Maximiliano Rusconi, abogado penalista, defensor de Diego Lagomarsino |
Por infobae.-
Maximiliano Rusconi aseguró que el empleado que le habría prestado un arma al fiscal Nisman es "un muchacho que no puede creer lo que le está pasando". Esta tarde dará una conferencia de prensa
Maximiliano Rusconi, abogado de Diego Lagomarsino, repasó la versión de los hechos del empleado de Alberto Nisman que horas antes de la muerte del fiscal ingresó al complejo Le Parc de Puerto Madero con un arma de fuego.
Ratifica la crónica que publicó Infobae el martes. El letrado adelantó que pedirá que la fiscal Viviana Fein cite a declarar a la presidente Cristina Kirchner y al secretario general Aníbal Fernández por los dichos que involucran a su cliente.
"Es muy sorprendente cómo a raíz de la decisión de la Presidente de involucrarlo en esta trama, aparecen programas de televisión que presentan a Lagomarsino como si fuera... Él es un muchacho que no puede creer lo que le está pasando. Sería bueno que ella y el señor Aníbal Fernández se presenten a declarar como testigos. Noté que la Presidente tiene un montón de información y voy a pedir que los citen", aseguró Maximiliano Rusconi en diálogo con radio Mitre.
El letrado dijo que es increíble que un Presidente de la Nación se ocupe de leer los tuits de Lagomarsino. Esta frase está vinculada a los dichos de Cristina Kirchner en cadena nacional, quien calificó al colaborador de Nisman como un férreo opositor al Gobierno por los mensajes que surgían en las redes sociales.
Incluso Rusconi comentó que le preguntó a su defendido qué opinaba al respecto y la respuesta que recibió fue: "Soy un gil".
En este sentido el abogado remarcó: "Es increíble que (Lagomarsino) tenga que autocriticarse por haber tenido una opinión política en redes sociales".
También hablaron sobre la supuesta relación íntima que desde el oficialismo aseguran existía entre el fiscal y su asistente técnico. "Él habla todo el tiempo de su jefe, hace menciones que refieren a una relación de subordinación, y que por el tipo de trabajo que realizaba podía llamarlo incluso un sábado. También describe que era una persona atenta que lo llamaba para sus cumpleaños, pero los saludos eran lacónicos del estilo: `Feliz cumpleaños campeón´, no más que eso. Incluso dijo haberle pedido consejos y el fiscal no se los dio argumentando que no estaba para eso. No hay datos que distingan una amistad y menos de otro tipo de relación", definió categórico el abogado.
Rusconi también cuestionó los dichos del ex interventor de la PSA, Marcelo Saín, quien declaró públicamente que Lagomarsino se había presentado como agente de inteligencia en 2005, versión que fue negada por el asesor legal. Notablemente enojado, el abogado pidió que Saín se presente a declarar bajo juramento. "Él está obligado a ofrecer este testimonio y a mí me va a interesar mucho escucharlo; me llama la atención que aparezca ahora, después de que la Presidente instalara esta hipótesis", reflexionó.
El abogado también negó las versiones que vinculaban a Lagomarsino con el ex agente de inteligencia Antonio "Jaime" Stiuso. Descartó además una supuesta entrevista donde el joven había declarado que el fiscal estaba asustado por un llamado del ex integrante de la SIDE.
Algunos funcionarios nacionales habían puesto también en tela de juicio el valor del contrato del empleado de la UFI-AMIA. El profesional reveló que los ingresos mensuales de Lagomarsino ascendían "en mano" a 32.000 pesos, cifra que no se encuentra entre las más altas del escalafón judicial. Recordó también que es la procuradora Alejandra Gils Carbó la que todos los meses autorizaba ese gasto en las partidas presupuestarias. "¿Cuánto debería ganar Lagomarsino para dejar de ser sospechoso?", ironizó Rusconi.
Los encuentros con Nisman
Rusconi calificó a Lagomarsino como un "muchacho joven que no puede creer lo que le está pasando". De acuerdo a su versión de los hechos, el fiscal Nisman llamó al empleado informático el sábado a la tarde. Lagomarsino estaba acostumbrado a que el funcionario judicial de la causa AMIA lo llamara en cualquier momento del día para resolver cuestiones vinculadas a sus computadoras.
Lagomarsino recibió el llamado cerca de las 16 y acudió inmediatamente a la torre Parque del complejo Le Parc de Puerto Madero, donde vivía Nisman. Conocía el lugar porque ya había estado allí en ocasiones anteriores. Esta vez el fiscal no le hizo consultas vinculadas a la informática, sino que recibió un sorpresivo pedido.
"Subió como siempre por la puerta de servicio. Comenzaron a hablar y ahí sorpresivamente el fiscal le preguntó si tenía un arma. Él se sorprende mucho. '¿Qué me estás preguntando?', le respondió Lagomarsino", relató su abogado.
Y continuó: "Él le contó que tenía un arma vieja, que no estaba mantenida. Nisman le insistió y le dijo que tenía miedo por la seguridad de sus hijas y mencionó a algún fanático que podría intentar hacerles daño. Lagomarsino le pidió tiempo para pensar dónde podría estar el revólver".
El colaborador de Nisman se retiró del departamento y repensó la decisión. Finalmente llegó a su casa, tomó el arma -cuyo cuerpo, cargador y balas estaban separados-, la guardó en un bolso y volvió al departamento del fiscal. En un segundo encuentro, Lagomarsino dice que coincidió en el ascensor con un custodio al que el fiscal le entregó un sobre papel madera.
En este segundo encuentro a Lagomarsino le llamó la atención que el fiscal lo invitara a retirarse del edificio por el ascensor principal, algo que no era habitual. Allí el joven se encontró con otras cinco personas que descendían algunas a la Planta Baja y otras a las cocheras.
Rusconi negó terminantemente las versiones que indican que Lagomarsino se retiró el domingo del complejo de edificios. Es más, adelantó que solicitará las cámaras de la autopista Illia para cotejar la coartada. Por allí se cree que circuló el joven con su camioneta cuando se retiró del edificio de Puerto Madero.
En su relato, Lagomarsino dice que no vio nada raro en la actitud del fiscal. Sólo mencionó que a Nisman se le humedecieron los ojos cuando habló de sus hijas. En otras ocasiones, cuando el fiscal estaba alterado o preocupado, su malhumor era evidente, dijo el colaborador.
Pese a que forma parte del secreto profesional, Rusconi reveló que el contacto con Lagomarsino surgió a partir de una amistad en común. Es más, aseguró que probablemente su estudio no vaya a cobrar los honorarios correspondientes a este tipo de casos, pero fue tal la conmoción que le generó la investigación que no dudó un segundo en asumir la defensa.