Por Ricardo Roa/Misiones para todos.-
El viejo régimen conservador construyó su poder sobre una combinación cínica y efectiva: gobiernos semifeudales en las provincias y liberalismo modernizante en la Capital. Fraude, patotas y policías bravas en el interior y discurso de progreso en las grandes ciudades. Clientelismo en los dos lados.
Bastante o mucho de eso hay en esta Argentina kirchnerista: derechos humanos y relato progre aquí y caudillos aliados como los Insfrán, los Alperovich y los Zamora, con vocación feudal que utilizan fórmulas conservadoras.
Estaba claro que el sistema electoral tucumano, diseñado para la trampa con las boletas colectoras o de acople, iba a terminar como terminó. Es una locura: uno de cada 25 tucumanos terminó siendo candidato. Poco importaba quiénes eran. Importaba que todos trabajaran para la fórmula del gobernador.
Cuando todo se descontroló, el Tribunal Electoral superó la hipocresía: decidió que había sido una elección “transparente”. Lo transparente fue lo que se vio sin preocupación alguna por ocultarlo: patotas quemando urnas, toma y daca de comida por votos, balazos.
La gente indignada comenzó a juntarse en la plaza Independencia y el gobierno de Alperovich aplicó el capítulo 2 del recetario conservador: la represión. El mismo kirchnerismo que saca chapa de progre diciendo que no hay que criminalizar la protesta social es el que criminaliza la protesta política usando a la Policía como fuerza de choque partidaria.
Alperovich dijo que hubo “excesos”, terminología que nos remite a la dictadura y que él justificó con el argumento de que los manifestantes atacaron la Casa de Gobierno a… naranjazos. Fueron atacados con naranjas y respondieron con gases, caballería y balazos de goma. Hubo 20 heridos.
Aníbal Fernández dijo que no sabe lo que pasó porque “a esa hora estaba durmiendo”. Justo él que habla de todo no sabe lo que pasó. También dio a entender que todo fue armado “desde afuera”. ¿En qué quedamos: sabe o no sabe?
Otra provocación del relato fue la de Alejandro Tullio, Director Nacional Electoral. Descubrió que “quemar urnas no es fraude”, declaración que tiene más formato de burla que jurídico. ¿Recién habrá fraude cuando se quemen todas las urnas?
Las cosas se llaman por su nombre. Aquí y en Afganistán. Elecciones turbias son elecciones turbias, represión es represión y feudalismo es feudalismo. Y Alperovich es también el jefe de Policía. Scioli será Scioli: el que pretende presentarse diferente. Pero es el mismo Scioli que quedó pegado y legitimando todo eso que pasó en Tucumán y que es lo peor de Tucumán.