HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

miércoles, 27 de marzo de 2013

AJUSTE CON ENDEUDAMIENTO O DEVALUACIÓN, LAS OPCIONES DE CRISTINA KIRCHNER PARA DESPUÉS DE OCTUBRE




Los problemas de déficit y atraso cambiario que viene acumulando el país requieren de un volantazo en la política económica que el gobierno parece haber pospuesto para después de las elecciones. ¿Se optará por una corrección brusca en el tipo de cambio, o una salida a los mercados externos acompañada de una reducción en el gasto? Los acuerdos con supermercados impulsados por Guillermo Moreno para intentar contener la suba de precios y con ello las paritarias, dio una señal de que Cristina decidió patear para después de octubre las decisiones relevantes en materia de política económica. Así, el cepo a las importaciones, al ahorro en dólares, el recargo para las compras con tarjeta en el exterior se suman al congelamiento orquestado por el Secretario de Comercio Interior.
Es evidente que el oficialismo no tiene previsto hacer un golpe de timón, a pesar de que los problemas derivados de la inflación y el atraso cambiario sean cada vez mayores. Los economistas coinciden en que con estas medidas medidas solamente se atacan los síntomas y no los problemas de fondo. “Ponen el carro delante de los caballos”, indican. Ahora bien, ¿cuál será el camino que tendrá que seguir Cristina cuando pasen las elecciones? ¿Una devaluación brusca que compense el grave atraso cambiario, o una posible salida a los mercados, acompañada de un recorte en el gasto público? Inflación y déficit A esta altura, el gobierno está en un círculo vicioso generado por el déficit financiado con emisión del Banco Central. El año pasado el rojo de las cuentas públicas fue de 55 mil millones de pesos. Este mecanismo es el que según los economistas genera presiones inflacionarias que, ante el bloqueo a la compra de dólares a precio oficial y la masiva huida del peso por parte del público, generaron una disparada en el "blue. Según el último informe publicado por Idesa “la fuerte presión sobre el dólar paralelo también puede estar asociada a problemas más estructurales asociados con la baja competitividad”. Para ello, el costo laboral unitario es un buen indicador, indica el trabajo. Si el costo laboral unitario es creciente, significa que los aumentos de salarios estuvieron por encima de la productividad. Mientras Alemania incrementó el costo laboral unitario sólo un 10% desde el 2000, la Argentina lo hizo en un 27%, luego de que cayera un 68% en la crisis del 2002. La estadística está por arriba del deterioro de la competitividad que sufrió la economía en llamas de España, que fue del 18%. “En este contexto, la devaluación emerge como el mecanismo de ajuste del salario real a un nivel consistente con la baja competitividad prevaleciente”, afirma el estudio, tras lo cual sugiere que “países como Chile, Perú y Uruguay, demuestran bajo la misma lógica su vocación de mejorar la productividad para evitar el ajuste devaluatorio”. “La cotización del dólar dejará de ser un problema cuando se logren consensos políticos amplios en torno a políticas públicas que estimulen los aumentos de productividad”, concluye el informe. En diálogo con LPO, el economista Jorge Colina, perteneciente a ese centro de estudios, comentó que “la solución de fondo pasa por volver a unificar el mercado cambiario administrado por el estado como teníamos hace un año”. “Para eso contamos con las condiciones positivas que nos da el sector exportador, que puede proveer muchos dólares, por lo que no debería haber riesgo por ese lado”, explicó el jefe de investigaciones de Idesa. “Hay que controlar la inflación, porque el dólar se puede disparar”, advirtió. En ese sentido, propuso “una política de ingresos en donde el crecimiento del gasto público se adapte al incremento de los ingresos”. Colina se encargó de dejar en claro que esto no necesariamente esto implica un ajuste en el sentido ortodoxo. “Ni siquiera representa un recorte en el gasto público, se pueden manejar las expectativas para controlar la inflación”, subrayó. “No se por qué se insiste con el camino actual cuando esta solución es factible, y tampoco tiene muchos costos políticos”, se preguntó. Por eso puso el foco en los subsidios a las empresas públicas, que estimó en 90 mil millones de pesos anuales. “Con cortarlo a la mitad podrías cerrar las cuentas sin déficit fiscal”, argumentó. “Podría plantearse un esquema de aumentos progresivos, en el 2011 se había iniciado el proceso, y ya estaba siendo aceptado por la población pero se siguió insistiendo con el modelo actual”, opinó este especialista en políticas públicas. Colina tampoco cree en la vía del financiamiento externo para combatir el déficit, coincidiendo así curiosamente con economistas que están en las huestes del oficialismo. “No es lo mejor tomar deuda afuera, Argentina todavía no resolvió el default del 2002. Cuando el país tiene situación fiscal débil, empezar a financiarse en el mercado internacional es empezar a financiar un déficit no sostenible en el tiempo. Hay que Mantenerse fuera del financiamiento externo”, afirmó Colina. El papel de la re-reelección Un reconocido economista consultado por LPO descartó que Cristina esté dispuesta a diseñar un programa económico. “No lo van a hacer”, señaló, porque “el esquema consiste en seguir emitiendo para permitir que el crédito crezca”. El único cabo suelto, según esta fuente, es el precio del dólar blue y el contado con liquidación, que no pueden controlarse. Entonces un salto abrupto en la cotización del dólar aparece como la única vía, aunque según este especialista, estará sujeta a si el oficialismo sigue dispuesto a intentar la re-reelección de la presidenta o desiste de ese proyecto. Si opta por una devaluación, “los resultados recién se verán un año y medio después” y eso le restaría en el apoyo de la población, por los desbarajustes que inevitablemente implica una medida de este tipo. Hernán Lacunza, de la consultora Empiria, aclaró que por el momento no es necesario un ajuste en el tipo de cambio como el que se realizó en el 2001, sino que alcanzaría con llevar el oficial al precio del paralelo para así recuperar la competitividad del peso del 2009. Desde ese año, el atraso cambiario estimado por su estudio acumula un 25%. “Si no se hace nada en el medio, podría terminarse como Venezuela, que también congeló precios en el 2012 y al final terminó devaluando un 46%”, advirtió el ex gerente general del Banco Central. Escaso margen de maniobra Lacunza sostiene que los pasos para ordenar la macro argentina pasan por “crear un programa antiinflacionario” entre todos los funcionarios, para luego convocar a los sindicatos y llegar a un acuerdo de precios y salarios. Luego, habría que formar un esquema de tipos de cambio múltiples que sea “mejor que el cepo actual, en donde se va sumando parcha tras parche”. Y con eso se podría liberar la demanda de divisas. De todas formas, Lacunza se mostró escéptico por las experiencias pasadas. “El gobierno se financia con emisión y está convencido de hacerlo. Eso les permitió ganar las elecciones”, recordó. Eduardo Curia, del CASE, confesó sentirse “perdido” sobre el ritmo devaluatorio en la política oficial. Cuando el acuerdo de precios caduque, el gobierno deberá encontrar una “salida superadora” porque el descalabro será grande: el precio de los alimentos no aumentará, pero sí lo hará el de los servicios privados, combustibles, salarios e insumos, acumulando tensiones “por debajo”. Por arriba, están el gasto fiscal y la emisión de dinero. “Si se levanta el congelamiento sin más, la dinámica de los precios será la de un resorte”, comparó. Es decir, con aumentos que incluso podrían superar los que hubiera habido de no mediar los controles de Moreno. Por otro lado, si el gobierno resuelve usar un término medio, por ejemplo con los tibios acuerdos que precedieron los de este año, probablemente otra vez no surtan efecto. Por eso es indispensable “una política fiscal y monetaria no expansiva, ordenacionista”, opina Curia. “El gobierno tiene que usar al máximo y rápidamente los escasos márgenes de maniobra que le quedan”, recomendó. Curia cree que “arreglar el atraso cambiario de a poco es una tarea casi imposible, que lleva mucho tiempo”, pero evitaría el estrés de un salto brusco en el tipo de cambio. Pero por el momento el gobierno no ha dado señales que permitan tener esperanza en una salida de esa índole. Una devaluación pronunciada parece ser la salida correcta, aunque para este economista el sistema político no podría soportarla. “Por cómo están planteadas las variables, el único elemento encauzador es una salida más terminal, pero administrarla es también sumamente difícil. El sistema político no aguantará un esquema de esa naturaleza”, concluyó. Por último, Ernesto Kritz recomendó iniciar un arreglo en materia fiscal y cambiaria, mientras se reduce la oferta monetaria. Para el director de SEL consultores debería aumentarse la tasa de devaluación, y recién en ese contexto macro más ordenado, impulsar un acuerdo de precios y salarios para poner metas que permitan coordinar las variables macroeconómicas. Según Kritz, el camino del endeudamiento externo debería esperar a resolver primero el litigio con los holdouts, algo que puede suceder este año o el próximo, y luego la deuda con el Club de París. Aunque esta última opción parece que el gobierno decidió ponerla en el freezer.

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