HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

domingo, 14 de agosto de 2011

INCÓGNITAS POR DEVELAR


Las elecciones primarias que se realizan hoy en todo el país, si en algo contribuirán en la construcción del futuro mapa político argentino, además de a mostrar, tal vez, un desorden operativo como pocas veces antes y atrasos amañados o reales en el conteo de votos, es a cerrar interrogantes sobre cuatro o cinco incógnitas que se han mantenido en pie durante todo el largo proceso de la campaña previa. También, por qué no, podrían servir para desmoronar o terminar de construir un mito que el gobierno central instaló en la escena desde poco después de aquel luctuoso 27 de octubre del año último.

Cristina, ¿ya ganó? ¿Su triunfo en primera vuelta el 23 de octubre será nomás casi un trámite administrativo, o el pase a una segunda vuelta dejará de ser sólo una expresión de deseos vacía de contenido de la oposición? ¿Eduardo Duhalde o Ricardo Alfonsín? ¿Quién será el que se quede con el segundo puesto y acceda a la chapa de principal oponente para octubre? Cristina, ¿sacará más votos que Daniel Scioli, o el gobernador se erigirá, para mal grado del cristinismo puro, en el más votado de la jornada? La ciudadanía, ¿dará la espalda a las internas o concurrirá masivamente a las urnas, atendiendo a la súplica del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti? ¿Se repetirá el voto castigo/fastidio/bronca contra una forma soberbia y autoritaria de gobernar que se manifestó en la Capital Federal, en Santa Fe y en Córdoba?
Cerca de la medianoche de hoy, o quizá en la madrugada de mañana, todas esas preguntas quedarán contestadas. El dato no es menor y permite advertir la importancia que adquieren las PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias), convertidas en la primera gran encuesta abierta en la que participan los ciudadanos sin el tutelaje de consultorías pagas o direccionadas a gusto del que las encarga. El mapa político nacional y la posibilidad de analizar con mucha mayor carga de datos lo que puede pasar en las elecciones presidenciales de octubre, como también en distritos clave, como es la propia provincia de Buenos Aires, quedará inexorablemente dibujado.
En los laboratorios de la Casa Rosada, sostienen que Cristina Fernández no debería tener inconvenientes para obtener, al menos, el 40 por ciento de los votos válidos, mágica cifra que remite automáticamente a ella y a sus seguidores a suponer que la idea según la cual obtendrá la reelección en primera vuelta quedaría ratificada en todos sus términos. Pero hay matices. Pertenecen a aquellos estrategas que jamás hablarán en público, pero que, en sus despachos, reconocen que cualquier cifra por debajo de aquel numerito puede disparar verdaderos terremotos internos. Y hasta alguna sangría prematura en el gabinete, que, hasta donde se conoce, está prevista recién para diciembre, cuando, hipotéticamente, debería iniciarse el segundo mandato de la viuda.

Al menos dos indicios, uno de ellos muy fuerte por venir de quien viene, se instalaron en la escena, en aquellas horas de cierres de campaña. Cristina Fernández hizo un discurso final sorpresivo para su estilo, cargado de reflexiones y vacío de falso triunfalismo. Como si hubiese aprendido la lección de lo que le acarreó tanta bravuconada y tanto destrato contra los ciudadanos santafesinos, porteños y cordobeses. "Hay que ser humildes, los votos se cuentan de a uno a partir de las seis de la tarde", dijo, desde el teatro Coliseo, para perplejidad de alguno de sus seguidores. "Es verdad, fue un cambio en las formas del discurso que nos sorprendió", se sinceró un secretario de Estado.
El segundo de esos indicios adquiere todavía más relevancia, porque proviene de un registro casi anecdótico, pero con peso histórico. En despachos de la Casa Rosada, circuló, el viernes, la última encuesta que realizó la secretaría de Inteligencia que conduce Héctor Icazuriaga, kirchnerista acérrimo. Un ex titular de ese organismo durante los años noventa, cuando todavía era la SIDE, solía aconsejar a periodistas y amigos que sólo prestasen atención a esos trabajos que elaboran los espías oficiales. "Son los únicos serios, porque no los paga nadie, ahí se vuelca la verdad de lo que dice la gente", sostenía. Esos datos quedan protegidos por la veda electoral que impide hacerlos conocer en estas líneas. Lo que se puede informar es que no son de ningún modo del agrado de quienes los leyeron en, al menos, tres despachos en la planta baja y el primer piso de Balcarce 50.

A la alarmante suposición de que, con el paso de aquellas tres últimas elecciones provinciales se pudo ir configurando la imagen de una Cristina "piantavotos", émula de Hugo Moyano, se sumó, en estos días, entre quienes, en las entrañas del poder, trabajan para escarbar en las verdades de la política y no para agradar a sus jefes (o a su jefa), la misma pregunta sobre Amado Boudou. ¿Suma o resta? Vale sólo un antecedente: la presidenta resistió, no sin algún arranque de histeria, su decisión de postularlo a jefe de gobierno, hasta que lograron convencerla de que el ministro de Economía generaba un fuerte sentimiento revulsivo en el electorado porteño. Para esos mismos pensantes, no hay lugar para el entusiasmo: Cristina ha convertido a su niño mimado en uno de los factores centrales del actual esquema de poder. Incluso, con posiciones y atribuciones que, en las últimas semanas, hicieron fruncir el ceño a peso pesado como Carlos Zanini y Julio de Vido, que, en la intimidad de sus despachos, guardan un marcado rencor hacia el ex liberal, al que nunca dejarán de considerar "un arribista".

Hay, por cierto, una tropa de funcionarios absolutamente convencidos de que esta noche, o en la madrugada de mañana, se consolidará la candidatura a la reelección en primera vuelta de Cristina; antes que nada, porque, hasta los sondeos que encargó la oposición, de cara a las internas, ratifican la amplia diferencia que ella mantiene sobre Duhalde y Alfonsín, cercana a los 20 puntos, siempre con la presidenta con un piso de 40 puntos o más. Tanto es así que hay quienes afirman, con papeles en mano, que una amplia victoria de Cristina Fernández en las PASO disparará de inmediato el siguiente plan urdido apenas Néstor Kirchner dejó esta tierra y cuya inicial e imprudente vocera fue la diputada Diana Conti: el impulso a una reforma constitucional que habilite un nuevo mandato de "ella" a partir de 2015. "Cristina eterna" fue el rótulo que puso el sector ultra del poder a esa carpeta.

Una conclusión por el lado del oficialismo parece cantada: una cosecha de Cristina al cabo de la jornada de hoy menor al cuarenta por ciento será tenida por la oposición como el inicio del derrumbe final de la era kirchnerista. Cualquier porcentaje por encima de esa cifra, por el contrario, disparará toda clase de alquimias que van más allá de octubre y sellarán a fuego la impresión oficial de que las elecciones presidenciales que tendrán lugar dentro de dos meses y diez días serán un mero paseo por las urnas. En los campamentos de Daniel Scioli se recoge la misma impresión, aunque hay sentimientos que el incombustible gobernador no reconocerá nunca: aquella idea de la "Cristina eterna" debería ser archivada si, al cabo de las primarias, se descubre que el gobernador tiene más votos que la presidenta, pero, además, que la construcción del porcentaje de ella dependió, en sustancial medida, de su propia performance en una elección que la Casa Rosada se empecinó en hacérsela difícil por izquierda (Martín Sabbatella) y por derecha (Mario Ishii). "Voy a ser el dirigente más legitimado de esta elección", se envalentonó el jueves, cansado de tanta trapisonda armada desde la Casa Rosada.

Como queda dicho, Duhalde y Alfonsín aparecen, en los tanteos previos, como quienes se disputarán el segundo lugar. Queda por ver si prevalecerá el peronista disidente o el radical. También cuál será la diferencia entre ellos. Y si se mantendrá en pie el acuerdo no escrito que han sellado para sentarse a contar los tantos (como le gusta decir al ex presidente) y armar un entendimiento de cara a octubre. Lo que, en los campamentos duhaldistas, definen como "un aprovechamiento del voto útil".

¿Y la izquierda? Aquella encuesta de la secretaría de Inteligencia no dejaba bien parado a Hermes Binner y menos a Alcira Argumedo o al inusitadamente mediático Jorge Altamira. ¿Logrará convertirse, como aspiran en el sector, en una cuña entre el bipartidismo que ha gobernado durante los últimos sesenta años? ¿Qué ocurrirá con Francisco de Narváez y con "Lilita" Carrió? Todos estos interrogantes también quedarán develados en menos de 24 horas.

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