
El aristócrata de origen alemán fue nombrado al frente de la entidad en febrero, cubriendo la vacante que dejó en mayo del año pasado la abrupta destitución del italiano Ettore Gotti Tedeschi, en medio de circunstancias que nunca fueron aclaradas del todo. Solamente instituciones y ciudadanos vaticanos, así como monjas y sacerdotes de todo el mundo, pueden depositar dinero en el IOR. Pero ha habido sospechas en el pasado sobre oscuros personajes que usaban el banco utilizando a religiosos como fachada. Haciéndose eco de estas preocupaciones, el comité sobre lavado de dinero del Consejo de Europa otorgó el pasado julio al Vaticano una nota regular en cuanto al cumplimiento con los estándares de transparencia internacionales e instó al IOR a revisar por completo la base de datos de sus clientes. El banco se comprometió a terminar la tarea a finales de 2012, pero al final no lo ha conseguido. Von Freyberg aseguró que se puso ahora el 31 de julio como nueva fecha límite, y anunció que el 1 de octubre la entidad publicará de forma online su balance. Adelantando algunos de los datos, el funcionario dijo que el IOR tuvo un beneficio de 86,6 millones de euros (112,9 millones de dólares) el año pasado, un resultado muy positivo frente a la media de 69 millones de euros entre 2009-2012. El banco tiene algo menos de 19.000 clientes. Von Freyberg añadió que este año ha habido siete casos de transacciones sospechosas, frente a las seis de 2012, tal como informó la semana pasada la Autoridad de Inteligencia Financiera, la oficina vaticana de lucha contra el lavado de dinero. La Santa Sede aspira a sumarse a una "lista blanca" de Estados que cumplen con todos los estándares internacionales de transparencia financiera establecidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Los esfuerzos se han acelerado bajo el papado de Francisco. El argentino fue elegido tras el escándalo VatiLeaks, en el que se filtraron documentos que apuntaban a la existencia de nepotismo y corrupción en la jerarquía vaticana. El papa ha defendido además una "Iglesia pobre, para los pobres". En abril, el pontífice dijo que instituciones como el IOR eran "necesarias sólo hasta cierto punto", lo que desató rumores sobre una reforma radical del banco.