HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

jueves, 25 de abril de 2013

Legislo para la corona

Escrito por Alfredo Grande/Agencia Pelota de Trapo.-      “Para amar al socialismo, primero tenés que odiar al capitalismo. Si no podés odiar al capitalismo, conformate con odiar a Clarín.” (aforismo implicado) "Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativo y documentado posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa; de la neutralidad, los suizos; del justo medio, los filósofos, y de la justicia, los jueces. Y si no se encargan, ¿qué culpa tiene el periodismo?" (Horacio Verbistky)
(APe).- Hubiera querido terminar de escribir este trabajo al finalizar el debate en el Congreso y conocido el resultado de la votación. Pero no estoy para correr ninguna maratón, ni siquiera la del debate legislativo. Ni padezco insomnio democrático. Siempre he tratado, y pocas veces conseguido, diferenciar entre los tres niveles de la realidad: convencional encubridor, convencional descubridor y nivel fundante. Lo aprendí de León Rozitchner y le agregué matices personales. Justamente el que denomino “nivel convencional descubridor”. La realidad, tal como se presenta, la realidad a primera vista, incluso el amor a primera vista, es siempre encubridor. Y la cultura que sostiene ese nivel encubridor es lo que denomino cultura represora. Como tal sostiene la hegemonía del mandato. Esto puede llamarse Presidencialismo. Gobernabilidad. El primero es la hegemonía de un Poder, el Ejecutivo, sobre los demás Poderes. La gobernabilidad es reinar con la apariencia de gobernar. Menem, el más perfecto de todos, dijo que si decía lo que iba a hacer, nadie lo votaba. Ni siquiera fue un sincericidio, porque volvieron a votarlo. El presidencialismo es que los legisladores acepten que no son “libre pensadores”. Apenas disciplinados, sumisos y obedientes a la voluntad suprema del Poder Ejecutivo. Alguna vez, el vice gobernador de la provincia de Buenos Aires dijo algo similar: “los peronistas no somos librepensadores”. Siempre me pareció un insulto para un John William Cooke, por ejemplo. Pero bueno: si los representantes tienen obediencia debida y sentida al Poder Ejecutivo: ¿cómo podrán tener obediencia sentida y debida a la voluntad popular? Si y solo si la voluntad popular y la voluntad del Ejecutivo son una cosa y la misma cosa. O sea: ritornello que la voluntad popular sólo se expresa en el ritual de votar. Por eso la voluntad popular solo se contabiliza cada 4 años. Durante esos 4 años, apenas cabe esperar, rezar, patalear, y casi nada más. La democracia pasa de ser representativa para ser restitutiva. La forma, la pura forma, la obscena forma, se impone a la esencia. Por lo tanto el nivel convencional encubridor (el voto cuatrianual) aplasta el nivel fundante: la voluntad popular. Sólo podemos rescatarlo si sostenemos el nivel convencional descubridor: el plebiscito vinculante y la revocación de mandatos. Eso no sucederá. Entonces queda algo muy diferente a la voluntad popular por votación: la pueblada. Pero para eso espera la ley antiterrorista y el proyecto X. Por eso la derecha grita en público y se ríe en privado. Las empresas líderes levantan la plata con grúa, porque no hay pala que alcance. Los bancos, los malditos del 2001, se dan hasta el lujo de armar culebrones psicotizantes como la parejita alienada del comercial del Galicia. Si un gobierno de derecha hubiera propuesto estas modificaciones a la Justicia, más que carpa blanca se hubieran armado carpas rojas y negras. Con ápside y todo. En el nivel convencional encubridor se hace mucho surf, se nada poco y no se bucea nada. Todo es en la superficie. Si el Gobierno se define como “nacional y popular” todo lo que haga es popular y nacional. “Mi mamá me ama” y entonces descubro con años de análisis que era una bruja maltratadora. “Papá trabaja”. Y entonces descubro, quizá sin análisis, que era chorro y borracho. Como pasa en las mejores familias, ni que hablar de las peores… A veces, es demasiado tarde. ¿Cuántos miles de millones de dólares se fugaron en plena democracia representativa, con voto popular y medidas anti populares? La sangre derramada ha sido demasiado negociada y la lección del 2001 no fue aprendida. Lo mejor que tenemos es el pueblo pero sólo votando cada 4 años. La juventud es maravillosa si está en La Cámpora. La Justicia Social es apenas una Asignación Resignación por hijo. La soberanía política se reduce a pelear con fondos buitres y seguir pagando una deuda carancha. La Independencia Económica se entrega a la megaminería a cielo abierto y a tierra fracturada. Por eso el nivel fundante de esta democracia seguirá oculto. ¿Cómo puede estar en la superficie si una diputada oficialista afirma que representante y representado están unidos? Son lo mismo. No hay diferencia. A estas afirmaciones las ubico en lo que llamo el “alucinatorio social”. El nivel convencional encubridor, la representación, se lo hace aparecer en lugar de lo fundante, el representado. Gato por liebre. Si lo única forma de soberanía popular es el voto, no estamos bien y vamos peor. La democracia directa, que no significa asamblearia, es otra cosa. Los dispositivos autogestionarios son posibles y necesarios. En las comunas de la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, son sistemáticamente anulados. Y ojalá solo fuera por la desmesura macrista. La desmesura es de la clase política ya cómodamente instituída como casta. Un Ministro dijo que la Presidenta es la única garante del Modelo. Lo curioso es que dijo eso y no se suicidó. “El Estado soy YO” dicen que dijo Luis XIV, el Rey Sol. No sería raro que en un momento de exaltación alguien dijera: “El Estado es Ella”, aunque no esté ni ebrio ni dormido. Lo que mas me enoja es que el kirchnerismo sea acorralado por derecha. Pero se lo merece, porque ha hecho del ataque y denigración de la izquierda su deporte mas practicado. Si la izquierda es siniestra, como dijo un Ministro ahora senador, ¿Qué calificativo le cabe a la derecha: diestra? La prueba final de que la soberanía popular apenas es una gota que se derrama cada cuatro años, es la rotación de cargos que hay en las altas esferas. No creo que haya que democratizar la justicia para que Grassi vaya preso y Jaime sea juzgado. Lo que falta democratizar es la política. Y eso es un fundante que el kirchnerismo jamás podrá aceptar. No lo necesita. Tiene suficientes que están más que di$puestos a legislar para la corona.

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