Por Diario HOY.-
Como lo hace todas las semanas, Cristina Kirchner habló en cadena nacional para dar a conocer acciones de gobierno que no hacen más que demostrar, en sí mismas, el fracaso rotundo de una gestión que transita la recta final.
Ayer, rodeada de intendentes y funcionarios que trabajan como aplaudidores, como así también de militantes rentados que apenas pueden llenar los patios internos de la Casa Rosada, la primera mandataria anunció que la asignación mensual para los jóvenes de 18 y 24 años que no trabajan pasará de 600 a 900 pesos.
Si luego de la mal llamada “década ganada”, con varios años de crecimiento macroeconómico récord que se generó a partir de un mundo que demandó masivamente la soja y los commodities que proliferan en nuestro suelo, tenemos 1,5 millones de jóvenes que deben ser subsidiados debido a que no estudian ni trabajan, es porque la Argentina está sumida en lo más profundo del subdesarrollo.
Es cierto que los Kirchner recibieron un país con infinidad de complicaciones económicas y sociales, pero su principal fracaso radica en haber dilapido una oportunidad única para cambiar la historia. Nunca antes en la Argentina un gobierno tuvo la cantidad de recursos que manejó el kirchnerismo desde el año 2003, contando además con superpoderes otorgados por el congreso para readecuar partidas de forma absolutamente discrecional. ¿Qué se hizo con todo esa masa constituida por billones de pesos? Además de alimentar la corrupción, que involucra prácticamente a todos los funcionarios de la administración K, se financiaron planes sociales de carácter clientelar que no hacen más que condenar a los pobres a ser cada vez más pobres.
En pleno siglo XXI, brillan por su ausencia las fabricas y los talleres que se debería haber instalados en las cercanía de cada escuela y de cada universidad, para que cada familia pueda tener acceso a un trabajo genuino y así poder cumplir con el sueño de que sus hijos puedan ser profesionales. No se trata de una panacea: hasta hace algunas décadas, ese era el panorama que se vivía en una Argentina que no necesitaba que el Estado subsidie a la pobreza ni a la clase media. al existir pleno empleo y una movilidad social ascendente marcada por un sistema educativo público de excelencia, que era la envidia del resto de América Latina. Lamentablemente, esa Argentina ya no existe. Se trata del resultado de un plan deliberado que consiste en atacar y castigar a todo aquel que produce, chupándole la sangre con impuestos extorsivos y regresivos.
Tanto a Cristina como a sus aplaudidores les hace falta un baño de realidad. No le vendría mal a la primera mandataria volver a La Plata -donde nació, estudio y se casó- y ver en lo que se ha convertido la ciudad, producto de las políticas económicas que implementó su gobierno.
Una región que supo ser un faro de la cultura, de la ciencia y del progreso en el continente, con un cinturón industrial que producía valor agregado y generaba masivamente empleo genuino, se ha convertido en un lugar con más de 130 asentamientos, con miles de familias viviendo en condiciones infrahumanas.
El panorama es aún más preocupante en el Conurbano, en barriadas que se encuentran a tan solo 30 o 40 kilómetros del Obelisco, donde se registra un avanzado proceso de africanización. Allí hay miles de compatriotas que viven como si en la Argentina hubiese habido una guerra nuclear: sin acceso a los servicios básicos, tomando agua contaminada y habitando casas de cartón, padeciendo enfermedades que ya hace tiempo deberían estar erradicadas. Este es el país socialmente fracturado que dejará el kirchnerismo: por un lado, todos los que aún podemos elegir la comida, y debemos vivir entre rejas para evitar ser víctimas de la inseguridad, y por el otro lado un sector muy importante de la población que debe sobrevivir en la más absoluta marginalidad, sin haber conocido nunca la cultura del trabajo y la posibilidad de ascender en la escala social dignamente, en función del esfuerzo y del sacrificio.
Nueva provocación de CFK
Luego de la cadena nacional, Cristina se dirigió a la militancia rentada reunida en los patios de la Casa Rosada. Allí, desde uno de los palcos, hizo un claro gesto de provocación al desmerecer a los miles y miles de argentinos que, el pasado 18 de febrero, se movilizaron en las calles de todo el país parta pedir justicia por la muerte del fiscal Alberto Nisman.
"Este 1º de marzo acompañaron no a una mujer, no a una Presidenta, sino a un proyecto político. Y debo ser tan sincera que debo reconocer que los dirigentes muchas veces nos equivocamos. Yo sabía que iba a haber muchos compañeros, pero me sorprendió la cantidad de gente que fue sola, algunos por primera vez fueron a dar su adhesión a un proyecto. Fue bajo la lluvia y sin paraguas", afirmó Cristina, comparando con la marcha del 18 de febrero. En otras palabras, para la presidenta es mucho mas valorable los militantes rentados y los beneficiarios de planes sociales que son extorsionados para participar en las marchas de apoyo a su gobierno, que aquellos ciudadanos que, autoconvocados, sin banderías políticas, hicieron sentir su estupor ante un gobierno cada vez más corrupto, autoritario y soberbio.
