Por Diario HOY.-
El Banco Central asistirá en todo este 2015 con alrededor de 100.000 millones de pesos al Tesoro nacional, aumentando aún más la deuda pública, que trepa a casi el 50% del PBI. La caída de uno de los grandes mitos de la década K. La mal llamada década ganada se ha valido de una serie de mitos económicos para sostener su relato, que en los últimos tiempos no han parado de caerse por su propia inconsistencia. Uno de ellos ha sido el de la deuda pública, que desde el kirchnerismo se habla de que es muy baja y llega al 8 por ciento del PBI, mientras que otros sectores indican que dicha deuda trepa nada menos que al 50 por ciento.
El kirchnerismo dejará un país que hace 4 años que no crece, con alta inflación, un desempleo cercano al 10 por ciento, con alto déficit fiscal, con serias distorsiones de precios relativos, con precios subsidiados en la energía y el transporte, aumento del Gasto Público, y una deuda pública intraestado, que en algún momento se va a tener que pagar.
Un informe de la consultora Ecolatina, dado a conocer ayer, señala que el Tesoro Nacional deberá tomar deuda por unos 100 mil millones de pesos durante 2015 para financiar el déficit fiscal que se generará por un aumento de gastos a un ritmo de 38% anual contra ingresos que crecen al 31%.
Según este estudio, si el Banco Central, que conduce Alejandro Vanoli, respeta los topes impuestos por las modificaciones a su Carta Orgánica, la transferencia al Tesoro tendrá un límite legal operativo de 200 mil millones de pesos, entre giros de utilidades y adelantos transitorios, y por lo tanto, deberá buscar financiamiento por 100 mil millones de pesos para cubrir el bache fiscal o en su defecto reducir el ritmo de expansión del gasto.
Eduardo Curia, exviceministro de Economía de la Nación, en diálogo con Hoy, expresó que “esto no es nada novedoso en la economía argentina de los últimos años, ya que ha sido una característica de este gobierno. Este elemento lo único que hace es ratificar las severas distorsiones que tiene el marco macroeconómico profundo, y a esto se le agrega el tema de la inflación, que viene siendo una distorsión radical de los precios relativos”.
Para el destacado economista, “la macroeconomía está desquiciada, y el gobierno lo único que hace es presentar un esquema precario, con un cometido muy limitado y de tránsito, que abre una problemática sumamente complicada que puede adquirir ribetes preocupantes al mediano plazo”.
La mayoría de las medidas económicas que efectuó el oficialismo han sido desacertadas y han agravado los problemas en vez de solucionarlos. El gobierno no va a corregir parte de los inconvenientes que efectuó, sino que por el contrario, se va a mantener firme en su postura y prosiga con una acción negativa para la economía nacional.
“En estos meses que quedan de gobierno kirchnerista, es irrisorio cualquier planteo de rectificación de la política económica, porque está visto que no lo harán bajo ningún concepto, eso no entra dentro de su visión política, entonces lo que queda es pensar en serio la macroeconomía, pero eso supone pensarla a partir del nuevo gobierno”, resaltó Curia.
La deuda pública, en vez de descender como marca la ficción oficial, no para de aumentar, lo que genera inconvenientes que se sienten a diario en la economía nacional. Esto lleva a una fuerte caída de la producción industrial, un estancamiento prolongado en la creación de empleo y una pérdida del poder de compra de los salarios, que ha sumergido al país en una fuerte agonía.
Contrario al discurso de desendeudamiento que suele enarbolar en público, el oficialismo no para de emitir nueva deuda a altas tasas de interés, y toma dinero prestado del Banco Central y de la Anses, comprometiendo recursos fiscales, que perjudican al país y sumergen en un serio aprieto a los que menos tienen, es decir, a aquellos a los que este gobierno dice representar con sus políticas de Estado.
Vanoli descartó una devaluación
El presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, aseguró que la devaluación "no es un camino adecuado para ganar competitividad", y consideró que del "cepo" cambiario se puede salir solo con de manera "gradual".
El funcionario comentó que con el Gobierno que asuma el 10 de diciembre próximo, tendrá que "coordinar, cualquiera sea, la política cambiaria".
"Pero creo que hay un consenso que se ha ganado en estos tiempos, incluso entre los candidatos de la oposición, de que la devaluación de la moneda no es un camino adecuado en Argentina para ganar competitividad, porque tiene costos sociales y pocas ventajas", añadió.
Vanoli aseguró que "las expectativas cambiarias se van a seguir acomodando a la baja sobre la base de la recuperación".
"En campaña, algunos candidatos plantean las cosas de una manera, pero me parece que en el Gobierno van a cuidar la estabilidad cambiaria", comentó el funcionario.
Manotazos desesperados
El faltante de 100 mil millones de pesos para cubrir el déficit del Gasto Público que avanza a grandes pasos en la era K, es un problema de difícil solución en opinión de los especialistas.
Ante la imposibilidad de bajar el gasto en un año electoral, una opción de la que dispone el gobierno es conseguir financiamiento en pesos para contener el Gasto. “Es un tema que no se puede contestar desde la contabilidad, creo que los límites económicos están todos establecidos, y es muy escasa la posibilidad que tiene el Banco Central de seguir asistiendo sin caer en el colapso”, le manifestó a Hoy el profesor en la Universidad Nacional de Rosario y la UBA, Julio Gambina.
Para el economista y Doctor en Ciencias Sociales, “el Banco Central se ve carcomido en sus divisas por un gobierno que no ha sabido manejar el gasto y que apela a esta clase de manotazos o al reendeudamiento externo para intentar sostener un relato hasta el final de su gobierno en diciembre. Lamentablemente todo esto lo pagaremos los argentinos teniendo que ajustar los cinturones aún más en el futuro cercano”.
Los errores estratégicos de la conducción económica nacional que encabeza Axel Kicillof, está llevando a la Argentina a un verdadero descontrol que sumerge al país en un laberinto donde la salida se encuentra cerrada y muy difusa.