LABAKÉ
Panorama Politico
Si hay un síntoma que prueba la confusión y la improvisación que padece el escenario político de nuestro país, así como la volatilidad de sus tendencias, ése es el hecho de que, a sólo nueve meses de las elecciones presidenciales, todavía no se hayan definido las principales candidaturas, ni se atisben siquiera las alianzas que se producirán. Peor aún, no se sabe con exactitud qué ley regirá esos comicios, y si habrá primarias simultáneas y obligatorias. Mucho menos se conoce cuál es el programa de gobierno de cada sector, o al menos sus ideas fuerza, sus preocupaciones y metas centrales, en definitiva su proyecto o modelo nacional.
Todo quedará para ser definido a último momento, según sean las movidas de los adversarios, y quizás sólo se definan las candidaturas. El resto, el proyecto real de cada uno, quedará para ver “qué hacemos cuando asumamos” y, en algunos casos, su ausencia será disimulada con algún folleto escrito a las apuradas por la agencia de publicidad comercial contratada para ello.
Sin embargo, la situación de la Argentina exige hoy un replanteo a fondo de muchas posiciones partidarias y un considerable esfuerzo de creatividad para enfrentar un mundo que nos es casi desconocido y totalmente ajeno.
Estamos frente a un desafío de una envergadura semejante al de 1944/1945 (ocasión en la que, luego de finalizar la segunda gran guerra, nació la guerra fría entre el “Occidente” capitalista y el “Oriente” comunista), o al de 1991 (cuando “implosionó” la URSS, y EE. UU. se transformó en la única potencia hegemónica).
El escenario mundial y nacional
Hoy estamos inmersos en un mundo nuevo, definido y condicionado por tres fenómenos notables:
a) La globalización se está acercando a paso firme a su punto final: un gobierno mundial. El proceso de globalización responde a la evolución natural de la Humanidad, sin dudas, pero está siendo manipulado en forma manifiesta por los grandes intereses económicos y financieros que son, por definición, antidemocráticos y contrarios a la independencia, a la soberanía, a la justicia social y a la identidad cultural de las naciones.
Para un país como el nuestro, en el que la cohesión social y el sentido nacional son débiles, el rumbo que ha tomado la globalización “asistida” debería ser motivo de un permanente y profundo análisis político, que incluya su debate prioritario en una campaña presidencial. Nada de eso se observa en el actual panorama político argentino, ni se avizora para el resto de 2011.
b) Simultáneamente, se ha pasado de la bipolaridad de la Guerra Fría, a la multipolaridad creciente.
c) Y, como fenómeno agregado sobre los dos anteriores, por primera vez en 500 años, el centro de gravedad del poder se está corriendo en forma acelerada desde el Occidente cristiano (o ex-cristiano) al Oriente budista-hindú. En ambos “polos” hay una buena y creciente dosis de ateísmo, aunque es mayor la que aqueja hoy a Europa, que fue la cuna de la civilización occidental y ex-cristiana.
Nuestro país, a su vez, todavía no sale de la crisis económica y social que se incubó desde 1976 y explotó en 2001 (ver nota “Balance de siete años y medio” en la sección Economía). Tampoco ha logrado superar su tragedia política y humana de 1976/1983, que aún es usada (y abusada) como mera herramienta política.
Frente a esos grandes condicionantes, externos e internos, la confusión, la improvisación y la volatilidad de las tendencias que cubren el escenario político de nuestro país en un año de comicios presidenciales, es doblemente preocupante.
Para completar el cuadro de cambios e incertidumbre, es necesario remarcar que, por uno u otro motivo (tema para otra nota), en los últimos años se ha ido desgastando y perdiendo base de sustentación genuina el bipartidismo radical-peronista. Ambos partidos tradicionales han perdido su razón de ser originaria:
• el radicalismo apenas se acuerda de la figura de Yrigoyen en los discursos, y en ellos puede reconocerse muy poco de la doctrina yrigoyenista, y
• el Partido Justicialista, a juzgar por lo visto en las últimas dos décadas, es apenas una sombra platónica (o varias sombras platónicas distintas…) de lo que Perón pregonó e hizo entre 1945 y 1955 y comenzó a hacer en los pocos meses en que gobernó antes de morir el 1º de julio de 1974.
Simultáneamente, hay muchos dirigentes radicales que se han doblado antes de quebrarse, y demasiados dirigentes peronistas que leen al revés el mandato de primero la Patria… y al final los hombres.
Frente a esa decadencia conceptual y ética del bipartidismo tradicional, hay nuevas propuestas políticas, pero ellas no tienen el sentido nacional y popular amplio (de brazos abiertos ante las diferencias ideológicas librescas y maniqueas, siempre importadas) que tuvieron, cada uno en su momento, el radicalismo y el peronismo. El sector aglutinado por Elisa Carrión y el formado alrededor de Pino Solanas son los dos ejemplos más claros de ello: no han abierto los brazos contenedores.
No hace falta detenerse ante los grupos que conducen Macri, De Narváez o López Murphy, o ante los liderados por Binner y Giustiniani más la generosa gama de partidos de izquierda marxista porque, sin menoscabo alguno de ellos y sus representantes, no han surgido como resultado de la decadencia del bipartidismo tradicional. Conservadorismo y socialismo, “derechas” e “izquierdas”, siempre acompañaron al bipartidismo nacional y popular, de la misma manera que, en música, los sonidos armónicos acompañan y complementan a la nota principal, la que marca la melodía.
La última expresión de aquel bipartidismo tradicional, nacional y popular, quizás sea el Acta de Coincidencias que el 7 de junio de 1984 acordaron el entonces presidente Raúl Alfonsín, en nombre de la UCR, la ya ex presidente Isabel Perón, en nombre del Movimiento Peronista, y a la cual adhirieron el ex presidente Arturo Frondizi (MID) y los titulares de otros 15 partidos políticos.
Sintomáticamente, no aceptaron firmarla: Alvaro Alsogaray (Unión del Centro Democrático), Oscar Alende (Partido Intransigente), Jorge Abelardo Ramos (Frente de Izquierda Popular), Francisco Manrique (Partido Federal) y el Partido Comunista.
Vale la pena comparar la amplitud y profundidad de los acuerdos logrados en esa oportunidad por radicales, peronistas y varios sectores politicos más, y su orientación nacional y popular, con las muy módicas y meramente formales cláusulas del Acuerdo de Gobernabilidad y Políticas Públicas firmado el 17-12-2010 por Eduardo Duhalde y Felipe Solá (Peronismo federal), Ricardo Alfonsín y Ernesto Sanz (UCR) Hermes Binner (PS), Mauricio Macri (Pro), y Margarita Stolbizer (GEN).
Las diferencias cuantitativas y cualitativas entre uno y otro acuerdo (cuyo resumen publicamos en recuadro) hablan por sí solas del retroceso que hemos sufrido los argentinos en cuanto a la posibilidad de encarar unidos los desafíos actuales, y la confusión y la improvisación que se observa en el escenario político de nuestro país. Así y todo, ¡bienvenido sea el Acuerdo de Gobernabilidad! Por algo se empieza.
Queda para una próxima nota el análisis de lo poco que se conoce sobre las propuestas de los precandidatos presidenciales.
Dos acuerdos, dos realidades políticas
Resumen del Acta de Coincidencias del 07-06-1984
Los siguientes objetivos se consideran prioritarios e impostergables:
1.- La unión nacional y la reconciliación de los argentinos.
2.- El afianzamiento del orden constitucional, del sistema republicano federal, del régimen democrático y del pluralismo.
3.- El respeto y apoyo a las instituciones básicas de la sociedad argentina, comenzando por la familia. La Iglesia y los otros credos podrán cumplir en plenitud su misión. Las Fuerzas Armadas, en el cumplimiento del orden constitucional, tendrán el respaldo necesario para asegurar la defensa nacional, integradas al conjunto de la Nación. Los sindicatos y las organizaciones empresarias y profesionales podrán defender sus intereses sin interferencias. Se asegurará la libertad y el fortalecimiento de las sociedades intermedias.
4.- La consolidación y el fortalecimiento de la identidad nacional, con apoyo a los valores tradicionales que se vinculan con las creencias religiosas, la ética y las pautas culturales que siempre han identificado al pueblo argentino.
5.- La justicia social y la participación popular, que dan contenido a la vida democrática. La elevación sostenida del salario real; el fortalecimiento de los gremios; la educación, la salud y la vivienda al alcance de todos; el afianzamiento de las obras sociales y el apoyo a las familias numerosas, que son formas concretas que adopta la justicia social y apuntalan la participación popular.
6.- El desarrollo integral y armónico de todas las potencialidades (agrarias e industriales) de las distintas regiones del país.
7.- La integración territorial, especialmente las zonas de frontera y las regiones postergadas, que constituyen una prioridad nacional.
8.- El fomento del crecimiento poblacional hasta lograr el poblamiento óptimo de todo el país.
9.- La investigación y el desarrollo propios de las tecnologías más avanzadas.
10.- Una política exterior soberana y basada en los siguientes criterios: respeto a los principios de autodeterminación y no intervención, relación con todos los países del mundo con independencia de las ideologías, nuevos vínculos que puedan apuntalar el desarrollo nacional independiente, unidad e integración latinoamericana con especial dedicación al Como Sur.
11.- Aceptación de las sugerencias del papa Juan Pablo II sobre el Beagle, como marco de paz para resolver pacífica y definitivamente el conflicto limítrofe.
12.- Las negociaciones con Gran Bretaña deberán incluir el tema de nuestra soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias y Sandwuich del Sur. Rechazo de la idea de la “Fortaleza Malvinas” y de la llamada “zona de exclusión”.
13.- La renegociación de la deuda externa deberá hacerse sobre la base de un programa económico que despliegue todas las potencialidades, sin desmedro de los intereses y de la dignidad de la Nación, del bienestar de los trabajadores y de la reactivación y desarrollo del país.
14.- Como pautas para la reconstrucción económica y social del país, se señalan: la reactivación el aparato productivo, el fortalecimiento del salario real y la desacelaración gradual de la inflación.
15.- Atención prioritaria a la tarea de compatibilizar el estado de emergencia nacional con los reclamos y las necesidades provinciales.
Finalmente, se dejó abierta la posibilidad de ampliar el marco de las coincidencias, con el compromiso básico de defender el sistema democrático, republicano y federal, la libertad y dignidad de la persona humana, el acatamiento al sufragio popular, el afianzamiento de la justicia social sobre la base de la reconciliación nacional, el rechazo de toda acción terrorista y la consideración como delito de “lesa patria” de cualquier intento de derrocar por la fuerza a las autoridades legítimamente constitucionales.
Resumen del Acuerdo de Gobernabilidad y Políticas Públicas firmado el 17-12-2010:
1.- El Poder Ejecutivo Nacional y la bancada más numerosa del Poder Legislativo deben aceptar que los derechos de las mayorías no son absolutos, y que es deber de sus representantes promover el diálogo. La oposición se abstendrá de acciones que obstruyan ilegítimamente la acción de gobierno.
2.- Se deberá respetar de manera rigurosa la división de poderes y la independencia de la Justicia.
3.- Se garantiza la seguridad jurídica para quien contrate con el Estado o realice inversiones autorizadas por éste.
4.- El Poder Judicial ejercerá la facultad de revisión de las decisiones del PEN, para impedir hechos de corrupción administrativa.
5.- Se propone la constitución de equipos técnicos para fijar una agenda común en temas como desarrollo productivo, empleo, salarios, pobreza, educación y seguridad.
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FUENTE: EL ESPEJO DE LA ARGENTINA
