Por Guillermo Cherashny/El Informador.-
No se sabe a ciencia cierta si la repentina faringitis que afecta a la presidente por todo el fin de semana no sería en realidad una reacción psicosomática por la coincidencia opositora para derogar las leyes de superpoderes, pago soberano, abastecimiento, antiterrorista, modificación del Consejo de la Magistratura, Código Civil y Comercial y otras más, que facilitaron la concentración del poder presidencial. En uno de los pocos puntos de coincidencia, el Frente Renovador, el PRO, la UCR y el Socialismo convergen en que el próximo presidente debe cumplir a rajatabla la división de poderes. Gane quien gane la presidencia, hay conciencia de que la experiencia de doce años de unitarismo fiscal y concentración del poder político está terminando en un desastre cuyo final puede ser otra crisis macroeconómica. Y aun si ésta no ocurre, lo más probable es que se vea a un gobierno que llega con muletas, como dijo hace más de 40 años el líder radical Ricardo Balbín. El gobierno llegará a su final en el mejor de los casos con una recesión del 4% y una inflación del 50%, dejando al BCRA casi sin reservas.
Varios especialistas en descifrar la personalidad de CFK creen con sobradas razones que la presidente quiere quedar en la historia como una reformista de edificios, códigos y otras leyes fundacionales y que para ella es demasiado duro pensar que dentro de un año la mayor parte de esas grandes conquistas serán derogadas o modificadas y que su régimen autoritario en lo político y centralizado en materia fiscal será modificado para siempre. Y no sólo eso, sino que también sería exhibido como un régimen político denostado por la historia como un modelo dictatorial y corrupto. Semejante balance no sólo impedirá el regreso por la vía electoral del kirchnerismo sino que los tribunales la citarán en numerosas causas penales que la convertirán en visitante vitalicia de Comodoro Py.
El desconcierto prevalece
Nuevamente Axel Kicillof y Alejandro Vanoli, el flamante presidente del BCRA en una reunión de la semana pasada en el JP Morgan, el importante banco de inversión de Wall Street, mencionaron la posibilidad de un acuerdo con los holdouts en el próximo enero. Como parte de un menú de opciones también se dice que Kicillof planteará en enero una nueva reestructuración de toda la deuda de los holdouts y de los bonistas que entraron al canje. Si optara por esta alternativa, la podría también poner en práctica ahora. Pero el problema es que Cristina no tiene idea de qué hacer, aunque siga con su guerra de Patria o buitres. Pero quizás la profunda recesión e inflación con la cual finalizará el año se puede extender agravada en el 2015 y con una posibilidad del 50% de una crisis macroeconómica similar a las del ‘89 o el 2001, que llevaría al cristinismo a una derrota aplastante en las elecciones.