Por Ricardo Romano*/infobae.-
"Putin no se lleva bien con nuestro Presidente y eso nos está causando dificultades" (Donald Trump). Donald Trump jugó de "antisistema" para ganar la elección e inmediatamente empezó a dejar de serlo cuando convocó a la unidad del pueblo estadounidense y se reunió con Barack Obama (de quien le "gustaría recibir consejos"), pero a quien en campaña acusó -al igual que a Hillary Clinton- de haber sido fundador de Estado Islámico (EI), apoyándose incluso en el contenido de los mails de Hillary investigados por el FBI.
Pero cuando Trump le dice a Obama que fue "fundador" del EI, en realidad le está transmitiendo, con esa ironía, que para él la prioridad es destruir a la organización terrorista antes que destituir al Presidente de Siria, lo que, como todo parece indicar, fue el objeto principal de la CIA en la región. Esta posición del presidente electo lo acerca a Vladimir Putin que respalda incondicionalmente a Bashar al Assad pues, entre otras cosas, Rusia tiene una base naval como enclave estratégico en el Mediterráneo en el puerto de Tartus.
Todo lo que Trump pueda aproximar a su país a Rusia, la debilita a ésta proporcionalmente en su vínculo con China, país con el cual Trump parece estar dispuesto principalmente a competir, no sólo comercialmente, sino también militarmente, como sucedería si decide facilitar el acceso de Japón y Corea del Sur a las armas nucleares.
Todo lo que Trump pueda aproximar a su país a Rusia, la debilita a ésta proporcionalmente en su vínculo con China, país con el cual Trump parece estar dispuesto principalmente a competir, no sólo comercialmente, sino también militarmente, como sucedería si decide facilitar el acceso de Japón y Corea del Sur a las armas nucleares.
China lo debería tolerar porque, de momento, la supremacía militar sigue siendo estadounidense. Y, por ello mismo, en el campo financiero, tendrá que abstenerse de intentar extorsionar económicamente a USA a pesar de ser el principal tenedor de bonos del Tesoro americano.
O sea, Trump haría con Rusia lo que en su momento Nixon hizo con China. Henry Kissinger, el autor intelectual y el ejecutor de ese acercamiento con China, es el principal interlocutor en geopolítica de Trump -como él mismo lo reconoció en plena campaña- y obviamente no se privará de aconsejar a Trump que, en el triángulo de poder China-Rusia-USA, coloque a EEUU en el centro, porque en el tablero geopolítico siempre dos vértices actúan en común respecto del tercero, como lo experimentó casi constantemente Obama en Medio Oriente, hecho que lo llevó, en un giro copernicano, al acuerdo con Irán, desestructurando el orden regional existente; algo que Trump, creo, va a respetar porque es también un objetivo importante en la agenda de Rusia, que ahí contó con el apoyo de China.
Cuando Trump dice que los países europeos deberán costearse su propia defensa -aumentando el 2% de sus PBI en gasto militar- aun siendo miembros de la OTAN, también le hace un guiño a Putin, pero no gratuito, sino a la espera de una contraprestación con una posición al menos neutral de Moscú en la disputa, casi inevitable, que Estados Unidos tiene con Xi Jinping por el Mar de la China Meridional.
En la lucha contra el ISIS, si a la posición actualmente común ruso-china se suma USA, Israel también se beneficia. Recordar que Putin lo puso recientemente como ejemplo en lucha contra el terrorismo ("Aprendan de Israel. Nunca retrocede. Ellos luchan hasta el final. Por eso existen").
Por otra parte, es de esperar que, más temprano que tarde, el presidente electo por el pueblo americano, pueblo que le dio uno de los más calurosos recibimientos -popular e institucional- al Papa Francisco, se reúna con éste y lo apoye en sus propuestas a favor de la paz mundial. Y también respecto de Medio Oriente, cuando Francisco afirma: "Pido que se reconozca el derecho a la existencia del Estado de Israel y pido que se reconozca que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana"; posición refrendada por abrumadora mayoría en la ONU al admitir a Palestina como miembro observador, lo que supone el reconocimiento a ese Estado.
Finalmente, habrá que ver si Trump puede darle un carácter más armónico a un país con una conformación institucional interna profundamente democrática y con una agenda internacional imperial, para poder articular un nuevo orden mundial que ponga un límite a la industria armamentística, promotora de guerras, que por su carácter transnacional, al igual que el narcotráfico y el terrorismo, se financia en los intersticios del sistema jurídico extraterritorial administrado por la élite financiera internacional.
Recemos por Donald Trump.
*Dirigente Justicialista. Presidente de la Peña Juan Bautista Alberdi. Ex Subsecretario general de la Presidencia (1995-1999). Ex vicepresidente de la Internacional Demócrata de Centro (IDC).