HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

sábado, 23 de septiembre de 2017

AVENTURAS Y DESVENTURAS DE UN TRUCHO.

 LA PSA TRASLADÓ A HERNÁN ARBIZU PARA SU EXTRADICIÓN.

      Por Ricardo Roa/Clarín.- De Wall Street a Brooklyn, pero a una cárcel. Historia de un supuesto moralizador K, que unió delincuencia y política. Lo que sigue es una trama de delincuencia y política que también es delincuencia política. No copia ninguna película o serie pero películas y series bien podrían copiarla. Y no se trata de ninguna ficción: es una historia real. El nombre del protagonista se conocerá al final. Para él levantarse cada día a las 6 es un gran esfuerzo. Pero no tiene más remedio: Europa ya opera y en Asia los bancos están cerrando. En un banco de primera línea como en el que está hay que estar a primera hora, en el call, donde se opera y se habla de geopolítica y de mercados y de economía. Hombre de Wall Street, rubio para más datos y con pinta americana. Estudió en el Liceo Militar. Mandato familiar: el padre era marino y del círculo íntimo del almirante Massera. Periodistas y corresponsales extranjeros aún recuerdan sus relatos sobre la represión que él presumía conocer y que ellos escuchaban azorados en el Club del Progreso. En sus días de Nueva York tenía menos de 40 años, un sueldo de 30 mil verdes mensuales y casa en el exclusivo barrio de Greenwich. Al mediodía snack rápido pero sano y vuelta al piso 40. Reuniones y llamados. Todos importantes. Un drink por Manhattan y correr a casa y a la computadora: la rueda electrónica rueda sin parar y hay que pensar un nuevo deal. El suyo es muy bueno. Pero los de los clientes son mejores. Tienen más dinero.  
Y viajes seguidos en primera a dar consejos a los clientes y explicar el mundo. A uno le promete una ganancia imposible. Fue antes de que pasara de la Unión de Bancos Suizos que lo había contratado aquí y llevado a Nueva York al JP Morgan. Para pagarle a ese inversor le robó plata a otro inversor: un empresario paraguayo descuidado con sus resúmenes de cuenta. Eran casi 3 millones de dólares. Después de un año el empresario paraguayo supo del robo. Lo llamó. Más que un empresario, era un contrabandista y más que un contrabandista, un verdadero pesado. Lo amenazó a él y a su familia. ¿Y él qué hizo? Calcó la maniobra: le quitó a un cliente de vacaciones los 3 millones que el paraguayo le exigía. El nuevo cliente estafado, un productor argentino, lo denunció al JP Morgan y el JP Morgan lo denunció a él. Se le ocurrió otra maniobra, desesperada: chantajear al banco con la difusión de una lista de inversores que había robado antes de volver a Buenos Aires. El banco lo rechazó. Tenía que frenar la extradición y se acercó o lo acercaron a Kirchner. Kirchner le dio protección. Decidió o decidieron que fuese un arrepentido all’uso nostro. Empezó a aparecer con su lista en la red mediática kirchnerista. Una cruzada moralizadora contra supuestos o inventados lavadores de dinero. En la lista figuraba Ernestina Noble, la directora de Clarín. Al fin, el nombre: Hernán Arbizu , que tuvo así su cuarto hora de fama. D’Elía lo acompañaba en charlas que daba a La Cámpora. Nunca pudo probar nada de lo que denunció. En 2016 aceptó ser extraditado. Y volvió a arrepentirse, esta vez ante la Justicia de EE.UU. Acaban de condenarlo. Y está preso en una cárcel de Brooklyn.

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