Intransigencia. Kunkel y Máximo Kirchner, ayer de madrugada. (Diego Díaz) |
Por Clarín.- La interna opositora. El bloque de diputados del FpV no se termina de fracturar sólo por estrategia electoral.
Ya no es liberación o dependencia. Otras disyuntivas alteran el ritmo del peronismo por estos días. Gobernabilidad o intransigencia es la cuestión que divide aguas en el peronismo en estos tiempos de tránsito por el llano y que quedó reflejada en las diferencias de actitud al votar algo tan elemental para que el Estado pueda manejarse como una ley de Presupuesto. Con todo, existe otro dilema que se cruza como telón de fondo: preservación o ideologismo.
Concentrar el más compacto pack sub-40 no les impide a los diputados de La Cámpora caer en la misma crisis de abstinencia de poder que han padecido generaciones anteriores de peronistas. Efecto típico de quienes militan en un partido acostumbrado a perder la brújula cuando le toca ejercer la política sin tener a mano la ubre del Estado.
Sin estos condimentos sería díficil entender la escena “heavy” ocurrida el martes a la noche en el bloque del Frente para la Victoria, cuando se puso en discusión la actitud de José Luis Gioja de firmar el dictamen del Presupuesto 2017 junto al oficialismo.
Cuentan los testigos que Máximo Kirchner, en una arenga a toda furia (curiosamente el apelativo con el que era conocido su padre dentro del PJ), la emprendió contra aquellos que le daban la espalda al voto negativo anunciado por el bloque, dominado por 28 camporistas y una docena de ultra K, entre ellos Julio de Vido, Carlos Kunkel y Diana Conti.
“No se acuerdan todo lo que les dio nuestro gobierno en guita, obras, diques, rutas y teatros”, dijo, entre otras indirectas. Diques, rutas y teatros fue lo que el kirchnerismo construyó en San Juan. Gioja, ex gobernador y jefe nacional del justicialismo, no concurre a las reuniones de bloques desde hace meses, plantando una situación de pertenen cia ambigua. Pero su hombre de confianza, Héctor “El Turco” Tomas, tomó el guante y le replicó al hijo de Cristina y Néstor en el mismo tono subido de voz. “Cuántos de ustedes son afiliados al peronismo, se creen que llegaron para fundar la Patria y que antes no había nada”, encaró a Máximo, veinte años menor, enviando un mensaje al resto de los jóvenes K que comanda.
Hay entre la docena de votos que desertaron el jueves a la madrugada (sin contar a varios de los 8 kirchneristas ausentes) una línea común: la de representar el interés de gobernadores que vienen negociando la asistencia nacional al ritmo del más puro pragmatismo. Tal vez lo más llamativo en este caso fue la adhesión de los formoseños, incluido el número dos del bloque, Luis Basterra, pese a la dureza que hasta ahora mostraba el gobernador Gildo Insfrán en su relación con el macrismo.
Las grietas del FpV vienen de lejos y los 28 diputados que se alejaron del bloque desde diciembre son una prueba. Sin embargo, hay por el momento otra cuestión de pragmatismo puro que frena el quiebre final entre cristinistas y peronistas de Perón. Es la proximidad de la campaña electoral. Resulta que esa zanja que cruza al PJ desde la derrota del 2015 sólo parece irreversible para el armado de listas en la provincia de Buenos Aires. En el resto de los distritos se necesitan unos y otros para recuperar protagonismo en los comicios legislativos.
Un fantasma sobrevuela la falta de un nuevo liderazgo en el PJ, la figura de Sergio Massa altera más el pulso opositor que la posibilidad de un fortalecimiento de Cambiemos. Y provoca otro dilema: tender puentes o enfrentarlo. El líder del Frente Renovador padece sus propios fantasmas: Felipe Solá, Facundo Moyano y Héctor Daer lo tironean de vuelta al PJ del que huyó para captar electores de todo pelaje.