Con este cuadro de situación, el gobierno estimaría que sería cada vez más irritativo aumentar el boleto, cuando salta a la luz que la gente viaja como ganado. Entonces, la reacción oficial fue tirarle los subtes a Macri, retirar a la policía de los mismos y de otras áreas locales y, finalmente, intentar transferirle compulsivamente por ley a la Ciudad 33 líneas de colectivos sin subsidios. O sea, que el jefe de gobierno pague el costo político de aumentar los pasajes. Una aventura riesgosa Lo anterior coincidió con que al gobierno no sólo le faltan dólares por el aumento del petróleo, que repercutirá en la importación de combustibles, sino que también es evidente que le faltarán pesos. Además, el segundo trimestre pinta para una recesión incipiente. Fue entonces cuando CFK optó por enviar al Congreso el proyecto de reforma de la carta orgánica del BCRA, para que su directorio, con el nuevo texto del artículo 14, tenga facultades para decidir cuáles son las reservas disponibles que el gobierno debe utilizar para pagar los compromisos de la deuda pública. Como señalamos otras veces, el dólar vale lo que la gente cree que vale, independientemente de las reservas que tenga el Central. Pero si éstas son pocas es un problema, porque puede generarse una corrida, peligro que por ahora no es muy probable. En cuanto a la reforma del artículo 20 del estatuto del BCRA, se autorizará al gobierno a aumentar al doble los adelantos transitorios al tesoro. Todo esto con una generosa emisión de billetes destinada a postergar el ajuste, pero que traería el riesgo de que aumente considerablemente la inflación. El cristinismo, como dice la presidente, va por todo, disponiéndose a pagar deudas con dólares de reservas escasas y emitiendo el doble que el año pasado. Es que se viene la recesión que se pretende evitar y no se quiere avanzar más en el recorte de los subsidios. Pero los peligros que traería el nuevo menú oficial pueden ser todavía peores.
