Por Víctor A. Beker*/El Cronista.-
Para el pasado 23 de abril estaba anunciada la difusión por parte del Indec de las estimaciones de pobreza e indigencia para el segundo semestre de 2013. Imprevistamente, a la hora anunciada para dicha difusión, se informó que la misma no se llevaría a cabo.
¿Cuál fue la razón que motivó este nuevo papelón por parte del organismo?
La tasa de pobreza mide la proporción de la población cuyos ingresos no alcanzan para adquirir la Canasta Básica Total mientras que la de indigencia totaliza la proporción de la población con ingresos menores a la Canasta Básica Alimentaria. Según el Indec, esta canasta que mide el ingreso mínimo que una persona debe tener para alimentarse durante un mes en diciembre pasado se podía adquirir en $254,78. ¡Obsérvese el nivel de precisión de la medición!
Ahora bien, si uno toma dicha canasta y le aplica los valores del programa Precios Cuidados publicado por la Secretaría de Comercio dicha canasta tiene actualmente un valor de $606,82 o sea un 138% mayor al dato del Indec.
Por tanto, si el ministro de Economía daba a conocer la medición del Indec, inmediatamente iba a surgir la pregunta de si entre diciembre y abril de este año los precios se habían incrementado en un 138%. Como, obviamente, respondería negativamente debería explicar que los precios tomados por el Indec en diciembre no tenían nada que ver con la realidad como ha venido sucediendo desde 2007. Pero entonces debería admitir que la indigencia es muy superior a la que viene proclamando el Indec en base a utilizar, para el cálculo de la Canasta Básica Alimentaria, precios totalmente fantasiosos. Algo similar ocurre con el cálculo de la pobreza. El valor de la Canasta Básica Total era de $577,23 para el Indec en diciembre. Utilizando como base el valor de la línea de indigencia calculada en base a Precios Cuidados dicha cesta tiene un valor hoy de cuanto menos $1.377. Estas cifras ubicarían las estimaciones en valores cercanos a los calculados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina: 5,5% para la tasa de indigencia y 27,5% para la de pobreza.
Pero estos resultados derrumban el relato oficial acerca de la década ganada. Son cercanos a los que imperaban a fines de 2006, que fue el último dato confiable que brindó el Indec.
En verdad, sólo puede hablarse de quinquenio ganado en materia de pobreza e indigencia: las tasas cayeron drásticamente entre 2002 y 2007. Pero a partir de 2008, con la crisis del campo primero, el impacto de la crisis internacional y la creciente inflación la tasa de pobreza dejó de descender. La única novedad de este período fue la institución de la Asignación Universal por Hijo que posibilitó una reducción de la indigencia.
En momentos en que comienza el debate acerca de las políticas a seguir a partir de diciembre de 2015 resulta imperioso diseñar una estrategia de crecimiento que apunte prioritariamente a sacar de la pobreza al más del 25% de la población total que hoy revista en esa situación.
Pero ello requiere como condición sine qua non contar con estadísticas confiables sobre su magnitud y distribución territorial. Normalizar el Indec es un prerrequisito de cualquier política pública seria.
*Economista. Ex director de Estadísticas del Indec