EXPEDIENTE CAJONEADO

A cualquier precio, contra todo protocolo y normas diplomáticas, Cristina de Kirchner siempre elige ser noticia. La búsqueda incesante de ocupar la escena de cualquier manera, sobre todo en las reuniones de la política internacional, produce una sensación de ausencia en los medios políticos argentinos y extranjeros. Acaba de llegar tarde a la cumbre del Mercosur y Lula, que parece que conoce el paño, no esperó, como se pretende de la actuada tardanza de la Presidente, y comenzó la reunión con su discurso. El vacío político que genera esta situación, no es menor. Se concurre sin políticas adecuadas a estos lugares construidos laboriosamente para precisamente poseerlas y ejercerlas. Las únicas políticas visibles son siempre emparentadas a algún plan particular o ventaja personal. De manera frívola y haciendo mohines, Cristina pretende ocupar la escena. Allí donde debería haber acciones concretas, Cristina sobreactúa una fórmula de protagonismo absolutamente frívolo. A su turno ensaya discursos supuestamente antiimperialistas. Donde antes había no tan veladas súplicas de pertenencia, ahora hay públicos reproches. Los brasileños, por boca de su cancillería le han restado importancia a la designación de Néstor Kirchner, autoproclamado candidato a la titularidad del Unasur. Celso Amorín tiró seriamente la pelota para adelante. Ese cargo se consigue por la unanimidad de los países miembros. Uruguay ha planteado enérgicamente su oposición, le sobra razones, a la candidatura del ex presidente argentino. Perú y Colombia han adherido. Es más, de ser elegido a pesar de la oposición charrúa, Tabaré Vazquez se retiraría del joven organismo Iberoamericano. Organismo en el cual Brasil nada como un pez en las aguas de su propio liderazgo. El presidente oriental ha demostrado mucha valentía para situaciones muy difíciles y riesgosas para su mandato. Saludamos entusiastas tanta nobleza, sabiendo de antemano que seguramente no sepa de nuestra existencia. Tabaré Vazquez ha sorprendido y deslumbrado al mundo con su histórico veto a la legalización del aborto. ¿Por qué habría de arrugar ahora con Kirchner, a pesar de que se haga el picante? Éste tema y algunos más figuran entre las irresoluciones a las que nos arrastra Cristina, que cree que todo es un posar fashion y hacerse la determinante sobre obviedades ya predeterminadas en un mundo que así acometido, siempre nos será adverso.