Cristina Silva y su esposo, Mauricio Schoklender |
SCHOKLENDER: UN ASESINATO CON PREGUNTAS AÚN SIN RESPONDER.
Se cumplen 30 años del asesinato de los padres de Sergio y Pablo Schoklender. Fue el parricidio más famoso de la historia policial de la Argentina
La aparición de un Dogde Polara color ladrillo con techo vinílico negro en la esquina de Coronel Díaz y Pacheco de Melo en pleno Barrio Norte, fue el primer capítulo de uno de los hechos de mayor repercusión policial de la historia argentina: el caso Schoklender.
En este hecho estuvieron, según la justicia, involucrados los hermanos Sergio y Pablo Schoklender que fueron detenidos, juzgados y condenados por el asesinato de sus padres, aunque ellos siempre negaron este hecho e intentaron desviar la investigación a una muerte por encargo por cuestiones de negocios turbios del progenitor. La noticia fue primera plana de todos los diarios y de los noticieros de 1981 cuando ese 30 de mayo, el auto, que fue estacionado por la mañana frente al parque Las Heras, fue descubierto por los vecinos que sospecharon de algo grave cuando detectaron un hilo de sangre caía del baúl. A las 19:00 de ese día la policía, con el departamento de explosivos, abrió el coche y se encontraron dentro de baúl con el macabro cuadro de dos cadáveres maniatados muy golpeados y con heridas de arma blanca y disparos. Eran Mauricio Schoklender y su mujer Cristina Silva que estaban con sus ropas de cama y envueltos en sábanas con una muerte que tenía al menos 13 a 14 horas. Inmediatamente se comprobó su identidad y las fuerzas policiales se dirigieron al piso de Belgrano donde vivía la familia y no encontraron a ninguno de los tres hijos de la pareja, Sergio, Pablo y Valeria, de solo 18 años. El lugar también generó dudas a los investigadores al encontrarlo en ruinas tras un incendio que había soportado el departamento 15 días antes y que fue luego asociado con el tragedia final. Durante seis días la prensa y el publico vivió con expectativas la búsqueda de los dos hermanos varones que se fugaron de Buenos Aires, y así Pablo, el menor, fue hallado en Santiago del Estero escapando a caballo cuando fue descubierto y Sergio atrapado en la terminal de Mar del Plata cuando intentaba abordar un micro para el sur.
Ambos fueron culpados de la desaparición y muerte de sus padre, un ingeniero industrial con fuertes lazos con traficantes de armas centroamericanos y lazos con el poder militar. Las crónicas de la época señalaron que los hermanos Schoklender integraban una familia en crisis y disfuncional con rasgos de negocios turbios de su padre y cierta crisis de la madre que incluyó abuso del varón menor de la familia. Con el tiempo y ya en el proceso, Sergio se hizo cargo de la responsabilidad de los asesinatos aunque después cuando fue puesto en libertad condicional dijo que "fue presionado" y era inocente. Sergio salió de la cárcel de Devoto con el título de abogado y en poco tiempo se acercó a la Fundación madres de Plaza de Mayo y se convirtió en hombre fuerte y asesor de su presidenta Hebe de Bonafini. Pablo tuvo sus propias crisis, intento suicidarse varias veces en la cárcel pero también luego fue beneficiado con la libertad y trabajó con las Madres, mientras la única hija de la pareja, Valeria nunca fue involucrada en el hecho. Este fin de semana en una nota en un matutino porteño al ser consultado, Sergio, hoy en el ojo de la tormenta por al manejo de fondos de construcción de viviendas sociales de las madres, dijo que ya "cumplió con la ley". "Me procesaron, me condenaron, ya cumplí con la pena, la causa prescribió, en este país es injusto que se ensañen conmigo porque no debo nada. ¿Me tengo que esconder? ¿Me tengo que ir del país?. Yo creo que elegí el camino más honesto.", señaló Sergio. En esa línea agregó sobre la verdad de esos asesinatos que nunca tuvo un resolución clara: "A los únicos que les debo alguna explicación si me la piden es a las Madres, a mi hijo y a la gente intima que me rodea. Creo que es injusto que te sigan acosando cuando cumpliste con la ley."
Ambos fueron culpados de la desaparición y muerte de sus padre, un ingeniero industrial con fuertes lazos con traficantes de armas centroamericanos y lazos con el poder militar. Las crónicas de la época señalaron que los hermanos Schoklender integraban una familia en crisis y disfuncional con rasgos de negocios turbios de su padre y cierta crisis de la madre que incluyó abuso del varón menor de la familia. Con el tiempo y ya en el proceso, Sergio se hizo cargo de la responsabilidad de los asesinatos aunque después cuando fue puesto en libertad condicional dijo que "fue presionado" y era inocente. Sergio salió de la cárcel de Devoto con el título de abogado y en poco tiempo se acercó a la Fundación madres de Plaza de Mayo y se convirtió en hombre fuerte y asesor de su presidenta Hebe de Bonafini. Pablo tuvo sus propias crisis, intento suicidarse varias veces en la cárcel pero también luego fue beneficiado con la libertad y trabajó con las Madres, mientras la única hija de la pareja, Valeria nunca fue involucrada en el hecho. Este fin de semana en una nota en un matutino porteño al ser consultado, Sergio, hoy en el ojo de la tormenta por al manejo de fondos de construcción de viviendas sociales de las madres, dijo que ya "cumplió con la ley". "Me procesaron, me condenaron, ya cumplí con la pena, la causa prescribió, en este país es injusto que se ensañen conmigo porque no debo nada. ¿Me tengo que esconder? ¿Me tengo que ir del país?. Yo creo que elegí el camino más honesto.", señaló Sergio. En esa línea agregó sobre la verdad de esos asesinatos que nunca tuvo un resolución clara: "A los únicos que les debo alguna explicación si me la piden es a las Madres, a mi hijo y a la gente intima que me rodea. Creo que es injusto que te sigan acosando cuando cumpliste con la ley."