Por Carlos Tórtora/El Informador.-
Ganan De Vido, Randazzo, Scioli, Boudou y Domínguez. Pierden CFK, Urribarri y Máximo Kirchner.
Las derivaciones políticas del escándalo que envuelve a Carlos Zannini, su segundo Carlos Liuzzi, el empresario Guillermo Greppi y el Juez Federal Norberto Oyarbide tiene múltiples aspectos. El impacto negativo mayor lo sufre, sin duda, la presidente, justamente porque Zannini es su mano derecha y, al menos hasta ahora, había conseguido flotar relativamente indemne de cualquier acusación de corrupción.De algún modo, las sospechas sobre el grado de conocimiento que CFK podría tener sobre el tema son aún mayores a las del caso Ciccone, dada la proximidad entre Cristina y Zannini. Pero hay otro efecto negativo, en este caso indirecto, y es que la llegada al Consejo de la Magistratura del caso Oyarbide, acusado de dar marcha atrás a un allanamiento por indicación de Liuzzi, pondrá otra vez sobre el tapete el célebre fallo por el cual aquél sobreseyó en el 2010 al matrimonio Kirchner en la causa en la que se investigaba su presunto enriquecimiento ilícito.
El fallo en cuestión quedó seriamente expuesto el año pasado a partir de que aparecieron nuevos indicios de enriquecimiento ilícito con los abultados alquileres de los hoteles de los Kirchner que pagaba Lázaro Báez. En síntesis, el caso Liuzzi-Greppi amenaza con abrir una brecha más peligrosa para CFK que el caso Ciccone. Si el tema se instala mediáticamente y Zannini sufre cierto debilitamiento, esto afectaría, por ejemplo, a Máximo Kirchner, que hoy funciona asociado a él. En cambio, habría una larga lista de festejantes.
Por ejemplo, el Ministro de Planificación, Julio de Vido, resentido por supuestas operaciones de Zannini para ubicarlo como el eje de la corrupción oficial. Amado Boudou, como es obvio, no puede menos que sentirse aliviado.
Muchos afectados
Un Zannini golpeado también le daría alas al Ministro del Interior Florencio Randazzo y al Presidente de la Cámara de Diputados. Ambos pretenden desplegarse como eventuales candidatos a la gobernación bonaerense y tal vez a la presidencia -o la vice-, chocando con los límites que les impone Zannini. En cambio, para el ya lanzado precandidato a presidente Sergio Urribarri, si Zannini se deteriora se debilitaría su principal base de sustentación en Olivos. En síntesis, para un monje negro cuyo mayor éxito es tal vez que nadie conoce en realidad el alcance de su poder, quedar en el foco de la atención pública es lo peor que puede ocurrirle. Prueba de ello es el papel destemplado que tuvo Zannini en su aparición en el Congreso, horas después de que se desatara el escándalo, episodio que demuestra su ineptitud para manejarse ante las cámaras.
En la lista de eventuales beneficiarios hay que anotar a Daniel Scioli, que debe sufrir diariamente las maniobras que Zannini motoriza para limitar sus movimientos.
