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Por Guillermo Cherashny/El Informador.-
Ayer señalamos que la presidente habría optado por abandonar a su suerte a Ricardo Jaime al enterarse de que varios peritos de la Corte Suprema se inclinan por dictaminar que no puede justificar su fortuna. Por su parte, tanto Carlos Zannini como Julio de Vido, que siempre recelaron del ex Secretario de Transporte por su cercanía con Néstor Kirchner, se mostrarían prudentes y preocupados por la situación.
Es que entenderían que Jaime no es Miriam Quiroga ni Leo Fariña sino un peso pesado de la primera línea, al cual muchos e importantes empresarios le deben favores, teniendo en cuenta que ganaron fortunas gracias a él desde agosto del 2003 y no sólo hasta fines del 2009 sino aún después de su caída. Esto significaría que, aun a regañadientes, Jaime va a seguir contando con protección política. Es así que Zannini, De Vido y al menos un empresario de primer nivel conformarían un comité de crisis para controlar la situación y que el ex funcionario no se desespere y hable de más. En caso de que los operadores del oficialismo no consigan revertir en segunda instancia la orden de detención, el problema puede prolongarse varios meses.
Sin opciones
En el gobierno les dan entonces cierto crédito a las amenazas de Jaime en el sentido de que si termina preso prendería el ventilador y los “embocaría a todos”. Los que conocen al personaje de su etapa en Santa Cruz en los ‘90 coinciden en que es capaz de cumplir sus amenazas. Por las dudas, la Policía Federal habría recibido ciertas indicaciones para que la búsqueda del prófugo sea light. Mientras, Jaime estaría bien escondido, con conocimiento de las tres figuras que, como señalamos, se ocupan de protegerlo. En una situación normal, estos hechos llamarían la atención. Pero son coincidentes, con señales aún más graves, por ejemplo, que el titular de la UIF, Julio Sbatella, les haya solicitado a los bancos que no reporten operaciones sospechosas de lavado en el marco del blanqueo, lo que provocó un amplio rechazo de expertos y economistas, al considerar que ello implicaría que al gobierno no le importa convertir al país en un ‘paraíso’ del narcotráfico. Es coherente, entonces, que el primer círculo K esté dispuesto a defender la impunidad de los funcionarios y ex funcionarios importantes. Ya no hay duda de que todos tenían como terminal al ex presidente fallecido y que una fisura en la omertá oficial podría precipitar una catástrofe.
