En el acto transmitido ayer por cadena nacional, donde la presidenta Cristina Kirchner inauguró una fábrica de lavarropas en Haedo, quedó en evidencia nuevamente el doble discurso que el Gobierno emplea a la hora de referirse a algunos sectores ampliamente beneficiados por el "modelo".
La mandataria realizó una encendida oratoria con críticas a los bancos por no promocionar los créditos para las pymes y la inversión de la misma manera masiva en que lo hacen para sus propios servicios de consumo. “Cuando los créditos son para consumir, con cuotas con intereses importantes, hay mucha propaganda. Nos gustaría que hubiera la misma propaganda para las líneas de créditos para la inversión, que es la mejor manera de que haya más ofertas y mejores precios”, sentenció Cristina Kirchner.
La mandataria realizó una encendida oratoria con críticas a los bancos por no promocionar los créditos para las pymes y la inversión de la misma manera masiva en que lo hacen para sus propios servicios de consumo. “Cuando los créditos son para consumir, con cuotas con intereses importantes, hay mucha propaganda. Nos gustaría que hubiera la misma propaganda para las líneas de créditos para la inversión, que es la mejor manera de que haya más ofertas y mejores precios”, sentenció Cristina Kirchner.
Sin embargo, el discurso suena a pura retórica. Los bancos y el sector financiero en general han sido amplios beneficiarios del crecimiento económico, con la ventaja de que tributan muy poco al Estado, dado que su actividad no está gravada. Son varios los proyectos de la oposición que duermen encajonados en el Congreso que plantean el establecimiento de una renta a la actividad financiera, sobre todo en momentos en los que el país atraviesa una situación complicada debido a los coletazos de la crisis económica europea.
El Gobierno nacional, en vez de gravar la renta financiera, prefiere recaudar fondos cobrándoles cada vez a más trabajadores el impuesto a las Ganancias, manoteando el dinero de los jubilados en la Anses, o retaceando la posibilidad de acceder a las asignaciones familiares a cada vez más familias de trabajadores.
El dinero que el Estado recauda de la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias (que es el gravamen que afecta al salario) podría ser reemplazado con la afectación de los ingresos del sector financiero, y no habría ningún desequilibrio en las cuentas públicas. Sin embargo, los legisladores K prefieren mirar para otro lado.