios de la región?

Más allá de la incertidumbre generada, si una coincidencia parece encontrarse en el mercado es que, una vez más, los problemas del país no tienen que ver con la falta de recursos, sino con el diseño de políticas.
Según estima Montamat, "la Argentina tiene, potencialmente, recursos como para volver a autoabastecerse".
Pero, como en otros momentos históricos del país, el desafío está en lograr que el mundo confíe.

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