HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

lunes, 1 de agosto de 2011

Hola , ¿Mauri?
¿EL LLAMADO DE CRISTINA A MACRI ES TÁCTICA O CAMBIO REAL?

El dato central del ballotage porteño no fue el triunfo arrollador de Macri, que se descontaba. Sorprendió el llamado de Cristina al jefe de Gobierno para felicitarlo por el triunfo. Que se sumó al discurso de Filmus donde reclamó “humildad” para aprender de los errores. La pregunta es si inaugura un nuevo ciclo de apertura y diálogo en el kirchnerismo o es pura táctica para pasar el mal trago.


Mauricio Macri cumplió a la perfección con el pronóstico de Carta Abierta y se impuso a Daniel Filmus por más del 60 por ciento de los votos. Tan cantado estaba el triunfo que a las 18.01 cuando las pantallas del bunker del Pro reflejaron las placas de los noticieros que señalaban el triunfo de Macri, no hubo estallidos, sino apenas murmullos y sonrisas de satisfacción. La elección tuvo más de trámite que de pelea real, y sólo el capricho del kirchnerismo la hizo posible.

Filmus sacó poco más de 8 puntos que en la primera vuelta y quedó a 15 puntos de ganar la elección. Le fue peor incluso que en el ballotage del 2007 cuando alcanzó el 40 por ciento. Pero lo notable fue el cambio de discurso del kirchnerismo. Esta vez Filmus se encargó de felicitar públicamente a Macri –lo hizo dos veces- y utilizó conceptos poco habituales en el kirchnerismo como “humildad”. Pidió también elaborar una autocrítica, pero claro, la centró en los consabidos “errores de comunicación”, que es como decir, tenemos razón, pero no supimos explicarlo.

A las elucubraciones lógicas que siempre se suceden tras una derrota, en este caso con el claro objetivo de evitar que el desastre alcanzara a la Presidenta, se sumó Juan Cabandié que elaboró una curiosa teoría: ahora en la Argentina “ganan los oficialismos”. Es decir, ganó el socialista Antonio Bonfatti en Santa Fe, Mauricio Macri en la Capital y en consecuencia, ganará Cristina en la Nación. El análisis olvida el caso de Catamarca, pero para que complicar las cosas.

Lo realmente novedoso fue el llamado de Cristina a Macri para “felicitarlo” por el triunfo. No hay antecedentes de un gesto similar de la Presidenta en sus más de tres años en el poder. La pregunta que por estas horas se hacen en el Pro es si ese llamado implica un giro en la política de la Nación hacia la Ciudad. Si la Casa Rosada cesará en su obstruccionismo a la administración porteña. El tiempo se encargará de resolver ese interrogante.

Lo real es que Cristina esta vez tuvo reflejos, y frente a la contundencia de la derrota leyó correctamente que la anterior reacción de ministros suyos como Aníbal Fernández o Alberto Sileoni insultando a Macri y los porteños que lo votaron, no es el mejor camino para recuperar adhesiones en un distrito en el que pondrá a prueba su propia candidatura en apenas 14 días, cuando se realicen las primarias.

Macri tomó al vuelo la línea dialoguista que insinuó el gesto de Cristina y se encargó de resaltarlo en su discurso y en la posterior conferencia de prensa. Incluso, como hizo antes de la elección coqueteó con la idea de un acuerdo político, cuando dijo que antes de definir su posición para octubre se iba a reunir con todos los candidatos a presidente, “incluída la Presidenta”.

Acaso en la Casa Rosada estén empezando a revisar una línea discursiva y política que por lo que se vio hasta aquí sólo sirve para restar. Esta idea del kirchnerismo como una fuerza revolucionaria que impone un proyecto en una guerra épica contra los sectores más reaccionarios, que lidera la vanguardia iluminada de La Cámpora, no parece ser lo que explica su propia potencia electoral.

Es la idea de la política girando sobre la confrontación, donde ser inflexible es elogiable y la pureza es un valor, lo que entró en crisis en Capital, Santa Fe y presumiblemente en Córdoba. Y da la impresión que Cristina registró ese cambio antes que su equipo. Luego de expulsar a De la Sota del paraíso kirchnerista por díscolo, abrió en la última semana un acuerdo forzado, tardío y por la ventana, pero acuerdo al fin. Mejor un empate dudoso que una derrota clara.

¿Son malas noticias para los sectores más radicalizados del kirchnerismo o apenas movimientos tácticos para calmar electorados? Cristina ganó luego de la muerte de Néstor Kirchner cuando emergió conciliadora y adormeció las aristas más revulsivas de su gobierno. Y perdió cuando se encerró en los propios y endureció su discurso. El camino que prioriza la sociedad está claro, sólo que a veces no lo escuchan.

Macri percibió el síndrome que el triunfo provoca en los líderes, cuando en medio de los festejos se cuidó de aclarar que no se creía el dueño de los votos que recibió hoy. Las palabras humildad, diálogo, sensatez, prudencia, sobrevolaron las lecturas que imperaron tanto en el kirchnerismo como en el Pro. Acaso sea una buena noticia que la política empiece a mirar más de cerca a la sociedad que intenta representar.

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