Por Pedro Isern Para LA NACION
En un artículo aparecido el miércoles 19 de agosto en El Cronista , el prestigioso economista Marcelo Lascano sostiene que el prolongado conflicto entre el gobierno y el agro es irracional. Para ello, Lascano enumera la revolución que ha llevado a cabo el sector en la ultima década y señala: "...La agroindustria, por ejemplo, congrega un entramado de 41 actividades productivas que en conjunto representan casi el 20% del PBI. Desde el punto de vista de la generación de empleo, incluidos eslabonamientos en ambas direcciones, su contribución equivale al 36% del empleo total en la Argentina, con significativa proporción de mano de obra calificada apta para el dinámico cambio tecnológico registrado desde hace años. Esas tres referencias permiten colegir que las actividades primarias asociadas a los procesos industriales y a la evolución tecnológica no sólo han ganado madurez, sino también representatividad estadística." Precisamente, es la descripción de Lascano lo que hace al conflicto políticamente racional: dado que el sector agropecuario había generado una nueva economía política, donde crecientemente se incorporaba mano de obra que dependía cada día menos de la acción estatal y cada día mas de la capacidad de innovación de la cadena agroindustrial, es perfectamente racional que el Gobierno haya visto amenazado su monopolio de la distribución de riqueza.
Trabajo
El pleno empleo en ciudades como Las Parejas, Rafaela, Venado Tuerto, Pergamino o Casilda que se había alcanzado antes de la resolución 125 en la pampa húmeda, "amenazaba" con acercarse al cordón del Gran Buenos Aires, aspirando con romper el extorsivo circulo vicioso existente entre diferentes estamentos estatales, la desocupación y la pobreza. La revolución biotecnológica que comenzó en Argentina con la siembra directa y las semillas transgénicas ha generado una progresiva autonomía de un creciente sector de la sociedad y ello ha repercutido políticamente en la pampa húmeda. El conflicto desatado por el Gobierno con la resolución 125, premeditadamente irresuelto desde entonces, refleja la racional reacción de Kirchner ante la amenaza que hubiese significado perder el monopolio del clientelismo debido al proceso hacia el pleno empleo al que, en 10-15 años, estaba llevando al país el sector agroindustrial. Para comprender la racionalidad del conflicto con el campo, podemos pensar en un ejemplo cercano. Supongamos por un momento que una pujante y autónoma industria del software se desarrollase en Venezuela. ¿Sería racional o irracional que el gobierno de Hugo Chavez intentase boicotearla y privilegiar su carácter de mono productor de petróleo? El intento de boicot sería perfectamente racional, ya que Chávez posee el monopolio sobre la producción del petróleo, mientras que no podría controlar una hipotética y atomizada producción de software. Aquellos analistas que vieran en esa decisión de Chavez la irracionalidad de quien no aprovecha semejante oportunidad para diversificar su matriz productiva, no estarían comprendiendo que a los Chávez y a los Kirchner no les interesa diversificar la producción económica, ya que una economía mas diversificada genera naturalmente mejores mecanismos para controlar al poder. Es decir, contribuye a establecer mas eficientes pesos y contrapesos. Eso es lo que estaba yendo a generar el desarrollo del sector agroindustrial en los últimos años. Esa es la situación que Kirchner comprendió cabalmente. Así, aquello que es irracional para el desarrollo argentino no necesariamente lo es para la permanencia en el poder de un determinado proyecto político. (El autor es profesor en Ciencia Política de la Universidad Abierta Interamericana.)