HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

lunes, 30 de junio de 2014

LAS GENIALIDADES DE PELÍCULA QUE NOS LLEVAN AL DERRUMBE.


   Por Fernando Gonzalez: Director Periodístico /El Cronista.- Las cartas están echadas. Y el final del gobierno de Cristina Kirchner transcurrirá en medio de los temblores de un terremoto político y económico. Las decisiones de dos jueces, el estadounidense Thomas Griesa y el argentino Ariel Lijo, determinaron que la Argentina vuelva a sufrir los síntomas de un final de ciclo caótico e incierto. La Presidenta cometió los errores necesarios para que lo que pudo finalizar bien termine mal. Ignoró a los fondos buitre que no entraron a los canjes de la deuda externa. Y defendió al vicepresidente Amado Boudou como si el caso Ciccone fuera el producto de una conspiración y no la trama de un negocio espurio entre funcionarios, amigos del poder y empresarios sin escrúpulos.
El resultado es esta nueva versión del desencanto institucional que el viernes sacudió a la Argentina. El episodio de la negociación con los fondos buitre es una película de los hermanos Coen. Como en Fargo o en No Country por Old Men, los actores protagónicos del Gobierno ensayan maniobras inesperadas para evitar el cumplimiento sensato de la ley. Se presentan como presuntas genialidades. E incluso cuentan con el apoyo de muchos dirigentes opositores, que por incapacidad o por una rara especie de complejo de inferioridad, alimentan el ego invencible del kirchnerismo. Pero cuando el escenario es un universo racional como la justicia estadounidense, las genialidades van cayendo una tras otra hasta quedar en evidencia. Las propuestas del ministro Axel Kicillof, ordenadas o avaladas por Cristina, nos pusieron por segunda vez en 12 años, al borde del default. Así pasaron el fallido cambio de jurisdicción para los bonos argentinos con sede legal en Nueva York. Y el adelanto del pago a los bonistas reestructurados para que fuera el juez Griesa quien pisara el palito y apurara el pago a los fondos buitres sin necesidad de ir a negociar a su despacho. Hace tiempo que las genialidades dejaron de surtir efecto. Y lo más probable es que jamás hayan existido. 


Ya sabemos que ni el cepo cambiario, ni el atropello a Repsol ni los Cedines para un blanqueo masivo de capitales han sido genialidades. Cada una de esas argentinadas las estamos pagando en efectivo, con bonos a 10 y a 20 años y con la recesión dolorosa que sufrimos en la actualidad. Algo parecido sucede con el insostenible Boudougate. La estrategia para enfrentar las evidencias del ilícito popularizado como causa Ciccone siempre estuvieron marcadas por la soberbia. La grandilocuencia del Vicepresidente. Echar al juez, al fiscal, al Procurador de la Nación y a cualquiera que se pusiera delante. Ir a Tribunales bajo la lluvia, adelantar las indagatorias, llevar las cámaras de TV sólo para intimidar a quienes ya no se sienten intimidados. El acta de procesamiento de Boudou es una respuesta abrumadora por la cantidad y la calidad de los datos investigados. Sólo un cambio profundo de la Presidenta podrá revertir el escenario sombrío del presente. Negociar con firmeza pero sin altanería con los buitres. Facilitar y no obstaculizarle a la Justicia el camino para desbaratar los negocios fraudulentos al amparo del Estado. Su gestión será mucho mejor recordada si los avances sensatos reemplazan a las genialidades de vuelo corto tan características de nuestra historia.

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