El escrache de estudiantes y militantes de izquierda fue sólo una arista de una serie de infortunadas declaraciones y bloopers. El perfil de Vilma Martínez, su intento por subir el perfil y el conflicto de Kraft.
El debut de Vilma Martínez como embajadora de los Estados Unidos en el interior del país terminó con un trago amargo. La diplomática llegó a Mendoza para dar una charla sobre las relaciones bilaterales en la Universidad Nacional de Cuyo, pero un grupo de estudiantes y militantes de partidos de izquierda interrumpió en la sala de la Facultad de Medicina e impidió que la funcionaria disertara ante unas 100 personas.
Los despidos en Kraft fuero el principal reclamo de los manifestantes, que llegaron a la disertación con banderas, afiches, bombos y cantos preparados para "recibir" a Martínez. La protesta se extendió a la política internacional, y las situaciones en Honduras, Irak y Afganistán estuvieron presentes en el reclamo, según Clarín. Sin embargo, según pudo saber LPO, este episodio tiene que ver con el perfil que ha adoptado la embajadora.
La insólita Martínez
La designación de Vilma Martínez, en rigor, fue un favor político que le pagó Barack Obama. Como se suele hacer en la política: un buen “premio” es ser embajador. Para EEUU, claramente, la Argentina no es un país estratégico, con lo cual el presidente norteamericano decidió nombrarla aunque no tenía experiencia diplomática y, peor aún, sabe poco y nada de la Argentina. En una de las primeras reuniones con su equipo de trabajo, en el que también estaban empresarios e invitados especiales, Martínez pronunció un discurso muy especial. Comenzó con generalidades hasta que lanzó: Me voy a encargar puntualmente de priorizar las políticas hacia los hispanos”. Entre los asistentes se miraban. Estaban atónitos ante las palabras de la embajadora. Nadie entendía cómo usó la palabra “hispanos”, lejana al diccionario argentino y la denominación que suelen usar los diplomáticos. Una vez finalizada la reunión, sus asesores le pidieron que durante tres meses no se muestra en público y mantenga un cultivado perfil bajo hasta bien se le dé un curso intensivo de “argentinidad” para evitar papelones mayores. Sin embargo, al parecer, a Martínez le gustan los medios y ser protagonista. Por ello cuando estalló el conflicto en Kraft decidió enviar un comunicado apoyando a la empresa. Era raro: desde las épocas del Swiftgate que la embajada no salía así a hacer declaraciones públicas. A partir de allí pareció un mechero que encendió a los grupos de izquierda que tomaron como propio el conflicto. Ya no era un tema de los trabajadores, era la lucha contra el imperialismo. En pocas palabras, Martínez les había dado argumentos. El episodio de ayer en enmarca en la negativa de la diplomática a hablar públicamente aunque le habían recomendado lo contrario. La Política Online