La niebla meteorológica, como la que todas las mañanas levanta de los humedales de nuestro litoral, crece y se expande hasta no dejar ver nada a pocos metros o centímetros, y es la que finalmente oculta todo el panorama en la ruta. Existe una mucho más letal: la niebla ideológica. Ésta, es un manto que intenta ocultar los rostros y manos propietarios, los hilos y las autorías de los últimos montajes culturales. O mejor dicho, contraculturales. Se vende a sí misma como nueva política de claridad y transparencia, pero es niebla. Vieja y remanida, pero eficaz aún. Su interior ha sido repoblado de la especie animal y política más temida: los gorilas. Aunque en extinción, aquellos de su versión original, han sido resucitados para poblar la densa niebla y humareda que se estimula de los centros de difusión propagandísticos. Ahora bien, éstos, son la niebla y los gorilas de la novela, del “relato” pergeñado para la etapa y que ha subvertido maliciosa e interesadamente todo, y pareciera que siempre encuentran clientela que compra. Pero están los verdaderos. La nueva encarnadura física del gorilaje. Al principio, a muchos les cuesta trabajo detectarlos. Pero cuando se deja de transitar por las neblinosas propuestas publicitarias que el gobierno no se cansa de ensayar, se empieza a distinguirlos con claridad. Los nuevos, o mutantes si usted prefiere, son gorilas de izquierda o derecha, según la ocasión. Gorilas democratosos, gorilas culturales. Gorilas fashion, gorilas justicialistas (aunque parezca contradictorio). Gorilas finos y cultos. Gorilas brutos y salvajes. Gorilas intelectuales. Gorilas revolucionarios o proletarizados. Gorilas clasistas. Gorilas ricos o enriquecidos, que posan de humildes. Gorilas generosos, que se “ocupan” de los pobres. Pero el rey, el que supera a todos, el que manda realmente y contiene a todos los demás, es el gorila progresista o “progre”, como les encanta llamarse a sí mismos. Esta nueva especie es de carne y hueso. Cotidianamente se cruzan en nuestro trajín. Los otros, los invocados y demonizados, habitan la niebla del álbum de los recuerdos. Son fantasmas, contratados para un último y patético acto tragicómico que ya pocos creen. Se trata solamente de esperar que la niebla se disipe un poco y tratar de conducir con precaución. Y de los otros, los gorilas verdaderos, y bueno, Dios proveerá.
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
martes, 5 de agosto de 2008
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