HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

domingo, 10 de marzo de 2013

EL CASO MADURO Y LA REELECCIÓN DE CRISTINA KIRCHNER




La profunda empatía entre el kirchnerismo y el chavismo alcanza también a sus similitudes en el problema de la sucesión presidencial. Hugo Chávez no tuvo más remedio que ponerse al frente como candidato presidencial para las elecciones el pasado 7 de octubre pese a su grave estado de salud, ya que el extremo personalismo de su régimen hacía improbable el éxito de otro candidato oficialista. El kirchnerismo desarrolló un modelo hiperpresidencialista similar y, del mismo modo, la hegemonía absoluta de CFK impidió que haya un solo dirigente K con posibilidades de competir en una presidencial.
Daniel Scioli, que sí esta en condiciones, no comparte la ideología oficial y es visto en Olivos casi como un enemigo encubierto. Así es que se da en la Argentina la típica característica de los populismos: su incapacidad de despersonalizar el poder, lo que lleva a la eternización que los convierte en dictaduras. Para mantener el poder y evitar la aparición de disidencias dentro del gobierno, el círculo íntimo de Chávez pisoteó la Constitución y el ordenamiento legal venezolano. El objetivo es que Nicolás Maduro se consolide como presidente a cualquier precio. La primera maniobra fue el 8 de enero pasado, cuando el Tribunal Superior de Justicia falló -mientras Chávez estaba supuestamente internado en La Habana- que no era necesaria su jura como presidente porque existía una “continuidad institucional” al haber sido reelecto. De este modo, Maduro evitó tener que llamar a elecciones inmediatamente, ya que era obvio que Chávez no estaba en condiciones de jurar y ganó entonces un tiempo valioso para apoderarse de los resortes del poder. La semana pasada se consumó la segunda parte de la maniobra y el Tribunal Superior avaló que Maduro asumiera como presidente encargado cuando la ley electoral prohíbe a todo funcionario en ejercicio postularse a cargos electivos, con excepción del presidente electo, no del presidente encargado. Maduro será, entonces, obviamente el candidato presidencial del chavismo. En este punto se abre el interrogante acerca de si el cristinismo está dispuesto, a partir del próximo 27 de octubre, a pasar por alto las barreras constitucionales y legales para conseguir la posibilidad de un tercer mandato de CFK. Cómo se haría Como era de suponer, los mensajes públicos son duales. La presidente anunció el 1 de marzo ante la Asamblea Legislativa que no se reformará la Constitución, pero sus operadores trabajan full time en esta operación política. De más está decir que el escenario más improbable, es decir, un triunfo aplastante del gobierno, le permitiría contar con los dos tercios de los votos para sancionar la ley que declare la necesidad de la reforma. El otro escenario indubitable sería el opuesto. Un pésimo resultado electoral daría comienzo al vaciamiento de poder del cristinismo y la dirigencia peronista en masa se encaminaría hacia La Ñata, la quinta de Scioli, que pasaría a ser la meca partidaria. Las dudas se presentan sobre el tercer escenario -hoy el más probable- que consistiría en un triunfo moderado del Frente para la Victoria pero sin alcanzar los dos tercios. En este caso, es impensable una admisión explícita y ni siquiera implícita de la presidente sobre que no habrá reforma y por lo tanto reelección. Semejante paso, teniendo en cuenta las prácticas del peronismo, produciría inmediatamente la licuación de su poder. La designación de Scioli como sucesor también desataría un efecto parecido. Y el lanzamiento de un delfín de pura cepa cristinista -Carlos Zannini, por ejemplo- podría ser el comienzo de una fractura del justicialismo. Es que sería prácticamente imposible que los gobernadores e intendentes del PJ acepten que su futuro político dependerá de la improbable transferencia de votos de CFK a un personaje sin peso electoral propio. Habría más chances de que la Casa Rosada explore entonces otros caminos. Por ejemplo, la búsqueda de un consenso con la UCR y el FAP para una reforma constitucional que excluya la reelección y se concentre en incorporar derechos económicos y sociales y, por ejemplo, normas relativas a los recursos naturales. Éste podría ser un camino oblicuo para llegar a la reelección. Una vez reunida la Convención Constituyente y habiéndose el kirchnerismo asegurado el control de la mayoría, el cuerpo podría declararse soberano. Entonces, la mayoría de lo convencionales votaría que se incorpore la posibilidad de reelección presidencial para un tercer período. Esto por única vez y como cláusula transitoria. Como es obvio, una jugada de este tipo sería cuestionada judicialmente y la última palabra la tendría la Corte Suprema. Pero es difícil pensar que el máximo tribunal declare inconstitucional la decisión mayoritaria de una Convención Constituyente. Este camino es, hoy por hoy, el más importante, aunque no el único, para alcanzar la habilitación para un tercer mandato mediante un engaño político que, por otra parte, sería obvio aun mucho antes de consumarse.

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