En general se denomina procústeo a aquello opuesto a lo ergonómico, es decir, que parte de la idea de que es el hombre quien debe adaptarse a los objetos y no al revés.De acuerdo con la mitología griega, Danastes, el mítico posadero de Eleusis, era apodado Procusto - que significa "el estirador" - pues, deseoso de que sus huéspedes más altos estuviesen cómodos en sus lechos, les cortaba la porción sobresaliente de sus miembros hasta asegurarse que éstos tuvieran su medida exacta; a los más bajos les ataba grandes pesos a los pies hasta que alcanzaban la estatura justa del lecho. Fue Teseo quien dio al singular posadero el trato dispensado a sus clientes. Procusto continuó con su reinado de terror hasta que se encontró con el héroe Teseo, quien se dejó seducir, pero al entrar a la choza de Procusto lo «ajustó» cortándole a hachazos la cabeza y los pies. Matar a Procusto fue la última aventura de Teseo en su viaje desde Trecén (su aldea natal del Peloponeso) hasta Atenas. Cualquier parecido de la realidad política desde el poder oficial en la Argentina con la mitología griega, no es de ninguna manera una casualidad. Ya no es solo la tentación de acomodar la realidad en un formato físico disponible arbitrariamente, inhumano e inalterable para “atender” las cuestiones sociales. Ahora ya son políticas de estado que nada tienen que ver con un peronismo invocado, más siempre contradicho. Cualquier crítica a la confirmación permanente de la fractura social, y su notoria profundización, es bastardeada ideológicamente desde la lógica procusteana de los Kirchner. Los griegos también nos trajeron el mito de Sísifo, quien había sido cruelmente condenado por los dioses por haberlos engañado al escapar de los infiernos, a empujar una enorme piedra con la fuerza de sus brazos para ver, atardecer tras atardecer, como la roca caía y volvía al mismo sitio, debiendo cada mañana empezar nuevamente su labor. Nuestra Patria, es decir los argentinos, lejos está de querer ajusticiar a nadie, en el entendimiento que dicha acción nos condenaría merecidamente. La mitología encarna en la realidad nacional. Teseo, el héroe, es el pueblo argentino misteriosamente paciente, a Dios gracias. Cuando se levante, conjure el mito de Procusto y Sísifo y se libere de la lógica procusteana y la loza sobre la cabeza que lo hace vivir en una indignidad permanente, podrá seguir construyendo una nación grande que lo albergue.