HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

martes, 1 de noviembre de 2016

LA ÚNICA VOZ QUE INFLUYE EN EL MICROMUNDO DE CRISTINA KIRCHNER.


     Por Eduardo van der Kooy/Clarín.- Tenés que aflojar, Cristina”. El consejo que recibe la ex presidenta no parte nunca de boca de algún desconocido. Lo dispara siempre su hijo Máximo Kirchner. El diputado es ahora un resorte político clave en el micromundo de poder que exhibe el kirchnerismo. Cristina tuvo por historia propensión al aislamiento. Pero su regreso al llano acentuó la tendencia. Las palabras de Máximo son atendidas por ella. También las de Carlos Zannini, el ex secretario general de la presidencia y ahora directivo de banco en Rio Gallegos. No hay más. Oscar Parrilli es un mensajero y burócrata. Alicia Kirchner se limita a recibir consejo de su cuñada porque está desbordada a raíz de la crisis que vive Santa Cruz. Todos los restantes kirchneristas que alardean de su vínculo con la líder, entre ellos Aníbal Fernández, refieren a una verdad a medias. Hablan con ella aunque sólo para escuchar sus órdenes. Aquel consejo de Máximo tiene dos peculiaridades. Una de forma. Otra de fondo. El hijo le dice Cristina, nunca mamá. Ni tampoco “vieja”. Quizás porque reconozca en ella a su líder político, luego del vacío que dejó la muerte de Néstor Kirchner. Valdría para entenderlo un regreso a la memoria: también la ex presidenta acostumbraba a llamar por el apellido a su marido. Al menos en sociedad. La privacidad la tuvieron blindada. Néstor fue siempre el jefe político indiscutido de su mujer. Y, según muchos entendidos, también un límite inhibitorio que se deshizo cuando el ex mandatario falleció repentinamente.
La otra parte del consejo de Máximo apuntaría a detener un fenómeno sobre el cual se estaría dando cuenta. La brecha cada vez más amplia entre el kirchnerismo y el peronismo. Con esa realidad, la construcción de una nueva mayoria que promociona Cristina para enfrentar a Mauricio Macri estaría condenada al fracaso. Algunos timbres de alarma sonaron muy fuerte incluso durante los actos del sexto aniversario de la muerte del ex presidente. Esa ocasión resultó otro síntoma de la soledad de Cristina. Recordó a su ex marido a través de un video. Pero por primera vez en seis años no asistió al mausoleo levantado en su honor en Río Gallegos. Prefirió viajar raudamente a El Calafate. Hay razones que lo explican. Aquella obra monumental fue construída por Lázaro Báez. Las cifras de dinero gastadas jamás quedaron en claro. Precisamente la ex mandataria debió declarar ayer ante el juez Julián Ercolini por “asociación ilícita”. Se trata de la forma arbitraria en que el empresario patagónico ahora detenido obtuvo obras públicas durante el ciclo K. “No fui socia, menos amiga” de él, le dijo al magistrado. Como detalle se puede consignar otra cosa. El mausoleo está en estado de deterioro. Con rajaduras y humedades. La anemia del kirchnerismo duro regaló otros registros. 


El acto central lo encabezó Máximo en La Matanza. Apenas con un par de dirigentes de cierta densidad política. Daniel Scioli, que aún no registra que la campaña del año pasado y los comicios ya concluyeron; Fernando Espinoza, el titular del PJ bonaerense y sombra de la intendente matancera Verónica Magario. Máximo tampoco tuvo demasiado foco. Confundió la recordación de su padre con un módico mitín en contra de Macri. En la Capital, el gremialista más K, el portero Victor Santa María, prefirió un homenaje académico. Quizás para evitar conflictos. Juntó al ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, al ex canciller Jorge Taiana, los ministros Ginés González Garcia y Daniel Filmus y una misiva de adhesión que envió el primer canciller de Kirchner, Rafael Bielsa. Santa María, originalmente, había pensado en algo más pomposo. Por ejemplo, congregar al primer gabinete de Néstor completo. Pero algunos de los convocados pusieron el grito en el cielo. ¿Quién se atrevería a compartir tribuna con el procesado Julio De Vido?. ¿Quién compartiría una tribuna codo a codo con Aníbal Fernández, el demonio bonaerense que ayuda a catapultar cada día a Maria Eugenia Vidal y fue partícipe indirecto de la coronación de Macri?. 

Tal vez la señal más llamativa de la recordación del ex presidente sucedió en su propia tierra, Santa Cruz. Todos los años, al menos hasta el jueves pasado, la Legislatura provincial se reunió para un homenaje. Discursos y aplausos como marco. La última semana ni siquiera se logró juntar quórum para el acto. Los consejos de Máximo a Cristina suelen tener un efecto efímero. Después de cada “tenés que aflojar” la ex presidenta ensaya algún gesto circunstancial. Hace, por ejemplo, un llamado a todos los peronistas, sin distinciones. Pero la generosidad le dura poco. Apenas Sergio Massa desoyó su invocación ordenó vapulearlo públicamente. Primero fue la diputada Juliana Di Tullio. Luego el propio Máximo. El consejero sometido. El diputado sabe que a Scioli lo tendrá de incondicional. La pieza que no querría perder sería la de Florencio Randazzo. Lo palmeó con palabras en el acto de La Matanza. El ex ministro del Interior sigue convencido que es temprano para salir de pre-campaña. Antes quiere tener dos pistas: la del derrotero judicial de Cristina; además si ya llegó el perdón por el desaire que le hizo a la ex presidenta cuando estaban aún en el poder.

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