Por Juan Diego Wasilevsky/iProfesional.- Con ingresos creciendo por debajo de la inflación, los argentinos se preparan para bajar un cambio en su ritmo de compras. La quita de los subsidios erosionará el poder adquisitivo. Autos, electrónica y turismo, entre los más afectados. ¿Cómo influye el "dólar ahorro"? Lo que viene. Durante los últimos meses de 2013 se especulaba con la posibilidad de que el Gobierno activara el "piloto automático" y pateara los problemas hacia adelante para dejárselos a la próxima gestión.
Pero el desfasaje cambiario y la acelerada pérdida de reservas hicieron imposible que el Ejecutivo no introdujera cambios en la política económica.
Ahora, la administración K -frente a los micrófonos o por las redes sociales-, parece estar un ciento por ciento enfocada en el control de precios, especialmente tras la devaluación y el impacto en los valores de un amplio abanico de productos.
Las denuncias de consumidores, algunas de las cuales luego son respondidas personalmente por la propia Presidenta; o la amenaza de organizaciones kirchneristas de incautar mercadería en caso de que no se respete el plan de "Precios Cuidados", no hicieron más que agregarle dramatismo a una estrategia en la que pocos economistas confían.
Sin embargo, por detrás de este plan con el que se busca echar culpas a "empresarios especuladores", el Gobierno viene ensayando una serie de medidas que, en otros tiempos, hubiesen sido señaladas como "ortodoxas" o "liberales" por parte de los propios funcionarios K.
La devaluación de enero último, la suba de la tasa de los créditos, la desaceleración en el ritmo de emisión y el comienzo de lo que parece ser un sinceramiento de la inflación, son pruebas de ello.
Todas estas decisiones están impactando de lleno en lo que hasta ahora fue el gran dinamizador de la economía: el consumo.
En definitiva, el Ejecutivo está optando por enfriar la economía y evitar que los desfasajes hagan eclosión antes de 2015.
"El Gobierno está intentando alargar la vida útil del modelo.
La caída de reservas se convirtió en una espada de Damocles que lo ha obligado a dar pasos que antes no figuraban en su agenda", destacó Jorge Vasconcelos, economista del IERAL.
Para Dante Sica, director de la consultora Abeceb, la abrupta devaluación de enero último es una de las "amargas" decisiones que debió tomar la administración K.
Pero, a diferencia de otras depreciaciones de la moneda local, para el experto, este salto del dólar "no se tomó como un instrumento para promover el crecimiento, sino como una medida obligada frente a la necesidad de corregir desequilibrios".
Sica remarcó que "toda devaluación deprime los salarios reales", de modo que "el impacto adverso en el corto plazo sobre la actividad y el consumo será difícil de evitar".
En esta dirección, el Gobierno también está sacando el pie del acelerador de la "maquinita" de imprimir billetes, para evitar seguir echándole nafta al problema de la inflación, toda una novedad para una administración que siempre denostó vía cadena nacional cualquier medida con aires de ajuste.
"Esta es una política claramente contractiva", resumió el consultor Andrés Méndez, frente a la decisión oficial de reducir la emisión a un ritmo del 22% anual, el nivel más bajo de los últimos cuatro años.
"El Gobierno se vio obligado, por un lado, a ajustar el gasto público y, por otro, ajustar la oferta monetaria con la consiguiente suba de las tasas de interés. Y no hay nada que potencie más las fuerzas recesivas que disminuir el gasto público y aumentar las tasas al mismo tiempo", resumió Sica.
Claro que, a todas estas variables mencionadas, deberá sumarse otra que es fundamental para explicar el futuro inmediato del consumo y el impacto en la clase media: la pérdida del poder adquisitivo en términos reales frente a la suba de precios.
Al respecto, según estimaciones de Fundación Mediterránea, la tasa de inflación este año podría ubicarse en un nivel del 34%, unos seis puntos por encima del nivel registrado en 2013.
Como contrapartida, los ingresos se moverán en una franja que irá del 25% al 33%.
Bajo estas premisas, desde la consultora estiman un claro impacto negativo en el ritmo de actividad y, lo que es más preocupante, un fuerte aumento de la tasa de pobreza, que podría subir a un rango del 30%, lo que relegaría a un sector de la población del circuito de consumo.
A este combo hay que agregar la fuerte suba de tasas a las que coloca deuda el BCRA para mejorar el incentivo a quedarse en pesos, en un contexto de aceleración de la devaluación.
El impacto inmediato fue un fuerte encarecimiento de las líneas de financiamiento dirigidas a los particulares, dado que elevó el costo de los préstamos personales y de las tarjetas de crédito a un 80% promedio.
La clase media se ajusta los cinturones
Frente a este panorama adverso para el consumo, Jorge Colina, economista de IDESA, consideró que "el primer gasto que revisará la clase media es el de los bienes durables y semidurables, debido a un encarecimiento de los precios tras la devaluación y al acortamiento de los planes de financiación".
"Autos, viajes, artículos del hogar y electrónica son algunos de los rubros que se verán más afectados, porque se marcó un punto de inflexión en la estrategia de licuar el pago de cuotas con las mejoras en las remuneraciones", acotó Colina.
En el caso del sector automotriz, todas las terminales están ajustando números a la baja. Tras tocar un récord de 955.000 unidades vendidas en 2013, las proyecciones ya marcan una fuerte reducción en el nivel de ventas previsto para este año.
Desde Abeceb prevén una importante baja del orden del 20% en un escenario base, lo que implica que se comercializarán casi 200.000 autos menos.
Entre los empresarios, el panorama luce incluso más negro, como se desprende de las proyecciones del Grupo Dietrich, desde donde prevén ventas no más allá de las 650.000 unidades, lo que implicaría un derrumbe del 32%.
En diálogo con iProfesional, Gabriel Caamaño Gómez, del Estudio Ledesma, detalló que "los autos recibieron el golpe de la devaluación y del impuestazo, que está repercutiendo hacia los vehículos de gama media y baja", con modelos importados que se encarecieron hasta un 100% y masivos que, en algunos casos, acumulan alzas del 30% desde diciembre.
"Este año, la demanda claramente va a ser mucho menor que la de años previos", detalló el experto.
Y no sólo porque financiar la compra de un 0Km ahora sea más caro, sino porque el salto en los precios provocó un cambio fundamental para los consumidores: "Los autos se habían posicionado como alternativa de refugio y esto se terminó. Ahora hay coberturas mejores, como el dólar, dadas las expectativas de que seguirá incrementándose".
"El hecho de que el Gobierno haya flexibilizado el acceso a la divisa estadounidense, con la posibilidad de ir a un mercado legal y a un precio menor que el del blue, le generó una competencia muy fuerte a los bienes de consumo durables. El que dispone de un plus y compra dólares, considera que tarde o temprano obtendrá una rentabilidad y eso le quita dinamismo a otras opciones, como los autos", detalló Ledesma.
Sucede que, al poder dolarizar el 20% del ingreso cada mes, el monto que un ahorrista autorizado por la AFIP puede destinar a billetes verdes compite directamente contra la cuota de un préstamos prendario o de un viaje al exterior.
Según los últimos datos del fisco, los argentinos ya compraron por esa vía unos u$s300 millones, cifra que implicó menos fondos hacia el blue o al consumo.
Este nuevo escenario también le pega al turismo internacional, sector que, además de competir contra la flexibilización del cepo, también sufrió otros tres golpes adicionales: devaluación, aumento del recargo al 35% en diciembre y acortamiento de los planes de financiación.
Según Caamaño Gómez, "el 35% había desinflado un poco la actividad y el salto del dólar terminó golpeándola aun más".
No es para menos: la combinación de ambas variables generó un encarecimiento de los gastos en el exterior de casi un 100% respecto a enero pasado.
Y si todavía no se observó un desplome en la cantidad de turistas que parten de Ezeiza, "es porque muchos, antes de la aplicación del recargo, aprovecharon para comprar anticipadamente, incluso para viajar en vacaciones de invierno", acotó el economista del Estudio Ledesma, para quien el sector de ahora en más se despedirá de los récords.
Así las cosas, desde la consultora AMF prevén que el déficit de la cuenta turística, que en 2013 alcanzó los u$s7.000 millones, este año se mueva en torno de los u$s4.900 millones, es decir, un 30% menos.
Por el lado de la electrónica, los expertos también son pesimistas: si bien el Gobierno logró contener las subas de precios y topearlas en un 7,5% tras la devaluación, no pudo hacer nada para sostener el esquema de financiamiento, que se despidió del "estándar" de 12 cuotas sin interés.
Lo que prima ahora son los 6 meses de plazo. Quien quiera más, deberá convalidar una tasa de interés de hasta 40%, es decir, muy por encima de la inflación proyectada.
Caamaño Gómez agregó otro dato no menor: al acortar los plazos, los consumidores tienen menos cupo para gastar con la tarjeta. "El valor de la cuota de dos electrodomésticos financiados a 12 meses ahora pasa a equivaler al valor de uno en 6 meses. Esto, sin dudas, hará que se pospongan decisiones de compra", consideró.
Servicios: resistencia al ajuste
Desde IDESA, Colina plantea que, a contramano de esta reducción esperada en autos o electro, históricamente, la estructura de consumo de la clase media suele ser menos elástica en alimentos e indumentaria y muy especialmente en servicios.
"La clase media tiende a preservas gastos como la prepaga o el colegio. Estos gastos son los últimos que se tratan de recortar", acotó.
Caamaño Gómez coincidió: "En un escenario más adverso para el consumo, más gente alarga la vida útil de las cosas. Trata de estirar el plazo en el cual cambia el auto, o en vez de comprar un LCD de 42 pulgadas opta por uno más chico... Pero en servicios hay más resistencia a recortar".
"A lo sumo, si la nafta sube de precio, se usará menos el auto. O frente al incremento de las primas de seguro, habrá quienes opten por planes más económicos", indicó el experto.
En cambio, donde sí habrá una moderación será en los servicios públicos: la quita de subsidios en la que está trabajando el Gobierno y que afectará a hogares de Capital y Gran Buenos Aires -luego de algunos intentos fallidos por el negativo impacto que esta decisión tuvo en la opinión pública-, hace prever un golpe adicional al consumo.
Si bien el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, desestimó el peso de este beneficio, alegando que su impacto era "poco importante" en las tarifas, los expertos coinciden en que el hecho de que el valor de la factura de luz se duplique o triplique, lo que terminará compitiendo con el ritmo de compras por una porción extra del bolsillo.
Así las cosas, con una clase media con los cinturones más ajustados y un Gobierno que multiplica las medidas con olor a ajuste, el consumo está llamado a ser uno de los claros perdedores en lo que queda del año. En su camino descendente dejará dejará un tendal de "heridos", como automotrices, agencias de turismo y cadenas de retail, por nombrar algunos sectores.
