HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

sábado, 13 de agosto de 2011

LA ELECCIÓN, UN ESPEJO DEL DESAFÍO QUE ENFRENTA CRISTINA KIRCHNER

El gobierno se trazó el objetivo de superar el 40 por ciento este domingo. Para entender la dimensión del desafío se puede analizar la elección que hizo Cristina en el 2007 cuando alcanzó el 45% de los votos. Ese triunfo se apoyó en Buenos Aires y el Norte y le fue mal en Córdoba y Capital. La incógnita es si recuperará terreno en esos distritos y volverá a ganar Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos.


Convertidas en un sondeo sobre las elecciones de octubre, por la falta de competencia entre las diez fórmulas presidenciales, las primarias del domingo permitirán vislumbrar fortalezas y debilidades de los candidatos para el desafío de fondo.

El gobierno ordenó toda su estrategia política en torno a un triunfo de Cristina Kirchner en primera vuelta, superando el 40 por ciento y ubicándose a más de 10 puntos del segundo, como fija la Constitución como una de las dos opciones para evitar el ballotage.

Ese fue el escenario del 2007 que la consagró Presidenta y acaso sirva recordar esa elección para tomar dimensión del desafío que enfrenta Cristina en las primarias del domingo. En aquel entonces se consagró presidenta con 8.651.066 votos, el 45,29 de los ciudadanos que se acercaron a las urnas, con una votación que alcanzó el 76,18 del padrón. Le siguió Elisa Carrió con 4.401.981 votos, un 23% de los participantes.

Pero mucha agua pasó bajo el puente desde entonces. Su imagen decayó tras la crisis con el campo y en las legislativas de 2009 el oficialismo perdió en todas las provincias grandes. Sin embargo, la muerte de Néstor Kirchner la devolvió a la cima del ranking de dirigentes con mejor imagen. Estado de gracia que se vio interrumpido por una sucesión de escándalos como el caso Schoklender y la crisis del Inadi, y que luego derivaron en cuatro derrotas encadenadas, en las dos elecciones de Capital, la de Santa Fe y la de Córdoba.
En ese marco, la gran pregunta es si esas derrotas sólo se explican por cuestiones locales o afectan la performance de la Presidenta y acaso anticipan resultados adversos en tres de los cuatro distritos más grandes del país.

Para no sufrir sobresaltos, Cristina debería repetir la buena la diferencia que sacó en 2007 en la provincia de Buenos Aires, que con más de 10 millones y medio de empadronados representa el 37% de la elección. El conurbano es clave: vota allí más del 70% de los bonaerenses. Hoy el último dondeo conocido de Julio Aurelio le otorga a Cristina 48% en la provincia, seguida de Scioli con un 44%. Habrá que ver si las urnas ratifican ese vaticinio. Es oportuno recordar que en las últimas elecciones la mayoría de las encuestadoras predijeron bastantes más votos para el oficialismo de los que efectivamente sacó.

Como sea, en aquella elección, en la provincia la presidenta obtuvo 3.283.391 de votos, casi un millón y medio más que Carrió. Ese margen le permitió subsanar las flojas performances en Córdoba y Capital Federal, en las que quedó a más de 200 mil votos de Lavagna y Carrió con poco más del 23% de los votos (386.155 y 444.801, respectivamente).

Con casi dos millones y medio de votantes, estos distritos representan el segundo y tercer padrón del país. Una mejora de Cristina en esos distritos sería tal vez un espaldarazo decisivo para su reelección.

Para llegar a la Casa Rosada, Cristina compensó entonces el rechazo de las provincias centrales con aplastantes victorias en Tucumán, Santiago del Estero y Salta. En la primera de ellas la votaron 434.549 ciudadanos, el 76% de los participantes, mucho más que a Lavagna, que quedó segundo con 108.733.

En Santiago del Estero le sacó 240 mil a Carrió (270 mil a 30) y en Salta 210 mil a Lavagna (379 mil a 61). Obtuvo más de 100 mil de diferencia en Chaco y Misiones, otros electorados pequeños donde supo hacer la diferencia.

Además de subir en Córdoba y Capital, uno de los grandes desafíos de Cristina en esta ocasión será imponerse en Mendoza, Entre Ríos y Santa Fe, donde quedó primera en 2007. Pero al poco tiempo esos distritos se convirtieron en sedes de levantamientos del campo contra el Gobierno, en una ruptura que las recientes elecciones confirmaron que está lejos de haber sido saldada.

De hecho, la primera respuesta electoral del campo fue en 2009 con derrotas del kirchnerismo en esas tres provincias.

Los referentes opositores de esas provincias manejan encuestas que dan a Cristina con más de 30 puntos y es por eso que hablan del “castigo a los voceros”. Se trata del rechazo a legisladores e intendentes que apoyaron las retenciones móviles pero el perdón a la presidenta. Habrá que ver si se confirma esa presunción, o una vez más, las encuestas demuestran su creciente dificultad para auscultar el electorado.

En Córdoba y Santa Fe se sabrá qué tan cierta es esa tesis. En la provincia mediterránea el kirchnerismo no tuvo candidato propio, mientras que en la de la bota Agustín Rossi perdió con sólo el 23 por ciento de los votos, bastante más de lo que consiguió en 2009, cuando no llegó al 10.

En 2007 Cristina había ganado Santa Fe por muy poco sobre Carrió: 606.150 votos (35%) a 581.963 (34,08). Arrasó en Mendoza (489.752 –60%- contra 147.042 de Lavagna) y ganó por amplio margen en Entre Ríos (294.405 -45,52%- a 127.678 del ex ministro de Economía).

La novedad de las primarias obliga a un análisis cuidadoso. Si bien el sentido común lleva a pensar que si Cristina se acerca a su elección del 2007 y promedia los 45 puntos, esos mismos votantes la elegirán en octubre, quedan más de dos meses entre ambas elecciones. Una eternidad para la Argentina, en la que todo puede cambiar.

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