CAMPO: VIRUS TROYANO

El viejo truco de la traición, estará mascullando más de un productor agropecuario sobre las últimas alternativas del dilatado reclamo campestre en la Argentina. Además de las conocidas retenciones a la soja y al girasol, parece que habría algunas más peligrosas aún para el productor inadvertido: las retenciones ideológicas de muchos dirigentes de las entidades. Una de las más trabajadas manipulaciones de toda la modernidad, quizás la más importante, es la ideológica. El fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci, fue uno de sus maestros y cultores. A pesar de su final y convincente reconversión a la fe católica y sus orígenes, Antonito nos regaló las bases y doctrina operativa de la inteligencia contra-cultural para la dominación de la soberanía de los pueblos y la justicia social, por parte del llamado progresismo, quién en nombre de la humanidad no ha dejado de sojuzgarla. Pero una de las particularidades del “modus operandi”, de quienes detentan el uso y abuso de estas manipulaciones, es una capacidad cierta de penetración de estructuras y orgánicas que deben soportar estoicamente la aparición de estos virus de difícil erradicación. La construcción del discurso altruista y noble, permite a la larga servir de pantalla a ciertos arreglos desprovistos de toda nobleza. Es sabido que las retenciones ideológicas no le calman los nervios a nadie. Pero si son la típica razón eficiente del progresismo usurero que cacarea por izquierda y pacta por derecha. Resulta que el ansiado reclamo de la Presidente en las negociaciones de última hora, estaba arreglado hacía tiempo. Ya estaban pactadas ciertas condiciones de la rendición. No del campo. Sí de algunos dirigentes que tienen hinchadas las pelotas que los aprieten sus propios defendidos y nos los dejan arreglar tranquilos.