HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

lunes, 18 de noviembre de 2013

Paco Kirchner: Un genocida narc & pop

Por Fabián Ferrante/El Informador.- Prácticamente en todos los países del mundo se consiguen drogas. Los consumidores de alcaloides y alucinógenos acceden a lo que buscan, mediante circuitos más o menos conocidos, que implican ciertos riesgos, mediana complejidad y un costo relativamente expensivo. A nadie se le ocurre la idea de terminar con esto por una razón bastante sencilla: Es imposible. Imposible, porque en todos los países del mundo hay cantidades enormes de personas que quieren drogas, ya sea porque las necesitan (adictos), cuanto para lo que se conoce como consumo social.
Vicio, que en muchas ocasiones termina convirtiéndose en adicción. En una práctica ya añeja, el que se encarga de hacer esa labor nunca admitida, de controlar qué entra, por dónde entra, cuánto entra, y cómo se distribuye es, ni más ni menos, que el propio Estado. Desde luego que todo Estado declamará su permanente lucha contra el narcotráfico, pero hay que entender qué es lo que se dice, cuando se habla de esto. La lucha consiste en tratar de que no se fabrique la droga en territorio nacional, y que no se multipliquen los vendedores como moscas, vendiéndole cualquier cosa a cualquiera, y perdiendo el control oficial de tránsito y consumo.

 El consumo debe permanecer penado por la ley, para desalentarlo, y la batalla es tratar de restringir la circulación a ciertos ámbitos nocturnos, pero nunca proporcionarles crack o paco a los chicos de sectores medios y bajos. Porque eso es lisa y llanamente, un genocidio. La Argentina Esa fue la Argentina hasta finales del gobierno de Raúl Alfonsín, donde el que quería drogas, las conseguía, a un costo más o menos elevado y no sin cierto grado de complejidad. Pero la democracia cometió un grave error, ya desde aquellos tiempos. Dejó el manejo de la droga en manos de una policía que nunca estuvo a la altura de las circunstancias. En un país donde las policías no son vocacionales, y cobran poco, lo que está haciendo ese país es armar y uniformar soldados para el ejército narco. Un cabo de la bonaerense no puede decir -acá si pero acá no -. No va a entender jamás la prioridad de impedir que el pibe de la villa acceda al paco, porque siempre va a privilegiar su kiosco, sin importarle nada del otro. 

Así no hay forma. Desde el advenimiento del menemismo, y de allí en adelante, la problemática de la droga, en la Argentina, viene in crescendo. Fundamentalmente porque los funcionarios se hicieron socios de los traficantes y les dieron, cada vez, mayores facilidades. El narcotráfico comenzó a financiar campañas electorales, y se instaló en Argentina para blanquear dinero. Recordamos, en este punto, los famosos enormes viveros del menemismo, siempre desiertos, donde nadie nunca compraba algo, y alguna cadena extranjera de videoclubes, siempre con 20 originales de cada título, y pocos clientes, que también fue negocio pantalla del narco en la Argentina. Con el kirchnerismo se potenció el vínculo entre narcoproductor, narcotraficante y funcionarios del estado. 

Se convirtieron en asociados. El narcoproductor, que estaba en Colombia, Bolivia, o Paraguay, ahora está aquí. El narcotraficante, que antes traficaba el producto final, ahora trafica la materia prima. Y los responsables directos, esos que en los países serios son perseguidos y encarcelados, ( o convenientemente limitados) viven en countries y barrios de lujo, felices de su argentinidad. Líneas aéreas que transportan valijas con cocaína y drogas de diseño rumbo a Europa, puertos de distribución fluvial y marítimo tanto en Rosario cuanto en el sur kirchnerista, facilidad para ingresar los capitales al circuito de la economía local...auténticas narcopolíticas aplicadas prolijamente. En la Argentina kirchnerista la droga se convirtió en otra commodity, pero con valor agregado. 

 Entra la coca desde el norte, y son ya nacionales y populares la cocaína y las drogas de diseño, como así también el residuo. Se rasca hasta el fondo del tarro y se le vende a los clientes de bajos recursos. La aparición del Paco, hacia principios del kirchnerismo, dejó en negro sobre blanco que ya no se trataba tan sólo del tráfico fronterizo de drogas, sino que se estaba cocinando en el país. Los pibes roban para comprar, compran para robar, y mueren para ser reemplazados por otros iguales. Recorra ud mensualmente las villas de las periferias de las grandes ciudades argentinas, y verificará que muchos chicos que el mes pasado estaban ahí, al mes siguiente ya no están. Hay otros, que dentro de un par de meses, también dejarán de estar. No es que los pibes progresen y se vayan de la villa: Es que se mueren. Para estas víctimas de las políticas indecentes no hay ni estadísticas, ni indemnizaciones, ni muros de la memoria. Kelpers nacen, kelpers viven y kelpers mueren. 

Demasiado temprano, casi siempre. No en vano hace ya mucho tiempo que, cuando nos referimos al modelo nacional y popular, en nuestros artículos, solemos describirlo como narc & pop. Decir que el kirchnerismo convirtió a la Argentina en país productor de drogas, es acertado. Suponer que el producido de esa droga no forma parte de la economía nacional, sería de ingenuos. Que la inseguridad que aqueja a los argentinos está directamente vinculada con la marginalidad y el consumo de drogas, lo puede deducir un niño. Y, finalmente, pensar que estos problemas los puedan resolver los mismos que de ellos se benefician, es demencial. De ahí a afirmar, que el de los Kirchner, es un narcogobierno, hay nada. La inclusión social del kirchnerismo consistió en incluir, a los pibes más pobres, en el jamás construído muro de las víctimas del Paco: Crímenes de lesa humanidad? Ninguna duda.

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