Por Ámbito.-
Las negociaciones entre empresarios agropecuarios y los sindicatos aceiteros continuarán este viernes desde las 14 con otra reunión clave en el Ministerio de Trabajo para intentar destrabar el conflicto, que ya cumplió 19 días de paro.
El líder de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Daniel Yofra, reveló que en el encuentro de este jueves no se llegó a buen puerto. "Luego de varias horas de negociación no pudo alcanzarse un acuerdo paritario", afirmó, y confirmó que las dos partes convinieron seguir la discusión. Yofra informó que la mesa paritaria fue encabezada por el propio ministro de Trabajo, Carlos Tomada. "El gremio aceitero ratificó el reclamo de un aumento salarial del 43% y de ninguna manera aceptará techos salariales, porque las ganancias en las empresas multinacionales de la actividad fueron y son siderales", aseguró el dirigente sindical.
El gremialista agregó que "no hubo ofrecimiento concreto de las empresas" y ratificó que el congreso y el plenario del gremio ya había mandatado en febrero último a la conducción sindical para reclamar más de un 40% de mejora salarial.
El convenio venció en marzo pasado. El sindicato pide un incremento muy por encima del 27% que consiguieron en promedio los principales gremios esta semana. Según argumentan, "el Convenio Colectivo de Trabajo 420/05 se encuentra vencido desde el 31 de marzo", y solicitan una actualización salarial para la categoría inferior del 42,2%, al pasar de los $ 10.500 a $ 14.931. Sin embargo, Ámbito Financiero reveló que el reclamo salarial del 42,2% es sólo para un 20% de los trabajadores (que están en la categoría más baja); para los de las más altas el pedido llega al 48%. En tanto, la Federación ratificó el jueves a última ahora la continuidad del paro general y el bloqueo de los puertos de las ciudades de Bahía Blanca y San Lorenzo hasta que haya "respuestas satisfactorias al reclamo de los trabajadores". Este viernes el paro entró en su decimonoveno día, con piquetes en Ingeniero White y Galván. Pero además, se empezó a sentir en las propias plantas procesadoras sanlorencistas de las multinacionales Dreyfus y Cargill.