Por Carlos M. Reymundo Roberts/La Nación.- José es un venezolano de 38 años. Llegó hace cuatro meses a la Argentina con su mujer y su único hijo, huyendo de la terrible crisis política, económica y social de su país. "Literalmente ahí se está pasando hambre y ya casi no se consiguen remedios y mil productos de primera necesidad. Los precios no dejan de subir y para comprar media docena de huevos o un litro de leche hay que hacer horas y horas de cola en los supermercados. La gente está escapando en masa", dice. Contador, al igual que su mujer, en Buenos Aires tuvo que arremangarse: maneja un remise, trabajo que consiguió hace un mes. Apenas conoce la ciudad, pero no avanza un metro sin consultar el GPS. En Caracas prácticamente tuvieron que regalar la casa en la que vivían: de 150.000 dólares la bajaron a 30.000, única forma de poder venderla. Acá alquilan un departamento de tres ambientes en Colegiales. Su hijo va a una escuela pública. José dice que no desconoce los problemas económicos de la Argentina, pero que esto es un paraíso en comparación con lo que dejaron. Y que apenas logren hacer pie, tratarán de ayudar a venir a los familiares que quedaron allá.
¿Un consuelo? "Nos vamos a sentir como en casa porque se está llenando de venezolanos."
