Por Carlos Tórtora/El Informador.-
El gobierno dejó que las nuevas versiones sobre la salud presidencial se instalaran sin inmutarse. Es más, la forma en que ella se ocultó y su fugaz aparición de anteayer en la Casa Rosada parecen parte de un montaje destinado a crear dudas más que a disiparlas.
¿Quiere el gobierno instalar la idea de que puede haber otra licencia por enfermedad en marcha? Si no es así, por lo menos lo parece. En casos anteriores de problemas de salud, la realidad trascendió mediante anuncios oficiales, como en el caso de la tiroides y el hematoma subdural. En este caso predomina el gris, una escenografía donde se asegura que ella gobierna normalmente pero no se dan pruebas, es decir, se fomentan las presunciones en sentido contrario. La oposición no ha podido evitar caer en cierto modo en la trampa, porque ninguno de sus principales dirigentes se anima a embestir contra la ausencia presidencial por temor a quedar pagando y que en realidad exista un verdadero problema de salud.
Esta construcción oficialista, en un marco de disparada del dólar blue y con la inflación fuera de control, genera en alguna medida que Jorge Capitanich, Axel Kicillof y Julio de Vido abordan mayor castigo que la propia presidente.
Pero sería ingenuo quedarse con una sola interpretación. Si por el contrario lo que se está disimulando es una nueva crisis de salud, Amado Boudou podría volver otra vez a primer plano con una economía ardiente y un frente sindical lanzado a la puja por la recuperación de la capacidad adquisitiva del salario. Una segunda licencia presidencial por enfermedad en pocos meses, también pondría sobre el tapete la alternativa de un adelantamiento de las elecciones presidenciales, por ejemplo para marzo del 2015, dada la falta de capacidad física de la presidente para seguir hasta diciembre del 2015. En esta hipótesis, crecería el rol de Daniel Scioli como eventual administrador de la transición.
En cambio, para el frente de centro izquierda y el macrismo, una interrupción del mandato presidencial sería una mala noticia que les quitaría tiempo para el complejo armado que necesitan tejer hasta el 2015.
En un caso o en otro, el fracaso de la gestión de Kicillof afectaría a CFK en un grado mucho mayor a cualquier otro. De Vido es, por ejemplo, una herencia de su difunto esposo, como lo fue Guillermo Moreno. Pero el joven economista es un producto puro del cristinismo, la expresión económica de La Cámpora.
En medio del suspenso por la escalada del dólar blue, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo intentan ponerse a la cabeza del bloque sindical pero chocan con sus límites políticos. La misma dirigencia del peronismo disidente le escapa a este abrazo del oso y el gobierno se sentiría complacido de que ambos fueran los abanderados de la oposición en la batalla por los salarios.
La carta del anti-narcotráfico
Entre tanta confusión y gracias a un encargo de la presidente a Scioli, el gobierno instaló formalmente la discusión sobre la vuelta de los militares a la seguridad interior, es decir, la modificación de las leyes de Defensa y Seguridad Interior. Se trata de una carta que sí le interesa al Pentágono y en particular al Comando Sur, que está propiciando mayor participación militar en la lucha contra el narcotráfico del Río Grande para abajo.
Hay ya tanteos para una votación en el Congreso y el tema podría entrar en la agenda parlamentaria, lo que, al menos en teoría, le facilitaría a Cristina cierto beneplácito de la Casa Blanca en las negociaciones con los holdouts, justo cuando el tema volverá pronto a dinamizarse. No por nada Sergio Berni, en la nueva división de funciones de la SEDRONAR, se quedó con las funciones represivas, lo que facilita la conexión del tema con una aparición militar en este terreno.
