El gobierno se prepara para volver a subsidiar a Cirigliano. Prórroga por 15 días de la intervención a TBA. La decisión de la presidente de prorrogar por 15 días solamente la intervención a TBA, concesionaria del Sarmiento, es una señal de que continúan vigentes los intereses de la sociedad que unió a Néstor Kirchner con Claudio Cirigliano. Todo esto, pese a los 51 muertos y 701 heridos, cuyos familiares mañana recordarán el primer mes de la masacre de Once. A todo esto, las pericias técnicas en la causa que investiga el accidente se demorarían probablemente por razones políticas. Es que el juez federal Claudio Bonadío tendría serias prevenciones acerca de cómo reaccionarán los familiares de las víctimas si, como indican las versiones más creíbles, los peritajes señalan que el accidente se debió a un error humano, en este caso, del maquinista Marcos Antonio Córdoba. Semejante resultado estaría en línea con el interés presidencial, ejecutado a través de las gestiones de Julio de Vido.
Como si nada hubiese ocurrido
Al suspenderse la eliminación de los subsidios a las tarifas a la energía y el transporte, el Gobierno aprovecharía, a su vez, para utilizar la Ley de Emergencia Económica y enviar centenares de millones de pesos de subsidios a los Cirigliano, para que hagan muchas de las obras pendientes cuando se levante la intervención. O sea, como si nada hubiera pasado dado. La negativa del juez a la solicitud del abogado de las víctimas, Gregorio Dalbón, para designar perito mecánico de parte a Lucio Alejandro Frigerio contradice la aceptación del mismo por parte de otro juez federal, Julián Ercolini, en el accidente de Flores de octubre pasado. Bonadío sí accedió a la exigencia del fiscal Federico Delgado para acceder al expediente, lo que antes se le negaba. Es que la Casa Rosada tendría cero influencia sobre este fiscal, que tiene muy en cuenta a las víctimas, que todavía no fueron recibidas por la Presidente, que ya ni siquiera las nombra en sus discursos diarios. Ni tampoco exige que se terminen las pericias. Pero no tiene empacho en recibir a Sean Penn o Roger Waters en la Casa Rosada, donde sólo hay buenas noticias.
Por lo tanto, la masacre de Once no existió y sólo se trata, sencillamente, de dar vuelta la página.