HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

miércoles, 15 de junio de 2011


PATRICIO PROM


"Nuestros padres nos deben una explicación"


"Queda pendiente una discusión sobre la actuación de nuestros padres en los hechos" | "Nos cayó un mandato: 'No hay realización personal sin la colectiva'"


Barcelona

ITINERANTE Y PRO-BOLAÑO
No lleva ni un mes de casado. La revista 
inglesa Granta lo ha escogido como uno 
de los veintidós mejores escritores jóvenes 
en lengua española del momento. El argentino. 
Patricio Pron, nacido en 1975, doctorado 
en filología románica en Göttingen, trabaja 
también como traductor y crítico. Se define 
como ser político, perspicaz e itinerante 
y reconoce que, a pesar de las decenas de autores 
que admira, uno de sus referentes es 
Roberto Bolaño: "Tuve la oportunidad de conocerlo, 
por lo tanto de quererlo".

Sus padres fueron miembros de la Guardia de Hierro, una organización marxista leninista que confluyó en el peronismo y desarrolló una “adhesión incondicional a su líder, Perón, hasta el punto de que a su muerte ellos creyeron inviable la realización de sus ideales dentro de la política y actuaron fuera de ella”. “Es el primero de mis textos que puede extender sus efectos más allá del papel”, explica el escritor Patricio Pron. El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (Mondadori) surgió con una visita de Pron a su padre en un hospital. “Había cierta simetría en nuestras vidas: yo procuraba entender quién había sido él y él había buscado a dos desaparecidos: los hermanos Burdisso”.

¿Qué le hubiera gustado saber de Alicia Burdisso?
Dejó un álbum de poemas antes de desaparecer, quisiera verlo...

Usted le leía Dylan Thomas a su padre en el hospital.
Mucha gente le recuerda, básicamente, por su final trágico pero yo porque creo que Dylan Thomas es el mejor poeta de las oportunidades perdidas. Suelo leerlo cuando quiero creer que aún hay un atisbo de esperanza.

¿En su novela pesó más el interés narrativo o la terapia autobiográfica?
Creí que podía ser un buen vehículo para ciertas ideas que yo tenía sobre un período concreto de la historia de Argentina.

¿Qué nos había sucedido a todos?
Escribí el libro sin saber cómo hacerlo y, por primera vez, sin estar seguro de si iba a terminarlo. Temí que mis editores lo rechazaran.

¿En qué medida le ha influido ser hijo de periodista?
Mucho, porque las palabras son de ellos. Nací en una casa llena de libros y periódicos y, sin embargo, nuestras búsquedas son distintas: ellos tienen un interés por la verdad del que yo carezco.

¿Y eso?
Nadie quiere la verdad en el desayuno. Edipo quiso y acabó ciego tras matar a su padre y acostarse con su madre. No quise la verdad durante mucho tiempo y escribí esta novela para entender por qué mis padres sí.

¿Hay respuestas pendientes?
¡Decenas de ellas! Y decenas de preguntas que ni yo ni el resto de gente de mi generación nos hemos atrevido a enunciar aún.

No escribió la novela con voluntad de cerrar heridas.
No, yo quería abrir las heridas y mirar qué había allí e invitar a los de mi promoción a hacer lo mismo... En la sociedad argentina –y las que han vivido hechos trágicos en el pasado reciente– queda pendiente una discusión acerca de la participación de nuestros padres en ciertos hechos.

Su generación no adoptó suficiente compromiso político.
Pero es que nos pilló la década de los 90, que en Argentina fue una de las más frívolas y escépticas. Una enorme corrupción hacía inviable que te incorporaras a cualquier estructura política sin caer en el tráfico de influencias, etc...

¿Cuál es su familia literaria?
Desconfío de toda generación que se ponga un nombre. Pero hay autores argentinos como Laura Alcoba o Félix Buzzone con una intención literaria específicamente política. Tenemos una aspiración común: narrar de manera que no se ha hecho antes.

¿En qué rehúye el tratamiento habitual?
Los casos reales, cuando tienen que ver con muertes, casi siempre acaban en novela policíaca. Yo las disfruto pero al final el lector emerge a un mundo que cree mejor. Y yo no tengo la convicción de que el mundo sea mejor que el que he narrado.

De todo lo que descubrió, ¿qué le causó más vergüenza?
Esa vergüenza le corresponde a quienes fueron protagonistas, yo era un niño. En cuanto a la Argentina de hoy... lo que más me afecta es la aceptación de parte de la sociedad de las desigualdades.

¿Asumen la pobreza como algo inevitable?
Ven la miseria como parte del paisaje. Cuando en 1995 vi en Argentina a gente comiendo de la basura, me impactó. Y me avergüenzo de haber vivido algunos años allí fingiendo que no veía a la gente hundida en la miseria.

¿Qué le disgusta de la sociedad argentina?
Que es una sociedad muy conservadora, siempre dispuesta a lanzarse en brazos del siguiente populista. Eso es duro.

Cita la lista de cosas prohibidas en su casa cuando era niño.
Eso instaló en mí un terror del que aún me cuesta emerger y al que, a ratos, aún pertenezco. Lo mismo les ocurre a muchos de mi edad, que vivieron hechos más dolorosos. Mi familia vivió en la amenaza, las suyas en el peligro.

¿La causa del miedo nunca se verbalizó en su casa?
No lo recuerdo, dicen que sí...Me fui a Alemania para olvidar. Sí que había advertencias del tipo “no cuentes lo que decimos”, “no des patadas a una caja”...

¿Hubo trabas familiares para publicar su historia?
Mis padres tenían derecho a veto para la publicación en Argentina. No creo que en el periódico donde mi madre trabaja ahora les hiciera mucha gracia saber que es elmismo al que ella lanzaba cócteles molotov en el pasado.

¿Qué fue lo primero que dijeron al leerla?
La primera reacción fue de gran tristeza: les recordaba lo que fueron. Bueno, luego mi padre ha contestado, ha escrito su propia versión de los hechos que aparece en mi página web. Los que somos hijos de activistas políticos de aquel período sentimos que sobre nosotros recayó un mandato ineludible: “No hay realización personal sin la colectiva”.

Entonces, ¿qué debe su generación a la de sus padres?
Nosotros les debemos una recuperación de sus valores; ellos nos deben una explicación.

Parece buen momento para que los jóvenes se impliquen.
Está ocurriendo en muchos países. El rechazo a lo establecido en plazas y calles cuenta con mi solidaridad pero, ¿por qué otra cosa lo reemplazamos? No es menos política lo que necesitamos –porque el punto cero de la política es una dictadura–; lo que necesitamos es más y mejor política.

Entradas populares

ARCHIVO DEL BLOG