HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

domingo, 5 de septiembre de 2010

CREACIÓN O CONTROL DE LA VIDA


«En aquel tiempo, subió al poder en Egipto un nuevo faraón, que no había conocido a José, y le dijo a su pueblo: Los hijos de Israel forman un pueblo más numeroso y fuerte que nosotros. Tomemos precauciones contra ellos para que no sigan multiplicándose, no sea que, en caso de guerra, se unan a nuestros enemigos, para luchar contra nosotros y se escapen del país… Pero mientras más los oprimían, más crecían y se multiplicaban. Los egipcios llegaron a temer a los hijos de Israel y los redujeron a una cruel esclavitud; les hicieron pesada la vida, sometiéndolos a rudos trabajos de albañilería y a toda clase de tareas serviles en el campo. Además, el faraón dio esta orden a su pueblo: "Echen al río a todos los niños que les nazcan a los hebreos; pero si son niñas, déjenlas vivir". (Exodo, Cap. 1, v. 8-14. 22)

El 5 de Septiembre de 1994 comenzó en el Cairo, Egipto, la Conferencia Mundial de Población organizada por la ONU, en ella la posición argentina la sostuvo el Secretario de Estado de Población Dr. Aldo Carreras.
Dijo entre otros conceptos: «Los objetivos en materia de población y desarrollo deben ser asunto de competencia y soberanía de cada país, por lo tanto se rechazará toda imposición hacia políticas que respondan a intereses exclusivamente extra o supra nacionales… El objetivo de toda política de población es la familia a la que entendemos como la unión de hombre y mujer con tendencia a perdurar…»
La postura fue diametralmente opuesta a la del documento preparado por los funcionarios de la ONU. Fiel a su Espíritu la Argentina eligió a los débiles en su lucha frente a los “poderosos”:

Los pueblos siempre defienden la vida; más aun, podría decirse que ellos “se ocupan” de hacer que la vida permanezca en el marco de la Creación. Sin embargo generan porciones de su población que atentan contra la subsistencia. Estos sectores se manifiestan posicionándose en franjas de poder del Estado, del dinero, del conocimiento, etc. encarnando al espíritu maligno que acompaña al hombre en su historia desde su Caída.
Estos han pretendido _pretenden_ dominar y someter a través de diversos instrumentos a lo largo de los tiempos, y representan la Oligarquía (pocos al mando) en la historia humana, definición que no responde a categorías sociales ni económicas, sino que es así en tanto en el corazón de cada hombre, y de ellos en conjunto, prima el egoísmo y la soberbia frente a toda otra inclinación espiritual.

La integración del planeta a partir de la 2ª Guerra Mundial ha globalizado la visión del mismo y reconocido como problema el crecimiento de la población y la necesidad de determinar el número de habitantes posibles de habitar la Tierra sin lesionar un supuesto modo de vida digno. Y esta necesidad ha llevado gradualmente a la aparición de una nueva forma de dominación: El control de la natalidad.
Si bien la cuestión respecto a que hay mujeres que no deben parir y muchos otros hombres no nacer, la inició el inglés Thomas Malthus (economista para peor) alrededor del año 1800; como conflicto actual tiene origen en un documento de 1974 conocido como el “Informe Kissinger” y transmitido por el gobierno norteamericano con el título «Memorándum para la Seguridad Nacional nº 200 – Implicaciones del crecimiento de la Población Mundial para la seguridad de los EE. UU y sus intereses ultramarinos. (NSSM200)».El Informe sostiene que gran parte de la población mundial (residente en los países “pobres” ubicados en el hemisferio Sur) sufre de hambre, falta de trabajo y educación, y que esto debe combatirse limitando los nacimientos, ya que a mayor número de pobres más riesgo para la “seguridad” de los informantes.
Para esto desencadenaron un arsenal de medidas intentando disolver el orden cultural y social de los pueblos (aborto, homosexualismo, definición de género, paternidad planificada, eutanasia, alcohol, droga) al par que, donde la situación lo permitía, esterilizaron lisa y llanamente. Todo ello, si es necesario, se “adorna” con fabulosos préstamos que endeudan a los Estados; dejan “apretados” a los políticos que se enriquecen con ellos y se convierten en aspiración de las camadas de recambio de ese personal.

En ese mismo año ’74 se desarrolló en Costa Rica la «Conferencia Latinoamericana de Población» donde la Argentina a través del Embajador Benito Llambí estableció respecto a las políticas que proponen los países poderosos para la «…explosión demográfica a la que hay que poner freno de inmediato y de cualquier modo…»: «No aceptamos esta política. Rechazamos esta política. No es solución divina ni humana. Creemos en el “Creced y multiplicaos”; creemos en que el hombre sigue siendo una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios y producto de su providencia. Y al no aceptar esa política de erradicación parcial de la raza humana de su hábitat natural, la tierra, nosotros estamos sustentando, no sólo el mandato de un Dios en el que creemos, sino también el mandato y la oportunidad histórica de cesar en nuestra relación de dependencia. La población… es el capital más precioso de las naciones y la base de sustentación de su soberanía y grandeza…»

Esta reunión fue preparatoria para la que pocos meses después la ONU realizó en Bucarest, Rumania, en la que se expone la teoría del “globalismo” y se encomienda reducir la tasa mundial de crecimiento anual; para lo cual se debía difundir ampliamente la educación sobre planificación familiar, (que significa abortos, anticonceptivos, promoción de la homosexualidad, información en las escuelas a partir de la primaria, y otras “maravillas”) lo que provocó un rechazo total liderado por Argentina y Argelia. Nuestro país propuso 69 enmiendas, la mayoría de las cuales atacaron a los apartados del Plan dedicados a los temas de planificación y reducción de la natalidad. Argentina propuso que se eliminara del documento toda referencia a la urgencia de poner en práctica estos programas; moción que se impuso por 52 votos contras 42, resultado que recibió las protestas oficiales de EE. UU., Yugoslavia y México.

Frenar estos planes no impidió la organización del Consejo de Población liderado por el Grupo Rockefeller, (que se encarga de la financiación de los proyectos sobre planificación a través del Banco Mundial, y demás organismos multilaterales de crédito) y otras grandes corporaciones económicas. Tampoco evitó el desarrollo de la Federación Internacional de Paternidad Planificada (IPPF) y su instalación en más de cien países: grupo de presión y decisión en la OMS; UNICEF; UNESCO, etc.; y también de los gobiernos, en especial de los países “en desarrollo”, quienes finalmente realizan los programas de control de natalidad quedando en deuda por los préstamos otorgados por la ONU a través de la IPPF; es decir, finalmente los pobres “bancan” su propia esterilidad social.

La posición Argentina en estas reuniones condicionó la postura de las siguientes que no fueron tan firmes, mientras el conjunto de los países fue aflojando también tentado por los dólares de los corruptores. Por esos condicionamientos y por que siempre hay quien responde sí al Espíritu, fue posible escuchar en 1992 durante la «Conferencia de Río de Janeiro», conocida como Eco 92 o “Cumbre de la Tierra” al Jefe de la Delegación argentina Raúl Estrada que sostuvo: «…hay principios que mi país no puede aceptar, si nadie nos apoya entonces estaremos solos, pero yo no puedo llegar a Bs. Aires diciendo que permití que se limitara nuestro derecho al desarrollo por obtener dinero… debemos dejar la hipocresía de una vez por todas y hacer valer nuestro derechos… la vinculación entre los problemas ambientales y los indicadores demográficos son una excusa de los países industrializados para condicionar la ayuda al Tercer Mundo. Si aceptamos este punto de vista será como permitir que usen un rifle ecológico frente a nuestra población. El Norte acepto la declaración porque les daba más herramientas para controlar al Sur.»
Tal vez, recordando la posición de la Argentina en estas reuniones internacionales, oponiéndose a proteger los intereses estratégicos de pretendidas potencias mundiales, podamos hoy, entender mejor muchas situaciones que nos suceden y muchas leyes que se sancionan.
El enemigo nos ha avanzado por otros caminos, pero en el avance se ha desprendido de toda patria y pertenencia cultural, haciendo sucumbir en la caída que propone a sus supuestos “amigos” o “aliados”, revelando su pretensión de someter a todo aquel (sea grupo, gobierno o Estado) que niegue las condiciones de su dinero y su poder, más allá de la posición que tenga o se le asigne, esto es: globalizar la esclavitud. (B. Obama ha dicho recientemente que se considera un campeón de la causa homosexual)
La esclavitud niega la vida del esclavo; éste deja de ser hombre y se convierte en otra especie o cosa; dicho esto claramente como en la antigüedad, o no dicho así de claro como en la modernidad. Esta cosa no puede decidir libremente su destino porque su falta de humanidad lo llevaría al error, por ello lo mejor que le puede pasar es servir al “poder” que lo somete.
Lo único que a este esclavo le permitirá recuperar su Ser Hombre fue, es y será desear, luchar y conquistar la Libertad; desde aquellos grilletes que lo ataban a un poste, o desde la actual comodidad de la “oficina inteligente” que le petrifica el corazón para aumentar las ventas.

Se cuenta que Juana de Arco, al enfrentarse con el pusilánime rey de Francia que no se animaba a pelear a los ingleses, lo sacudió diciéndole: “Sólo se trata de combatir la victoria es Obra de Dios”.
Igual es para hoy; ya que estamos en una guerra, cultural y del espíritu, que alcanza a todos los rincones de la persona y de la humanidad y de la que hemos sido advertidos largamente.
«...Mirando las cosas desde este punto de vista, se puede hablar en cierto sentido de una guerra de los poderosos contra los débiles. La vida que exigiría más acogida, amor y cuidado es tenida por inútil, o considerada como un peso insoportable, y por tanto despreciada de muchos modos. (...) Este horizonte de luces y sombras debe hacernos a todos plenamente conscientes de que estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la “cultura de la muerte” y la “cultura de la vida”. Estamos no solo “ante” sino necesariamente en “medio” de este conflicto; todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente a favor de la vida» (Juan Pablo II. Evangelio de la Vida, 25/3/95)

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