FILMACIÓN EN EXTERIORES

Un error protocolar, llegar tarde y hacerse esperar para una foto con otros mandatarios, es sabido que no provocan ninguna guerra ni motivan la suspensión de créditos. En el mundo de la diplomacia y especialmente en reuniones donde es poco o nada lo que se decide, todo es perdonable viniendo de un mandatario asistente. Y una oportunidad de ser galante para la foto, si ese mandatario es una mujer. Hasta diríamos que cualquier nota disonante con el acartonamiento del protocolo plastificado, es medianamente bienvenida en la aburrida actuación del concierto de gobiernos “preocupados” por la humanidad. Este sábado pasado, en la reunión del grupo de los veinte, G-20, en Washington, Cristina de Kirchner repite una táctica de protagonismo, de búsqueda incesante de protagonismo. Ya la ha usado anteriormente como mecanismo de hacerse notar de alguna manera justo en los momentos más mediáticos de las reuniones. Fue en mayo, en el país hermano del Perú, en otra cumbre. Ahora se vieron algunas caras de fastidio, entre ellas la de Lula da Silva, que pareciera como que conoce el personaje y le estuviera diciendo: “¡¡Otra vez!! ¡¡Andá!!”. Lo que da vergüenza ajena, no es que se equivoque, suponiendo que eso fuera cierto. Es la actuación evidente y que se repite hasta el hartazgo frente al mundo. En las reuniones, la Presidente ha denostado a las AFJP, sosteniendo verdades sobre su naturaleza rapaz y el de su peligroso derrotero en la Argentina como administradoras de los dineros ajenos. El comportamiento político de la gestión Kirchner en todos estos años, es sospechado cuanto menos de complicidad con aquella política de desguace del estado para favorecer negociados del “mercado libre”. Ahora, creemos que la versión aggiornada, es la reestatización a manos privadas, como con la supuesta argentinización de Repsol. Es decir ahora habría una gigantesca AFJP conducida, vaya a saber con que destino, por el matrimonio presidencial. Todo pareciera que está en manos de un estado, inexistente por cierto, pero que se lo invoca como el que fue en alguna época y como panacea. El truco, seguramente sirve para continuar usufructuando parte de las prisiones ideológicas construidas hace un tiempo y que aferran a una parte del activismo político argentino.